martes, 16 de abril de 2019

Creemos que Jesús resucitó

Domingo de Resurrección
Hch 10,34-43  -  Col 3,1-4  -  Jn 20,1-9

   El Evangelio de hoy nos presenta (con un lenguaje simbólico),
el camino de fe -en Jesús resucitado- que recorren:
María Magdalena y los discípulos Pedro y Juan.
   Señor, la vida de los que en ti creemos,
no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo (Prefacio I de difuntos).

Señor, te he buscado y te he encontrado
   El primer día de la semana, muy temprano, estando todavía oscuro
María Magdalena (que aún permanece en las tinieblas) va al sepulcro.
Al ver que la piedra de entrada está retirada, vuelve corriendo,
para decirles a Pedro y Juan: Se han llevado del sepulcro al Señor.
¿Las autoridades habrán ordenado desaparecer el cuerpo de Jesús?
   Siguiendo el texto de Juan (20,11-18), María Magdalena llora,
como llora la viuda de Naín por la muerte de su hijo único (Lc 7,13),
como llora el mismo Jesús por la muerte de Lázaro (Jn 11,35), y
como lloran las mujeres al ver a Jesús llevando su cruz (Lc 23,27).
   Mientras llora va repitiendo: -Se han llevado del sepulcro al Señor.
-Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
-Si tú te lo has llevado, dime dónde lo pusiste y yo iré a buscarlo.
Esta preocupación nos recuerda las palabras del Cantar de los cantares:
Me levanté, recorrí la ciudad, las calles y las plazas,
buscando al amor de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! (3,1-2).
   María Magdalena, al escuchar una voz amiga que le dice: ¡María!,
exclama: ¡Maestro!... Es Jesús que ahora está con Dios Padre.
Se trata del camino de fe y reconciliación que Mª Magdalena recorre.
Ella una vez reconciliada: con Dios, consigo misma y con el prójimo,
asume su dolor y se proyecta hacia el futuro de una  manera diferente.
Anuncia: ¡He visto al Señor!... Por eso, san Hipólito de Roma (+235)
dice que María Magdalena es: La apóstol de los apóstoles,
pues, entre luces y sombras ha buscado y ha encontrado al Señor.

Pedro y Juan ven y creen
   En la época de Jesús, Roma realiza terribles actos de violencia
Por ejemplo, hay ejecuciones que se realizan fuera de la ciudad,
en lugares públicos, al borde de un camino, en medio de basurales,
para que la gente se dé cuenta que los ejecutados son basura humana.
La peor humillación consiste, generalmente, en arrojar el cuerpo
de los ejecutados a un basurero, a una fosa común, o desaparecerlo.
Ni siquiera se les concede un sencillo pero digno entierro.
   Aquel viernes, los seguidores/as de Jesús que han caminado con Él,
desde Galilea hasta Jerusalén, presencian su pasión y muerte injusta.
Pero, gracias a la intervención de José de Arimatea y de Nicodemo,
el cuerpo de Jesús es colocado en un sepulcro nuevo (Jn 19,38ss).
El sepulcro, en muchas culturas, es el lugar a donde se acude,
para aliviar el dolor que uno tiene por la pérdida de un ser querido.
   Jesús, el Profeta de Nazaret, padeció injustamente una muerte cruel,
por defender y dar vida a los pobres, a los leprosos, a los pecadores…
   Con razón (en 1559) B. de Las Casas -defensor de los Indios- dice:
Dejo en las Indias a Jesucristo, nuestro Dios, azotado y afligido,
abofeteado y crucificado, no una vez, sino millares de veces.
   Actualmente, hay personas y autoridades “creyentes” que roban,
pisoteando los derechos más elementales de los pobres trabajadores.
¿Algún día dirán: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres,
y a quien le robé algo, le devolveré cuatro veces más? (Lc 19,8).
   Ahora bien, para verificar lo que María Magdalena les ha dicho,
Pedro y Juan van corriendo, y al llegar solo hallan un sepulcro vacío.
Sin embargo, Juan el discípulo amado: entra… ve… y cree…
A Juan le invade una experiencia nueva: el Crucificado ha resucitado.
En adelante, Pedro, Juan y los demás discípulos/as de Jesús,
pondrán vida donde hay muerte, luz donde hay tinieblas, porque:
Dios, amigo de la vida, es Dios de vivos no de muertos (Mc 12,27).
   Cuando Pedro y Juan van al templo, a un paralítico que pide limosna,
Pedro le dice: No tengo plata ni oro pero lo que tengo te doy:
En la persona de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina.
Por hacer el bien, Pedro y Juan -detenidos y amenazados- responden:
Gracias a la persona de Jesús a quien ustedes crucificaron
y a quien Dios resucitó de entre los muertos,
este hombre está de pie y sano ante ustedes (Hch 3 y 4).
J. Castillo A.

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