martes, 30 de abril de 2019

Me amas?... Entonces sígueme

3º Domingo de Pascua, ciclo C
Hch 5,27-41  -  Ap 5,11-14  -  Jn 21,1-19

   Cuando Simón Pedro le dice: Señor, tú sabes que te quiero,
Jesús le confía esta misión: Apacienta mis ovejas, dando vida
y alimentando a quienes tienen hambre de Dios… y hambre de pan
Luego, indicándole cómo iba a morir, Jesús añade: Sígueme.
   La devoción a san Pedro debe basarse en amar y seguir a Jesús,
pues la Iglesia -antes que jerárquica- es una comunidad misionera.

Luces y sombras en la vida de Simón Pedro
   Un día, Andrés va en busca de su hermano Simón para decirle:
Hemos encontrado a Cristo. Luego lo conduce a Jesús, quien al verlo
le dice: Tú eres Simón, hijo de Juan, te llamarás Pedro (Jn 1,41s).
   Cuando muchos discípulos abandonan a Jesús… Pedro proclama:
Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
Nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios (Jn 6,68s).
   En el momento en que Jesús le va a lavar los pies, Pedro se resiste:
Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Entonces Jesús le responde:
Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, lo entenderás más tarde…
Si no te lavo los pies, no podrás ser de los míos… (Jn 13,6ss).
   Durante el discurso de despedida Simón Pedro le pregunta a Jesús:
Señor, ¿por qué no puedo seguirte? Daré mi vida por ti (Jn 13,36ss).
Sin embargo, después que toman preso a Jesús, Pedro le sigue,
y en casa de Anás, ante una criada, niega conocer a Jesús (Jn 18,15ss).
¿Todo habrá terminado con la muerte de Jesús, el Profeta de Nazaret?
   Lo cierto es que Pedro y seis compañeros abandonan Jerusalén,
quizás por temor a perder la vida, por el desaliento que experimentan,
o por olvidar aquellos hechos terribles. Todos ellos vuelven a Galilea.
Allí tratan de retomar la vida que llevaban antes de seguir a Jesús.
Pedro toma la iniciativa y dice a sus compañeros: Voy a pescar.
Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Sin embargo,
después de haber trabajado toda “la noche”, no pescan nada.
Ellos que son expertos en las tareas del mar ni siquiera pueden pescar.

Simón, hijo de Juan, apacienta mis ovejas
  En el encuentro de Jesús con sus discípulos, en el lago de Tiberiades,
vemos cuatro pasos que se dan en todo proceso de reconciliación.
   *Acompañar: Al amanecer Jesús se presenta en la orilla.
Jesús observa el fracaso de sus discípulos cuando fueron a pescar.
Quizás, por querer olvidar los acontecimientos dolorosos de Jerusalén,
todos ellos -sin darse cuenta- han estado pescando en el mismo lugar.
Jesús se dirige a ellos y, para sacarlos del activismo en que están,
les dice: Echen las redes a la derecha de la barca y pescarán
Acompañar a las víctimas exige capacidad de oír -una y otra vez-
la pesada carga que llevan consigo: dolores, problemas, angustias…
   *Acoger. Jesús les dice: Vengan a desayunar.
Jesús crea un ambiente de confianza, seguridad y hospitalidad.
Prepara el desayuno y les pide traer algo de lo que han pescado
y, como en otra ocasión (Jn 6), Jesús se pone a servir la comida:
Toma el pan y lo reparte entre ellos, lo mismo hace con el pescado.
Estos gestos preparan a las víctimas para que restauren sus vidas,
y restauren también la vida de otras personas que han sufrido.
   *Reconciliar: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Al terminar de comer, Jesús se dirige a Simón Pedro, no para remover
aquellos dolorosos momentos en que Pedro le abandona y le niega.
En vez de eso, Jesús le pregunta: Simón, ¿me amas?... ¿me quieres?...
Esta sencilla pregunta debió impresionar a Pedro, quien entristecido
le responde: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.
La reconciliación es una experiencia personal que nos lleva
a descubrir -en la aparente derrota- la llama de la victoria final,
es decir, a participar en la vida de Jesús que ha vencido la muerte.
   *Encomendar tareas: Apacienta mis ovejas.
A Pedro que le negó conocer, ahora Jesús le encomienda una misión:
ser guía y pastor de aquella pequeña comunidad naciente.
Pedro -una vez reconciliado- es ahora víctima reconciliadora,
concretamente, Simón Pedro asume su pasado de manera distinta.
Por eso, cuando le preguntan: ¿Qué debemos hacer?, Pedro responde:
Arrepiéntanse y háganse bautizar. En adelante, los que se bautizan:
Se reúnen frecuentemente para oír la enseñanza de los apóstoles…
participar en la fracción del pan y en las oraciones (Hch 2,37-42).
   Esta experiencia que tienen Pedro y sus compañeros es, hoy en día,
una invitación para creer y anunciar que Jesús vive.
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog