miércoles, 5 de julio de 2017

Jesús agradece al Padre

14º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Zac 9,9-10  -  Rom 8,9-13  -  Mt 11,25-30

   Jesús es una persona de oración… y agradece al Padre
porque el anuncio del Reino de Dios es acogido por la gente sencilla.
Siendo Hijo de Dios, nos da a conocer el verdadero rostro del Padre,
y, desde su experiencia, nos ofrece un yugo suave y una carga ligera.

Sabios y entendidos… y  gente sencilla…
   Los sacerdotes, doctores de la ley y fariseos son sabios y entendidos;
ellos no necesitan aprender, porque tienen otros intereses.
Los primeros han hecho del templo una cueva de ladrones (Mt 21).
Los otros: Rezan para devorar los bienes de las viudas (Lc 21,47).
Enseñan pero no practican. Ponen pesadas cargas a la gente.
Todo lo hacen para exhibirse. Les gusta ocupar los primeros puestos.
Son guías ciegos. No practican lo más importante de la ley, a saber,
la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mt 23).
Como dice Jesús: los que obran mal, odian la luz y no vienen a la luz,
para que sus maldades no sean descubiertas y condenadas (Jn 3,19s).
   Muy diferente la respuesta de la gente sencilla, pobre, ignorante…
que -según los fariseos- son malditos por no conocer la ley (Jn 7,49).
Sin embargo, Jesús les enseña a ellos, partiendo de la realidad,
desde lo que ve y oye, mientras camina por ciudades y pueblos.
Para Jesús todo es una oportunidad para anunciar el Reino de Dios:
la semilla y la tierra… el trigo y la cizaña… el tesoro y la perla
Es por eso que la gente sencilla le escucha con admiración y exclama:
Enseña con autoridad, no como los maestros de la ley (Mt 7,29).
   Y hoy, al ver que se adormece a los pobres con proyectos paliativos,
que no van a las verdaderas causas de tanta injusticia y desigualdad,
Jesús -a través de nosotros- vuelve a proclamar esta Buena Noticia:
Felices ustedes los pobres… los afligidos… los humildes…
los que tienen hambre y sed de justicia… los compasivos…
los limpios de corazón… los que trabajan por la paz…
porque el Reino de los cielos les pertenece (Mt 5,1ss).

El Padre y el Hijo
   Después que Jesús es bautizado, se oye la voz del Padre que dice:
Éste es mi Hijo querido, mi predilecto (Mt 3,17).
   Algo semejante se oye también durante su transfiguración:
Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido, escúchenle (Mt 17,5).
   Desde esta íntima comunión del Padre con el Hijo,
podemos conocer -escuchando a Jesús- el verdadero rostro de Dios,
amigo de la Vida… Padre misericordioso y compasivo…
Para ello, abriendo las páginas de los evangelios, vemos que Jesús
tiene un corazón que siente y sufre la miseria de los insignificantes,
y vive pobre entre los pobres, padeciendo con todos ellos.
   Ahora bien, Jesús -a quien el Padre le ha entregado todo- nos dice:
Nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre,
y nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo quiera darlo a conocer.

Ligeros de equipaje
   Ya lo dijimos. Los fariseos y los maestros de la ley (de ayer y hoy),
imponen a la gente insoportables prácticas legales y religiosas;
mientras ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.
Jesús, que vino a liberarnos de toda clase de opresión, nos dice:
Vengan a mí, los que están cansados y agobiados. Yo les aliviaré.
   Al enviar a sus discípulos para anunciar el Reino y sanar enfermos,
Jesús les dice: Den gratuitamente lo que gratuitamente han recibido.
No lleven en el cinturón oro, ni plata, ni monedas de cobre;
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón,
porque quien trabaja tiene derecho a comer (Mt 10,7ss).
También hoy nos dice: Mi yugo es suave y mi carga es ligera.
   El camino para conocer al Padre es Jesús, su Hijo amado,
que por amor nace pobre en un establo, para darnos vida en plenitud.
Al respecto, San Pablo escribe: Cristo tomó la condición de servidor.
Se hizo semejante a los seres humanos. Se humilló. 
Y se hizo obediente hasta la muerte y muerte en la cruz (Flp 2,5ss).
Sabiendo que el camino de los sabios, entendidos, doctores de la ley...
no es el camino de la gente sencilla y despreciada (cf. Is. 55,8);
Jesús, el Hijo de Dios, el Profeta humilde de Nazaret, nos dice:
Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón
y encontrarán descanso para sus vidas (cf. Jer 6,16).
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog