jueves, 23 de agosto de 2012

Seguir a Jesús


Domingo XXI, Tiempo Ordinario (ciclo B)

*Nosotros serviremos al Señor, porque Él es nuestro Dios (Josué 24)
*Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella (Efesios 5,21-32)
*Señor, Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6,60-69)

Jesús, el Buen Pastor, anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios: *A la multitud… a los judíos… a sus numerosos discípulos… *Anuncia también, de un modo especial, al grupo de los Doce… *Sin descuidar el anuncio personal, por ejemplo, a Nicodemo… a la mujer samaritana… al joven ciego de nacimiento…
Cada una de estas tres formas de atención pastoral: multitudinaria, grupal e individual; requieren de una sensibilidad y calidad pastoral, de medios específicos, conocimientos, lenguaje, pedagogía, etc. que a veces no los encontramos en los responsables de la pastoral.

Muchos de sus discípulos abandonan a Jesús
Jesús, fiel a la misión que el Padre le confió, anuncia a sus discípulos que el Hijo del Hombre va subir a donde estaba antes. Según el Evangelio de Juan, Jesús habla de su propia glorificación,
la que se va a realizar a través de su pasión, muerte y resurrección.
Recordemos que en la conversación con Nicodemo, Jesús le dijo: Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del Hombre tiene que ser levantado, para que todos los que creen en Él tengan vida eterna (Jn 3,14-15).
Más adelante, en la ciudad de Jerusalén, Jesús lo dirá abiertamente: Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado. Les aseguro que, si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde, pero el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga; y donde yo estoy, allí estará también mi servidor (Jn 12,23-25).
Para muchos de sus discípulos este mensaje es cuestionante, por eso: *Unos critican: Este lenguaje es duro, ¿quién podrá soportarlo? *Otros no creen, entre ellos está Judas Iscariote que lo va a traicionar. *Y no faltan los que abandonan a Jesús y tratan de olvidarlo.

¿También ustedes quieren abandonarme?
El cuarto Evangelio narra con ciertos detalles la primera semana de la misión de Jesús en Galilea. Siguiendo esta narración, el tercer y cuarto día Jesús llama a sus primeros Apóstoles: Andrés, Juan, Simón Pedro, Felipe, Natanael o Bartolomé (Jn 1,35-51). Refiriéndose a ellos, en el Evangelio de hoy, Jesús dice: ¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los Doce?
Ahora bien, ante el abandono de muchos de sus discípulos, Jesús toma la iniciativa, se dirige al grupo de los Doce, y pregunta: ¿También ustedes quieren abandonarme? La respuesta de Simón Pedro es una verdadera confesión de fe: Señor, ¿a quien vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
Actualmente, muchos católicos abandonan nuestra Iglesia, generalmente, porque no se han alimentado con las palabras de Jesús. Es lamentable que el mensaje de Jesús les ha llegado desfigurado, con preguntas que nadie se hace, y con respuestas que nadie entiende.
Todo ello ha impedido a muchas personas sencillas encontrarse con el Profeta de Nazaret: *Que abraza y bendice a los niños… *Que pide agua para beber, a una mujer que ha tenido cinco maridos… *Que llora por un amigo que ha muerto, y por la ciudad de Jerusalén… *Que nos da su mandamiento: Ámense  unos a otros como yo les he amado.
Por eso, el mayor servicio que puede ofrecer nuestra Iglesia, hoy, es poner al alcance de todos los hombres y mujeres de buena voluntad la misma persona de Jesús y la Buena Noticia que anunció. Los niños, jóvenes y adultos no necesitan escuchar nuestras palabras; necesitan escuchar las palabras de Jesús que son espíritu y vida. Para ello es necesario utilizar un lenguaje: *Que dé sentido a la vida. *Que nos impulse a construir una sociedad más justa y fraterna. *Que sea actual, creíble, persuasivo, entendible y auténtico.
Tratándose de un trabajo pastoral con pequeños grupos, ojalá lo que se dice en el Documento de Aparecida (2007) no sea letra muerta: Las pequeñas comunidades eclesiales son un ámbito propicio: - para escuchar la Palabra de Dios, -para vivir la fraternidad, -para animar en la oración, -para profundizar procesos de formación en la fe, -y para fortalecer el exigente compromiso de ser discípulos misioneros en la sociedad de hoy (n.308).
J. Castillo A.

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