jueves, 12 de noviembre de 2020

Servidores que dan vida

33º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A

 

*Tiende su mano al pobre y acoge al necesitado (Prov 31,10-31)

*Ustedes son hijos de la luz, no somos de las tinieblas (1Tes 5,1-6)

*Como fuiste fiel en lo poco, te confiaré mucho más (Mt 25,14-30)

 

SERVIDORES QUE DAN VIDA

   Actualmente, hay hombres y mujeres que son como peces muertos, viven arrastrados por la corriente del egoísmo, bienestar, fama, poder, llevan una vida mediocre, sin meta… son servidores malos y flojos.

   Muy diferente las personas que -como peces vivos- luchan contra la corriente de la indiferencia… son servidores buenos y fieles.

Servidores malos y flojos

   El servidor que recibió un talento (don de Dios), se acerca y dice: Señor, tuve miedo y escondí tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyoEse servidor, en vez de poner su capacidad al servicio de los demás, prefiere instalarse en un bienestar superficial, no se complica la vida ni asume responsabilidades, es incapaz de crecer como persona libre. Además, ese servidor malo y flojo tiene una falsa idea de su señor, piensa que es un patrón exigente a quien se le debe tener miedo.

   Hay “creyentes” que tienen la falsa idea de un dios-castigador.

Además, no reconocen el grave pecado de omisión, por eso:

-No dan de comer a las personas que viven en la pobreza (Lc 16,20s).

-Ni sanan a los enfermos abandonados en el camino (Lc 10,30ss).

-Prefieren conservar costumbres y leyes que esclavizan (Mc 7,1ss).

   Sobre este conservadurismo, el Papa Francisco hace una denuncia, en el mensaje por la IV Jornada Mundial de los Pobres (IV JMP):

Hay manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas (IV JMP n.9).

 

Servidores buenos y cumplidores

   Los dones que Dios nos da, son para producir buenos frutos.

Un ejemplo concreto está en la primera lectura de este domingo, donde una esposa y madre ejemplar: Hace el bien y nunca el mal…

Se levanta cuando aún es de noche, para dar comida a su familia…

Tiende su mano al pobre y acoge al necesitado…

Es fuerte y digna, y mira confiada el porvenir…

Habla siempre con sabiduría y enseña con amor…

Se preocupa por la buena marcha de su casa y nunca está ociosa…

   Jesús -el hijo de María- anuncia la verdadera felicidad, diciendo:

*Felices los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece (Lc 6,20).

*Felices los que oyen la Palabra de Dios y la practican (Lc 11,28).

*Vengan, benditos de mi Padre, reciban el Reino,

  preparado para ustedes, porque me dieron de comer (Mt 25,31ss).

   Al respecto, reflexionemos en el mensaje del Papa Francisco:

El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginación y sufrimiento? ¿Cómo podemos ayudarla en su pobreza espiritual? La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros.

Y para apoyar a los pobres es fundamental  vivir la pobreza evangélica en primera persona (IV JMP, nº 4).

   Luego, el Papa subraya las manos tendidas que hacen el bien:

Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver! 

La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. 

La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. 

La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas.

La mano tendida del farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. 

La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado

La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle (nº 6). J. Castillo

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