miércoles, 12 de agosto de 2020

La fe de una mujer pagana

20º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 56,1.6-7  -  Rom 11,13-15. 29-32  -  Mt 15,21-28

   Aquella madre es rechazada por los judíos, porque es pagana,
sin embargo, no deja de amar a la hija de sus entrañas (Is 49,15).
   Por eso, con una fe sencilla y firme, va al encuentro de Jesús
y le suplica: Señor, ten compasión de mí… Señor, socórreme.
   Jesús -que es el rostro humano de Dios y rostro divino del hombre-
(Juan Pablo II, 12 enero 2004), le dice: Mujer, ¡qué grande es tu fe!

Despídela, que viene detrás gritando
   Jesús y sus discípulos están en el país fronterizo de Tiro y Sidón.
Allí, una madre pagana, sola, angustiada y desamparada,
pide a Jesús que tenga compasión, porque su hija está enferma.
Jesús guarda silencio y espera la reacción de sus discípulos. Luego,
ellos se acercan y le dicen: despídela, que viene detrás gritando.
   El Profeta de Nazaret no actúa así. Habiendo sufrido el rechazo
de sus familiares… paisanos… y autoridades políticas y religiosas…
acoge a los rechazados, leprosos, hambrientos, pecadores;
y si una persona cree en Él, aunque sea pagana, no la rechaza.
   En aquella ocasión, a partir de un diálogo aparentemente muy duro,
Jesús busca liberar a sus discípulos/as de los muros que separan:
a los hijos de Abraham de los paganos, a los judíos de los extranjeros.
*Inicialmente, el anuncio del Evangelio está destinado a buscar
las ovejas perdidas de Israel (Mt 10,6); pero la respuesta fue negativa.
Si Tiro y Sidón hubieran escuchado, se habrían convertido (Mt 11,21).
En adelante, todos los pueblos serán evangelizados (Mt 28,19).
*Para acabar con el desprecio de llamar perros a los paganos,
Jesús dice a la mujer: No es bueno dar a los perros el pan de los hijos.
Ante esta dura comparación: hijos-israelitas… perros-paganos…
ella no quita el pan a los hijos, se contenta con migajas y responde:
También los perros comen las migajas que caen de la mesa del amo.
   Por ahora, aquella madre angustiada se contenta con muy poco,
pero llegará el día en que todos comerán hasta saciarse (Mt 15,37).

Señor, ¡ten compasión de mí!
   Los textos bíblicos de este domingo hablan de: extranjeros…
paganos… enemigos… ovejas perdidas… hijos… perros… que -hoy-
se relacionan con problemas graves, por ejemplo: los migrantes.
*¿Por qué se da carta abierta a las multinacionales de  los países ricos,
para que exploten: minerales… gas… petróleo…de los países pobres;
en complicidad con las autoridades locales corruptas y coimeras?
*¿Es justo que los migrantes mueran al huir del hambre o guerra?
*Con el Papa Francisco: Digamos NO a una economía que: -mata…
-excluye a los indefensos... -destruye la Madre Tierra (Bolivia, 2015).
   Jesús que acoge y come con pecadores y cobradores de impuestos, 
nos dice: Misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9,12s).
   Cuántas cosas cambiarían, si practicáramos este sabio principio:
Tratar a los demás como queremos que ellos nos traten (Lc 6,31).
¿Hemos pensado alguna vez estar en la situación de los despreciados?
   Frente a estos y otros problemas, escuchemos a Dios que nos dice:
Cuando un extranjero se establezca en el país de ustedes,
no lo opriman será como uno nacido allí, lo amarás como a ti mismo
porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto (Lev 19,33s). 

Mujer, ¡qué grande es tu fe!
   Jesús, a través de aquel diálogo, en presencia de sus discípulos,
hizo aflorar lo más valioso que hay en el corazón de aquella madre.
Es un diálogo ejemplar para que sus seguidores/as hagan lo mismo.
   Luego, reconociendo su fe sencilla pero firme, Jesús le dice:
Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tus deseos.
Ella que rogó sin cesar ve cumplido su deseo, su hija queda sana.
   Algo semejante sucede con el centurión romano, de él dice Jesús:
No encontré una fe tan grande en el pueblo de Israel (Mt 8,10).
   Sin embargo a sus discípulos y a Pedro en particular, Jesús les dice:
¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe? (Mt 8,26; 14,31).
   Después de veinte siglos, los cristianos/as necesitamos:
*Dejarnos evangelizar, incluso por personas pobres y paganas; pues,
muchos que están “fuera de la Iglesia” tienen una grande fe en Dios.
*Apoyar la esperanza de hombres y mujeres que, sin desanimarse,
se enfrentan a los problemas y sufrimientos de cada día.
*Animar a quienes se solidarizan y sirven a las personas necesitadas,
movidos por un verdadero amor a Dios y al prójimo.   
J. Castillo A. 

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