miércoles, 28 de marzo de 2018

El triunfo de la Vida

Resurrección del Señor, ciclo B
Hch 10,34-43  -  Col 3,1-4  -  Jn 20,1-9

  Los poderosos…buscan por todos los medios callar la voz de Jesús,
para que nadie oiga que los pobres son los preferidos de Dios.
Por eso, le arrestan, le torturan y le crucifican como un delincuente.
   Pero el Dios de la Vida hace justicia y resucita a su Hijo amado.
Y, desde entonces, decimos: Creo que resucitó de entre los muertos.

El sepulcro vacío
   Aquel viernes santo, María la madre de Jesús, María de Cleofás,
María Magdalena, el discípulo amado (Juan), y otros seguidores/as,
acompañan a Jesús quien después de ser torturado, camina al calvario;
allí, todos ellos, presencian su muerte dolorosa (Jn 19,25).
Recordemos que Palestina es un país ocupado por el imperio romano,
que para afianzar su poder, recurre a esas terribles ejecuciones.
   El entierro de Jesús se realiza a toda prisa, porque ya anochece.
Como en muchas culturas, el sepulcro es un lugar a donde se va,
para liberar el dolor que uno tiene por la muerte de un ser querido.
    En este contexto, el evangelista Juan -con un lenguaje simbólico-
narra la experimenta de María Magdalena (o de la comunidad).
Ella va al sepulcro cuando todavía está oscuro (camina en tinieblas).
Al llegar, ve que la piedra de entrada está retirada y el sepulcro vacío.
¿Las autoridades habrán ordenado sacar el cuerpo para deshacerse?
Tras una muerte atroz, ¿habrá sido arrojado a una fosa común?
El Buen Pastor, ¿se convertirá en uno más de tantos desaparecidos?
   María Magdalena -confusa y llorando- repite una y otra vez:
Se han llevado del sepulcro al Señor… Se han llevado a mi Señor
y no sé dónde lo han puesto… Si te lo has llevado, dime dónde está
   Entre 1980-2000, miles de peruanos pobres fueron: secuestrados,
torturados, asesinados, arrojados en fosas comunes, desaparecidos…
¿Hasta cuándo los autores de esos actos criminales serán protegidos?
¿Algún día: se conocerá la verdadhabrá justicia...?
Raquel llora desconsolada porque sus hijos están muertos (Mt 2,18).

Víctima reconciliada y reconciliadora
   Para verificar lo que María Magdalena les ha dicho sobre Jesús,
Pedro y Juan van corriendo… pero solo hallan un sepulcro vacío.
Sin embargo, cuando se dice que el discípulo Juan ve y cree,
renace la esperanza, pues según la Escritura, Jesús ha de resucitar.
   Sigamos con la experiencia de María Magdalena (Jn 20,11-18).
Jesús se acerca a ella… le pregunta por qué llora…
le llama por su nombre… y empieza a liberarla de sus angustias…
para que sea víctima reconciliada, y también víctima reconciliadora.
   Tratándose de la reconciliación, no se busca olvidar los problemas,
sino asumirlos y proyectarse al futuro de manera diferente;
buscando, incluso, que los responsables: cambien, perdonen, reparen.
Solo así aquel dolor será fuente de vida para uno mismo y para otros.
   A María Magdalena ya reconciliada, Jesús le confía una misión:
Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes
En adelante, María Magdalena viene a ser la apóstol de los apóstoles,
porque -desde su experiencia- ella anuncia al Señor Resucitado.
   Proclamar la resurrección de Jesús, no fue fácil para los discípulos.
Cuando Pedro y Juan anuncian al pueblo que Jesús ha resucitado,
de inmediato, las autoridades religiosas muy irritadas los encarcelan.
Al ser interrogados, Pedro -lleno del Espíritu Santo- responde:
Conste a todos ustedes y a todo el pueblo de Israel que este enfermo
ha sido sanado en nombre de Jesús, a quien ustedes crucificaron
y a quien Dios resucitó de entre los muertos.
Al prohibirles hablar y enseñar en nombre de Jesús, ellos responden:
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído.
Ya liberados, se reúnen con la comunidad y oran a Dios diciendo:
Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus servidores
seguir anunciando tu mensaje con toda seguridad (Hch 4,1-31).
   Actualmente, ¿por qué el anuncio de la Resurrección de Jesús,
ya no es motivo de persecución, sino de cierto conformismo?
¿Denunciamos a los que siguen torturando y asesinando a Jesús,
presente en los que defienden la vida de la tierra y del ser humano?
¿Qué nos impide dar testimonio del Resucitado, como Pedro y Juan?
   Para celebrar el triunfo de la Vida sobre la muerte, sigamos a Jesús
que camina haciendo el bien y sanando a los enfermos (1ª lectura);
y nos dice: Sean valientes, yo he vencido al mundo (Jn 16,33).
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
J. Castillo A.

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