Resurrección del Señor, ciclo B
Hch 10,34-43 - Col
3,1-4 -
Jn 20,1-9
Los poderosos…buscan por todos los medios
callar la voz de Jesús,
para
que nadie oiga que los pobres son
los preferidos de Dios.
Por
eso, le arrestan, le torturan y le
crucifican como un delincuente.
Pero
el Dios de la Vida hace justicia y resucita
a su Hijo amado.
Y,
desde entonces, decimos: Creo que resucitó de entre los muertos.
El sepulcro vacío
Aquel viernes santo, María la madre de
Jesús, María de Cleofás,
María
Magdalena, el discípulo amado (Juan), y otros seguidores/as,
acompañan
a Jesús quien después de ser torturado, camina al calvario;
allí,
todos ellos, presencian su muerte
dolorosa (Jn 19,25).
Recordemos
que Palestina es un país ocupado por el imperio romano,
que
para afianzar su poder, recurre a esas terribles
ejecuciones.
El
entierro de Jesús se realiza a toda prisa, porque ya anochece.
Como
en muchas culturas, el sepulcro es
un lugar a donde se va,
para
liberar el dolor que uno tiene por la muerte de un ser querido.
En
este contexto, el evangelista Juan -con un lenguaje simbólico-
narra
la experimenta de María Magdalena (o de la comunidad).
Ella
va al sepulcro cuando todavía está oscuro
(camina en tinieblas).
Al
llegar, ve que la piedra de entrada está retirada y el sepulcro vacío.
¿Las
autoridades habrán ordenado sacar el
cuerpo para deshacerse?
Tras
una muerte atroz, ¿habrá sido arrojado a una fosa común?
El
Buen Pastor, ¿se convertirá en uno más
de tantos desaparecidos?
María
Magdalena -confusa y llorando- repite una y otra vez:
Se
han llevado del sepulcro al
Señor… Se han llevado a mi Señor
y no sé dónde lo han puesto… Si te lo has llevado, dime dónde está…
Entre
1980-2000, miles de peruanos pobres
fueron: secuestrados,
torturados,
asesinados, arrojados en fosas comunes, desaparecidos…
¿Hasta
cuándo los autores de esos actos criminales serán protegidos?
¿Algún
día: se conocerá la verdad… habrá justicia...?
Raquel llora desconsolada porque sus
hijos están muertos
(Mt 2,18).
Víctima
reconciliada y reconciliadora
Para verificar lo que María Magdalena les
ha dicho sobre Jesús,
Pedro y Juan van corriendo…
pero solo hallan un sepulcro vacío.
Sin
embargo, cuando se dice que el discípulo Juan ve y cree,
renace
la esperanza, pues según la Escritura, Jesús ha de resucitar.
Sigamos
con la experiencia de María Magdalena (Jn 20,11-18).
Jesús
se acerca a ella… le pregunta por qué llora…
le llama por su nombre…
y empieza a liberarla de sus
angustias…
para
que sea víctima reconciliada, y también víctima reconciliadora.
Tratándose
de la reconciliación, no se busca olvidar los problemas,
sino
asumirlos y proyectarse al futuro de
manera diferente;
buscando,
incluso, que los responsables: cambien, perdonen, reparen.
Solo
así aquel dolor será fuente de vida para uno mismo y para otros.
A
María Magdalena ya reconciliada, Jesús le confía una misión:
Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi
Padre, el Padre de ustedes…
En
adelante, María Magdalena viene a ser la apóstol de los apóstoles,
porque
-desde su experiencia- ella anuncia al Señor Resucitado.
Proclamar la resurrección de Jesús, no
fue fácil para los discípulos.
Cuando
Pedro y Juan anuncian al pueblo que
Jesús ha resucitado,
de
inmediato, las autoridades religiosas muy irritadas los encarcelan.
Al
ser interrogados, Pedro -lleno del Espíritu Santo- responde:
Conste a todos ustedes y a todo el
pueblo de Israel que este enfermo
ha sido sanado en nombre de Jesús, a quien ustedes crucificaron
y
a quien Dios resucitó de entre los
muertos.
Al
prohibirles hablar y enseñar en nombre de Jesús, ellos responden:
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído.
Ya
liberados, se reúnen con la comunidad y oran a Dios diciendo:
Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y
concede a tus servidores
seguir anunciando tu mensaje con toda
seguridad
(Hch 4,1-31).
Actualmente,
¿por qué el anuncio de la Resurrección de Jesús,
ya
no es motivo de persecución, sino de
cierto conformismo?
¿Denunciamos a los que siguen torturando
y asesinando a Jesús,
presente
en los que defienden la vida de la
tierra y del ser humano?
¿Qué
nos impide dar testimonio del
Resucitado, como Pedro y Juan?
Para
celebrar el triunfo de la Vida sobre
la muerte, sigamos a Jesús
que
camina haciendo el bien y sanando a los enfermos (1ª lectura);
y
nos dice: Sean valientes, yo he vencido al mundo (Jn 16,33).
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
J. Castillo A.
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