Domingo de Resurrección, ciclo C
Hch 10,34-43 - Col
3,1-4 -
Jn 20,1-9
Los poderosos buscan apagar la voz
profética de Jesús, que anuncia
-con
palabras y obras- la Buena Noticia a los
pobres. Por esta causa,
Jesús
es arrestado… torturado… crucificado como un delincuente.
Pero
Dios, amigo de la vida, hace justicia y resucita a su Hijo amado.
Se
han llevado del sepulcro al Señor
En la época de Jesús, el imperio romano
ha invadido Palestina.
Para
afianzar su poder, Roma realiza
terribles actos de violencia…
Por
ejemplo, hay ejecuciones que se realizan fuera de la ciudad,
en
lugares públicos, al borde de un camino, en medio de los basurales,
para
que la gente se dé cuenta que los ejecutados son basura humana.
La
peor humillación consiste, generalmente, en arrojar el cuerpo
de
los ejecutados a un basurero, a una fosa común, o desaparecerlo.
Ni
siquiera se les concede un sencillo pero digno entierro.
Aquel
viernes, los discípulos/as de Jesús que han caminado con Él
desde
Galilea hasta Jerusalén, presencian su pasión
y muerte injusta.
Pero,
gracias a la intervención de José de Arimatea y de Nicodemo,
el
cuerpo de Jesús es colocado en un sepulcro nuevo (Jn 19,38ss).
Sin
embargo, el primer día de la semana…
muy temprano…
cuando
todavía está oscuro… María Magdalena va al sepulcro…
ve que la piedra está retirada del
sepulcro… corre en busca de Pedro
y
de Juan… para decirles: Se han llevado del sepulcro al Señor…
¿Las
autoridades habrán ordenado desaparecer el cuerpo de Jesús?
¿Jesús
de Nazaret será uno más de tantos muertos y desaparecidos?
Para
verificar lo que María Magdalena les ha dicho sobre Jesús,
Pedro y Juan van corriendo,
y al llegar solo hallan un sepulcro vacío.
Sin
embargo, Juan el discípulo amado: entra… ve… y cree…
Creer
en Jesús Resucitado es: gracia de Dios…y respuesta humana…
*Los que reciben a
Jesús y creen en Él, llegan a ser hijos de Dios (Jn 1).
*Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá. Quien vive
y cree
en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? (Jn
11,25).
Señor,
te he buscado y te he encontrado
Mientras Jesús anuncia el Reino de Dios
en la región de Galilea,
algunas
mujeres a las que había sanado de sus enfermedades,
le acompañan y le atienden con sus
propios recursos
(Lc 8,1-3).
Ellas
y otras mujeres han subido con Jesús a Jerusalén… contemplan
de
lejos su muerte… y ven dónde ponen su cuerpo (Mc 15,40-47).
El
sepulcro, en muchas culturas, es el lugar a donde se puede acudir
para
aliviar el dolor que se tiene por la pérdida de un ser querido.
Pero,
en el caso de Jesús, resulta que su sepulcro
ha sido violado…
han
retirado la piedra… está vacío… su cuerpo ha desaparecido…
Según el evangelio de Juan (20,11-18), María Magdalena llora,
(como
llora la viuda de Naín por la muerte
de su hijo único, o como
lloran las mujeres de Jerusalén al ver
a Jesús llevando su cruz);
y
mientras llora dice: -Se han llevado del sepulcro al Señor…
-Se
han llevado a mi Señor y no sé
dónde lo han puesto.
-Si tú
te lo has llevado, dime dónde lo
has puesto y yo iré a buscarlo.
Esta
preocupación nos
recuerda las
palabras del Cantar de los cantares:
Me levanté, recorrí la ciudad, las
calles y las plazas,
buscando al amor de mi alma. ¡Lo busqué
y no lo encontré!
(3,1-2).
Pero
después, al escuchar una voz conocida que le dice: ¡María!,
ella
exclama: ¡Maestro! Es Jesús que ahora
está con Dios Padre.
En
pocas palabras es el
camino de
reconciliación de María Magdalena:
reconciliada
con Dios, consigo misma y con los demás… luego asume
su
dolor y llanto de manera diferente… para dar vida a sus hermanos.
Y de hecho, ella ya reconciliada, reconcilia a los otros
discípulos
anunciándoles:
¡He visto al Señor!... Por eso, San
Hipólito de Roma
(+235)
dice que María Magdalena es: La apóstol
de los apóstoles;
pues,
entre luces y sombras ha buscado y ha
encontrado al Señor.
Hoy
en día, ante hechos dolorosos de tortura, muerte, desaparición;
son
mujeres las que buscan caminos diferentes, ellas hablan de vida.
He
aquí una tarea pendiente: crear pequeñas
comunidades de base,
para
desterrar la violencia… cultivar la vida… reconciliarnos…
El que vive en Cristo es una nueva
criatura. Lo antiguo pasó,
ha llegado lo nuevo. Todo es obra de
Dios, que nos reconcilió con Él
por medio de Cristo, y nos confió el
ministerio de la reconciliación…
Por Cristo le suplicamos, déjense
reconciliar con Dios
(2Cor 5,17ss).
Digamos: FELIZ PASCUA DE
RESURRECCIÓN, dando vida… J. Castillo A.
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