miércoles, 23 de marzo de 2016

Creemos que Jesús resucitó

Domingo de Resurrección, ciclo C
Hch 10,34-43  -  Col 3,1-4  -  Jn 20,1-9

   Los poderosos buscan apagar la voz profética de Jesús, que anuncia
-con palabras y obras- la Buena Noticia a los pobres. Por esta causa,
Jesús es arrestado… torturado… crucificado como un delincuente.
Pero Dios, amigo de la vida, hace justicia y resucita a su Hijo amado.

Se han llevado del sepulcro al Señor
   En la época de Jesús, el imperio romano ha invadido Palestina.
Para afianzar su poder, Roma realiza terribles actos de violencia
Por ejemplo, hay ejecuciones que se realizan fuera de la ciudad,
en lugares públicos, al borde de un camino, en medio de los basurales,
para que la gente se dé cuenta que los ejecutados son basura humana.
La peor humillación consiste, generalmente, en arrojar el cuerpo
de los ejecutados a un basurero, a una fosa común, o desaparecerlo.
Ni siquiera se les concede un sencillo pero digno entierro.
   Aquel viernes, los discípulos/as de Jesús que han caminado con Él
desde Galilea hasta Jerusalén, presencian su pasión y muerte injusta.
Pero, gracias a la intervención de José de Arimatea y de Nicodemo,
el cuerpo de Jesús es colocado en un sepulcro nuevo (Jn 19,38ss).
   Sin embargo, el primer día de la semana… muy temprano
cuando todavía está oscuroMaría Magdalena va al sepulcro
ve que la piedra está retirada del sepulcro… corre en busca de Pedro
y de Juan… para decirles: Se han llevado del sepulcro al Señor
¿Las autoridades habrán ordenado desaparecer el cuerpo de Jesús?
¿Jesús de Nazaret será uno más de tantos muertos y desaparecidos?
   Para verificar lo que María Magdalena les ha dicho sobre Jesús,
Pedro y Juan van corriendo, y al llegar solo hallan un sepulcro vacío.
Sin embargo, Juan el discípulo amado: entra… ve… y cree…
 Creer en Jesús Resucitado es: gracia de Dios…y respuesta humana…
*Los que reciben a Jesús y creen en Él, llegan a ser hijos de Dios (Jn 1).
*Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá. Quien vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? (Jn 11,25).

Señor, te he buscado y te he encontrado
   Mientras Jesús anuncia el Reino de Dios en la región de Galilea,
algunas mujeres a las que había sanado de sus enfermedades,
le acompañan y le atienden con sus propios recursos (Lc 8,1-3).  
Ellas y otras mujeres han subido con Jesús a Jerusalén… contemplan
de lejos su muerte… y ven dónde ponen su cuerpo (Mc 15,40-47).
   El sepulcro, en muchas culturas, es el lugar a donde se puede acudir
para aliviar el dolor que se tiene por la pérdida de un ser querido.
Pero, en el caso de Jesús, resulta que su sepulcro ha sido violado…
han retirado la piedra… está vacío… su cuerpo ha desaparecido…
   Según el evangelio de Juan (20,11-18), María Magdalena llora,
(como llora la viuda de Naín por la muerte de su hijo único, o como
lloran las mujeres de Jerusalén al ver a Jesús llevando su cruz);
y mientras llora dice: -Se han llevado del sepulcro al Señor…
-Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
-Si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo.
Esta preocupación nos recuerda las palabras del Cantar de los cantares:
Me levanté, recorrí la ciudad, las calles y las plazas,
buscando al amor de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! (3,1-2).
   Pero después, al escuchar una voz conocida que le dice: ¡María!,
ella exclama: ¡Maestro! Es Jesús que ahora está con Dios Padre.
En pocas palabras es el camino de reconciliación de María Magdalena:
reconciliada con Dios, consigo misma y con los demás… luego asume
su dolor y llanto de manera diferente… para dar vida a sus hermanos.
   Y de hecho, ella ya reconciliada, reconcilia a los otros discípulos
anunciándoles: ¡He visto al Señor!... Por eso, San Hipólito de Roma
(+235) dice que María Magdalena es: La apóstol de los apóstoles;
pues, entre luces y sombras ha buscado y ha encontrado al Señor.
   Hoy en día, ante hechos dolorosos de tortura, muerte, desaparición;
son mujeres las que buscan caminos diferentes, ellas hablan de vida.
He aquí una tarea pendiente: crear pequeñas comunidades de base,
para desterrar la violencia… cultivar la vida… reconciliarnos…
El que vive en Cristo es una nueva criatura. Lo antiguo pasó,
ha llegado lo nuevo. Todo es obra de Dios, que nos reconcilió con Él
por medio de Cristo, y nos confió el ministerio de la reconciliación…
Por Cristo le suplicamos, déjense reconciliar con Dios (2Cor 5,17ss).
Digamos: FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN, dando vida…  
J. Castillo A. 

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