miércoles, 26 de septiembre de 2012

La fe no tiene fronteras


Domingo XXVI, Tiempo Ordinario, ciclo B: 30 septiembre 2012
Números 11,25-29 -  Santiago 5,1-6  -  Marcos 9,38-48

El mensaje de Jesús no es monopolio de nadie

Los discípulos de Jesús tratan de impedir la actividad de un hombre que sana a los enfermos, devolviéndoles
vida, dignidad, libertad. Alegan que actúa en nombre de Jesús… y que no es de los nuestros
Ellos se consideran ‘propietarios privados’ de la misión de Jesús y, por eso, no valoran el bien que hace aquel ‘discípulo anónimo’.
¿Solo los que pertenecen a ‘nuestro grupo’ pueden hacer el bien? ¿Son ‘rivales’ los otros que trabajan por
una sociedad más humana? ¿El mensaje de Jesús es monopolio de ciertos grupos religiosos?
El Maestro Jesús, como en otras ocasiones (Mc 8,31-33;  9,33-37), corrige esa actitud sectaria, pues quien
hace una buena acción está, en cierto sentido, vinculado a Jesús y a su proyecto de Vida: El que hace un 
milagro en mi nombre no puede hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Ante la crisis que hay en muchas de nuestras comunidades cristianas: ¿Somos luz y fermento para construir
una sociedad más fraterna, o condenamos las iniciativas que no se ajustan a nuestros esquemas?
No olvidemos que todos debemos comprometernos a trabajar por el verdadero desarrollo que es el paso
de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas (PP, 1967, n.20-21).
Luego, Jesús les dice: Quien les dé a beber un vaso de agua, por ser ustedes de Cristo, les aseguro que 
recibirá su recompensa. Al respecto, decimos con frecuencia que los pobres nos evangelizan; que los pobres interpelan a la Iglesia, llamándola a la conversión; que muchos pobres realizan en su vida los valores evangélicos de solidaridad, servicio, sencillez y acogida del Reino (DP, n.1147).
Sin embargo, a los pobres campesinos de nuestra Sierra y Selva se les priva de una enorme cantidad de
‘vasos de agua’; porque hay empresas que al extraer minerales, petróleo, gas… contaminan el medio
ambiente, envenenan el agua de los ríos, destruyen las lagunas… Señor, ¿cuándo te vimos sediento?
Los pobres que nos evangelizan -en el campo y en la ciudad- siguen denunciando esas injusticias porque
defienden su derecho a vivir. Y para vivir todos necesitamos agua limpia y no agua contaminada, agua en
cantidad y calidad suficiente para la salud y la alimentación; y también para las actividades agrícolas y
ganaderas… Como leemos en la primera lectura: ¡Ojalá todo el Pueblo de Dios fuera profeta!

¡Ay de los que escandalizan a uno de estos pequeños!

Jesús sigue formando al pequeño grupo de sus seguidores para que se consagren enteramente por hacer
realidad un mundo más fraterno. Nadie puede ser discípulo de Jesús y, al mismo tiempo, escandalizar
-con su manera de actuar- a los pequeños, a los creyentes más débiles: Al que escandalice a uno de estos 
pequeños que creen, mejor sería que lo arrojen al mar con una piedra de molino atada al cuello.
Es por eso que Jesús emplea imágenes muy duras, para que cada uno examine su propia vida, pues lo que
está en juego es lo siguiente: entrar en el Reino de Dios… o ser arrojados al ‘basurero’
Hoy, lamentablemente, vivimos en una sociedad ‘escandalosa’ donde hay un abismo entre ricos y pobres: El 
lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas (DP, 1979, n.28).
Todos tenemos manos, pies, ojos; pero ¿los usamos para hacer el bien?
*Las manos son figura del hacer, del trabajo, de la actividad. Como Jesús, debemos emplear nuestras
manos para dar de comer… abrazar y bendecir a los pequeños… acoger a los excluidos…
Sin embargo, hay personas que usan sus manos para herir, humillar, someter, amontonar riquezas sin pagar
el salario a los trabajadores (segunda lectura).
Si tu mano te hace caer, córtatela; renuncia a ese modo de actuar.
*Los pies nos hablan del camino: a dónde vamos… a quién seguimos. Caminando tras los pasos de Jesús:
busquemos a las ovejas perdidas… demos vida a las personas heridas y abandonadas en el camino…
¡Ay de ustedes hipócritas que recorren mar y tierra para enriquecerse!
Si tu pie te hace caer, córtatelo; abandona esos caminos herrados.
*Los ojos representan los deseos y las aspiraciones del ser humano. Por eso, un ojo bueno y sano no es
avaro ni envidioso; en cambio, el ojo malo y enfermo está lleno de codicia, ambición, egoísmo…
Miremos a las personas con ternura y compasión, como lo hace Jesús.
Si tu ojo te hace caer, córtatelo; miremos la vida de manera más evangélica.
J. Castillo A.

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