miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿Quién es Jesús?


Domingo XXIV, Tiempo Ordinario (ciclo B)

*Ofrecí la espalda a los que me golpeaban (Is 50,5-10)
*La fe, si no tiene obras, está completamente muerta (Stgo 2,14-18)
*Jesús les pregunta: Y para ustedes, ¿quién soy yo? (Mc 8,27-35)

Un día sábado, Jesús y sus primeros discípulos fueron a la sinagoga de Cafarnaún. Allí, la gente asombrada por las enseñanzas y obras de Jesús, pregunta: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, con autoridad! (Mc 1,21-28). Más tarde, cuando Jesús calma la tempestad, sus discípulos exclaman: ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen? (4,35-41).
En el Evangelio de hoy, el mismo Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy?... Y para ustedes ¿Quién soy yo?... Según las respuestas Jesús es: Profeta… Mesías… Hijo del hombre…

Otros dicen que eres uno de los profetas
Jesús de Nazaret ha terminado su misión en la región de Galilea. Y, antes de ir a la ciudad de Jerusalén donde será crucificado, Él y sus discípulos van a los pueblos paganos de Cesarea de Filipo. Mientras se alejan de Galilea, dejando allá el instinto territorial, Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? La respuesta de aquellas personas relaciona a Jesús con los grandes profetas.
Profeta es la persona llamada y enviada por Dios para decir al pueblo, con palabras y gestos audaces, cuál es la voluntad de Dios. Todo profeta cumple su misión porque está lleno del Espíritu de Dios y porque tiene una fe profunda que no se quiebra ante las dificultades. Profeta es un servidor fiel a Dios y a su pueblo, hasta morir si es necesario. El profeta, para ser creíble, tiene que: renunciar, denunciar, anunciar; y justamente estas características están presentes en la vida de Jesús.
*Jesús ha renunciado a muchas cosas… y con esta autoridad moral puede decir al joven rico que quiere seguirle: Una cosa te falta, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, luego sígueme (Mc 9,17-22).
*Jesús denuncia la hipocresía de los fariseos y letrados diciéndoles: Ustedes dejan de lado los mandamientos de Dios, para observar la tradición de los hombres (Mc 7,6-8).
*Jesús va a Galilea para anunciar la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca (Mc 1,14-15).

Tú eres el Mesías
Jesús al preguntar a sus discípulos: Y para ustedes, ¿quién soy yo?... Pedro responde: Tú eres el Mesías (es decir, el Cristo, el Ungido). Es una profesión de fe, pero todavía inicial, frágil, incipiente. En efecto, cuando Jesús saca las consecuencias de esa profesión de fe, Pedro no quiere saber, lleva aparte a Jesús y se pone a reprenderle. En aquella época, nadie esperaba a un Mesías, servidor y sufriente, anunciado ya por el profeta Isaías (42,1ss;  49,1ss;  59,4ss;  52,13ss). No se valoraba la esperanza mesiánica como un servicio a los demás. Jesús sabe que su compromiso con los excluidos, va a incomodar a los que tienen -ayer y hoy- el poder político, económico, religioso. Sin embargo, no da marcha atrás, sigue su camino hacia Jerusalén.

El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Desde entonces y por primera vez, Jesús anuncia a sus discípulos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, sumos sacerdotes y maestros de la Ley; ser condenado a muerte y, después de tres días, resucitar. Según Dn 7,1-28, Hijo del hombre no representa a un individuo sino a un pueblo; en este sentido Jesús asume la misión del Pueblo de Dios. Además, Hijo del hombre es el único título que Jesús usa para sí y, casi siempre, para hablar de su pasión, muerte y resurrección. (Cf. Marcos 8,31-33;  9,9-10;  9,30-32;  10,32-34;  14,21.41).
Si queremos encontrar a Jesús -Profeta, Mesías, Hijo del hombre- no lo busquemos en los ‘be-cerros’ de oro, plata, cobre, plomo… ni en los negociantes de lo sagrado que honran a Dios con los labios.
Jesús está en cada uno de sus hermanos: hambrientos y sedientos… emigrantes y desnudos… enfermos y encarcelados… (Mt 25,31-46). Es allí donde está el Hijo de Dios y es allí donde debemos encontrarlo.
Ante el crecimiento de una industrialización salvaje y descontrolada, los seguidores de Jesús ¿podemos permanecer ciegos, sordos, mudos? ¿Es posible ser devotos de Cristo crucificado y, al mismo tiempo,
ignorar a sus hermanos que son crucificados por tantas injusticias?
Hoy también, Jesús llama a la gente y a sus seguidores para decirles: El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero 
quien pierda la vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog