miércoles, 29 de mayo de 2019

Jesús bendice y sube al cielo

Ascensión del Señor, ciclo C
He 1,1-11  -  Ef 1,17-23  -  Lc 24,46-53

Subrayemos el mensaje que nos transmite el texto evangélico de hoy:
   Jesús dice a sus seguidores que según la Sagrada Escritura,
Él tenía que padecer y resucitar al tercer día. Y -en su nombre-
se anunciaría a todos: la conversión y el perdón de los pecados.
   Luego añade: Ustedes deben dar testimonio de esto y, para ello,
recibirán la fuerza del Espíritu Santo que el Padre ha prometido.
   Y, cerca de Betania, mientras los bendice, es llevado al cielo.

Según la Sagrada Escritura, Jesús debía sufrir y resucitar
   Para no ser predicadores vacíos de la Palabra de Dios,
porque no la escuchamos con el corazón; necesitamos meditar
la Sagrada Escritura, y anunciarla de tal manera que: oyendo crean…
creyendo esperen… y esperando amen… (Vaticano II, DV, n.1 y 25).
   Nos hace falta oír la Palabra de Dios y el grito de los que sufren:
*Un sábado Jesús va a la sinagoga de Nazaret y lee el texto de Isaías:
He sido ungido para anunciar la Buena Noticia: a los pobres…
a los presos… a los ciegos… a los oprimidos… (Lc 4,16ss).
Desde entonces, por comprometerse con los pobres tiene problemas,
pues las autoridades políticas y religiosas buscan matarlo.
*Los fariseos, los maestros de la ley y los funcionarios del templo,
por defender sus costumbres, dejan la Palabra de Dios (Mc 7,13).
Cierto día, Jesús les narra una parábola donde un sacerdote y un levita
no hacen nada por un hombre herido… En cambio, un samaritano
tiene compasión y actúa con entrañas de misericordia (Lc 10,25ss).
*Mientras camina con los discípulos de Emaús, Jesús los reconcilia
a partir de la Sagrada Escritura: Comenzando por Moisés
y los profetas, les explica los textos que hablan de Él (Lc 24,13ss).
*Antes de separarse de sus discípulos, Jesús les dice:
Tenía que cumplirse en mí todo lo escrito en la ley de Moisés,
en los profetas y en los salmos. Luego les abre la inteligencia
para que comprendan la Sagrada Escritura (Lc 24,44s).

Ustedes deben dar testimonio de esto
   El primer medio para anunciar el Evangelio es el testimonio
centrado en el amor a Dios y en el amor al prójimo. Al respecto,
Paulo VI dice: El hombre contemporáneo escucha más a gusto
a los que dan testimonio que a los que enseñan…
y si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio (EN, n.41).
   Cierto día,  Jesús sube a una montaña… llama a los que quiere…
elige de entre ellos a Doce  para que le acompañen
y, después, para enviarlos a predicar… (Mc 3,13s).
Más adelante, sus seguidores/as aumentan (Lc 8,1s;  10,1;  23,27).
Todos ellos, hombres y mujeres, son testigos de Jesús, porque:
*Conocen personalmente a Jesús. Y nosotros le conocemos,
gracias al testimonio de nuestros hermanos mayores en la fe.
*Como ellos escuchemos sus enseñanzas sobre el Reino de Dios,
para anunciarlo y hacer realidad un mundo fraterno y humano.
*Saben que Jesús tiene autoridad moral para hablar de los pobres,
pues vive pobre entre los marginados, débiles, enfermos, pecadores…
Hagamos lo mismo -hoy- dando vida plena a las personas que sufren.
   Por todo esto, antes de subir al cielo, Jesús pide a sus discípulos:
ser testigos, incluso en medio de las persecuciones y calumnias…
pues quien les mate creerá que está dando culto a Dios (Jn 16,2).

Mientras los bendice, Jesús se separa de sus discípulos
   Los malvados usan sus manos para: Cambiar los linderos…
Apacentar rebaños robados… Llevarse el burro del huérfano…
Tomar en prenda el buey de la viuda… Arrancar al huérfano
del pecho materno… Tomar en prenda al hijo del pobre… (Job 24).
   Jesús, compasivo y misericordioso, usa las manos para dar vida:
*Pone sus manos sobre los enfermos y los sana (Lucas 4,40).
*Lo mismo hace con los leprosos, y los reintegra a la sociedad (5,13).
*Bendice los panes y da de comer a las personas hambrientas (9,16).
*Toma de la mano a una joven mujer y le devuelve la vida (8,54).
*Acoge a publicanos y pecadores, y come con ellos (15,1s).
*En la última cena toma el pan, da gracias, lo parte y se lo da (22,19).
*En Emaús, toma el pan, lo bendice, lo parte y se lo da (24,30).
*En Betania, Jesús levanta las manos, bendice a sus discípulos
y, mientras los bendice, se separa de ellos (es llevado al cielo);
para prepararnos un lugar en el corazón de Dios Padre. 
J. Castillo A.

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