miércoles, 11 de julio de 2018

Iglesia pobre entre los pobres

15º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Am 7,12-15  -  Ef 1,3-14  -  Mc 6,7-13

   La Iglesia siente cada vez más fuerte
el impulso del Espíritu a ser pobre entre los pobres,
a recordar la necesidad de conformarse con el ideal de pobreza
predicado y practicado por Jesús (Juan Pablo II, 24 noviembre 1994).
   Por eso, cuando des un banquete invita a pobres, mancos, cojos,
ciegos; y tú serás feliz porque ellos no pueden pagarte (Lc 14,13s).

Hacen falta cristianos ligeros de equipaje
   Jesús no se desanima por el desprecio que recibe en Nazaret.
Sigue enseñando en los pueblos vecinos y, para esta misión,
envía a sus discípulos con indicaciones precisas que valen para hoy:
Predicar la conversión, desde la pobreza… y sanar a los enfermos
  El 16 de nov.1965, cuarenta obispos del Concilio Vaticano II
firmaron: El pacto de las catacumbas. He aquí algunos compromisos:
-Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población
 en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción
-Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad
 de la riqueza, especialmente, en el vestir (ricas vestimentas,
 colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos
-Rechazamos que… nos llamen con nombres y títulos que expresen
 grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor)
   En consecuencia: *Donde hay desigualdad, hace falta una Iglesia
que sea Pueblo de Dios, germen de vida, dignidad, justicia, paz.
*Donde los ricos se imponen con violencia, hace falta una Iglesia
 que camine en medio del pueblo, con misericordia y olor a oveja.
*Donde hay gastos en adornos superfluos, hace falta una Iglesia
 pobre entre los pobres, servidora y profética ante las injusticias.
*Donde hay corrupción, hace falta una Iglesia que tome distancia
del sistema económico y político vigente, que opte por las víctimas,
denunciando a los responsables que explotan a las personas sencillas.
   Nosotros, no podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,20).

Quédense en la casa donde entren
   Jesús deja de lado el lujoso templo de Jerusalén y las sinagogas,
y da más importancia a la familia, al hogar, a la casa. Él nos dice:
Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen
   En nuestros días, si los párrocos conociéramos a nuestros fieles,
no sería necesario exigir a los novios tantos requisitos;
ni abandonarlos a su suerte, después de la ceremonia religiosa.
¿Puede una madre olvidar y dejar de amar al hijo de sus entrañas?
Pero, aunque ella se olvide, yo tu Dios no te olvidaré (Is 49,14ss).
   Que nuestra pastoral familiar acompañe a los esposos,
en los primeros años de la vida matrimonial (AL, 2016, n.217ss).
   Sobre la familia, el Papa Juan Pablo II -en Puebla- dijo lo siguiente:
Haced todos los esfuerzos para que haya una pastoral familiar.
Luego insiste en dar prioridad a esta pastoral, pues la evangelización
-en el futuro- depende en gran parte de la Iglesia doméstica (1979).
   Teniendo en cuenta estas palabras, el Documento de Puebla afirma:   
Urge un diligente cuidado pastoral para evitar males provenientes de
-la falta de educación en el amor,
-la falta de preparación al matrimonio,
-el descuido de la evangelización de la familia, y
-de la formación de los esposos para la paternidad responsable (578).
La Pastoral Familiar es evangelizadora, profética y liberadora…
Busca caminos para que las parejas y las familias puedan avanzar
en su vocación al amor y en su misión de formar personas,
educar en la fe, contribuir al desarrollo (n.591ss).
   Sobre la vida humana y el medio ambiente, el Papa Francisco dice:
Entre los pobres más abandonados y maltratados,
está nuestra oprimida y devastada tierra (LS, n.2). Luego añade: 
Contra la llamada cultura de la muerte,
la familia constituye la sede de la cultura de la vida…
En la familia se cultivan los hábitos de amor y cuidado de la vida,
por ejemplo, el uso correcto de las cosas, el orden, la limpieza,
el respeto al ecosistema local y la protección de todo lo creado…
En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar,
a decir gracias como expresión de una sentida valoración
de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad
o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño.
Estos pequeños gestos ayudan a construir una cultura de la vida.
J. Castillo A.

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