Fiesta de Cristo Rey, ciclo A
Ez 34,11-17 - 1Cor
15,20-28 - Mt 25,31-46
Aquel día, al atardecer de la vida, todos
seremos examinados,
no
por las promesas, las canciones y las oraciones… que decimos;
sino
por la acogida y ayuda que hacemos a
las personas necesitadas.
Son
benditos
quienes dan de comer a los hermanos/as de Jesús…
y
son malditos
los que no lo hacen… los egoístas, los indiferentes.
Jesús
vino a servir y no para ser servido
La fiesta que hoy celebramos, fue establecida por el Papa Pío XI,
el
11 de diciembre de 1925; quien ordenó también
renovar este día
la consagración del género
humano al Sagrado Corazón de Jesús.
En
aquella época, la Iglesia buscaba recuperar sus privilegios,
frente
al auge de las repúblicas… y del laicismo del mundo moderno.
Para
el Papa Pío XI, el laicismo era una peste de nuestros tiempos.
¿Se
justifica el rito de consagrar -un
país con autoridades corruptas-
al Sagrado Corazón de Jesús y al
Inmaculado Corazón de María?
Para
entrar en el Reino de Dios, no basta
orar, prometer, consagrar
(como
sucedió aquí: 21/X/2016). Lo decisivo es seguir
a Jesús:
*Si yo, siendo Maestro y Señor, les he lavado
los pies,
también ustedes deben lavarse los pies
unos a otros
(Jn 13,13ss).
*El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la
cabeza (Mt 8,20).
*Los que visten elegantemente viven en
palacios de reyes (Mt 11,8).
*Los gobernantes de las naciones someten a sus
súbditos.
Ustedes no sean así… El que quiera ser
el primero,
que se haga servidor de los demás, a
imitación del Hijo del Hombre,
que vino no a ser servido, sino a servir
y a dar su vida
(Mt 20,25ss).
El
Vaticano II (1962-1965) nos pide continuar la obra de Jesús:
No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna.
Solo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu
Santo,
la
obra del mismo
Cristo, quien vino al mundo:
-para dar testimonio de la verdad, -para salvar y no para juzgar,
-para servir y no para ser servido (GS, n.3).
Oír
el clamor de los hermanos y hermanas de Jesús
*Tengo hambre… En el Perú,
con una población de 32 millones,
hay
2’500,000 de hombres y mujeres que sufren
hambre;
y
unos 400,000 niños y niñas -menores de 5 años- desnutridos.
Jesús
al ver esa multitud, tiene compasión y dice a sus discípulos:
No tienen necesidad de irse, denles ustedes de comer (Mt 14,14ss).
*Estoy
sediento… Cada día, contaminamos los lagos, los ríos, el mar;
arrojando:
-aguas negras o servidas, -basuras, -relaves mineros,
-productos
químicos, -desechos industriales… Como siempre,
son
los pobres quienes sufren más, al beber agua contaminada.
Hoy
también, Jesús crucificado exclama: Tengo sed (Jn 19,28).
*Soy
forastero… Hay en nuestro país, unas 400 empresas mineras
que
son una amenaza permanente para los
campesinos e indígenas;
pues,
con el apoyo de los gobiernos de turno, esas empresas extraen:
minerales,
petróleo, gas… dejando inmensos depósitos de porquería.
Ante
esta injusticia que clama al cielo, habitantes de la Sierra y Selva
se
ven obligados -con dolor- a dejar la
tierra que los vio nacer.
Los dos discípulos de Emaús, dicen al forastero Jesús:
Señor, quédate con nosotros, ya es tarde y el día se acaba (Lc 24,29).
*Estoy
desnudo… ¿Cómo se explica que produciendo lana y algodón,
fibra
de alpacas y de llamas… preferimos los vestidos asiáticos?
¿Por
qué somos indiferentes, al ver a tantas personas mal vestidas?
¿De
qué sirve “alquilar” vestidos para ciertas ceremonias religiosas,
cuando negamos al mismo Jesús el vestido
para cubrir su desnudez?
José
de Arimatea, hombre justo, pide a Pilato el cuerpo de Jesús,
y,
luego, lo envuelve en una sábana (Lc 23,50ss; cf. Lc 2,6s).
*Estoy
enfermo… Lamentablemente, tenemos hospitales sin camas,
sin
medicamentos, sin infraestructura, sin equipos suficientes…
Mientras
tanto, sigue el comercio de las clínicas y de los consultorios.
¿Hay
proyectos para promover la salud, y prevenir enfermedades?
Un
samaritano ve al enfermo abandonado en el camino,
tiene compasión, cura
sus heridas, lo sube a su propia
cabalgadura,
lo
lleva a un
alojamiento, y lo cuida… (Lc 10,30ss).
*Estoy
preso…Tenemos 69 penales con
capacidad para 36,000 reos.
Sin
embargo, hay cerca de 82,000 presos, de ellos 14,000 enfermos.
No
olvidemos que todos ellos son hijos de Dios y hermanos nuestros.
Toman preso a Jesús, y sus discípulos le abandonan (Mt
26,50ss).
J. Castillo A.
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