33º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Prov 31,10-31 - 1Tes
5,1-6 -
Mt 25,14-30
Hoy
en día, hay hombres y mujeres que son como peces
muertos,
viven
arrastrados por la corriente del egoísmo, bienestar, fama, poder;
llevan
una vida mediocre, sin meta… Son servidores malos y flojos.
Muy
diferente, compartir los dones
recibidos de Dios,
para
dar vida a los que sufren… Son servidores
buenos y fieles,
pues,
como peces vivos, luchan contra la
corriente de la indiferencia.
Escondí
el don que me diste
El servidor que recibió un talento (don de Dios), se acerca y dice:
Señor, tuve miedo y escondí tu talento
bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
Ese
servidor, en vez de poner su capacidad
al servicio de los demás,
prefiere
instalarse en un bienestar superficial, no se complica la vida,
no
asume responsabilidades, es incapaz de crecer como persona libre.
Además,
ese servidor
malo y flojo tiene una falsa idea de su señor,
piensa
que es un patrón exigente, a quien se le debe tener miedo…
Hay
“creyentes” que tienen la falsa idea de un dios-castigador,
y
para aplacar su ira, multiplican prácticas religiosas rutinarias.
Además,
no reconocen el grave pecado de omisión,
por eso:
-no dan de comer a las personas que
viven en la pobreza (Lc 16,20s),
-no sanan a los enfermos abandonados en
el camino (Lc 10,30ss),
-prefieren
conservar costumbres y leyes que
esclavizan (Mc 7,1ss).
Las
consecuencias están a la vista. Lo dice el Papa Francisco,
con
motivo de la 1ª Jornada Mundial de los
Pobres (1ª JMP):
La
pobreza nos desafía
todos los días con sus muchos rostros,
marcados por el dolor, marginación,
opresión, violencia, tortura,
encarcelamiento, guerra, privación de la
libertad y de la dignidad,
ignorancia, analfabetismo… falta de
trabajo, tráfico de personas,
esclavitud, exilio, miseria, migración
forzada.
La
pobreza tiene el rostro
de mujeres, hombres y niños explotados…
La
pobreza es fruto de:
-la injusticia social, -la miseria moral,
-la codicia de unos pocos, -la
indiferencia generalizada (n.5).
Iglesia
pobre entre los pobres
Los dones que Dios nos da, son para
producir buenos frutos.
Un
ejemplo concreto está en la primera lectura de este domingo,
donde
una esposa y madre ejemplar: -Hace el bien y nunca el mal…
-Se levanta cuando aún es de noche, para
dar comida a su familia…
-Abre su mano al pobre y acoge al
necesitado…
-Es fuerte y digna, y mira confiada el
porvenir…
-Habla siempre con sabiduría y enseña
con amor…
-Se preocupa por la buena marcha de su
casa y nunca está ociosa…
Jesús
-el hijo de María- anuncia la
verdadera felicidad, diciendo:
-Felices
los pobres, porque el Reino de
Dios les pertenece (Lc 6,20).
-Felices los que oyen la Palabra de Dios y la
practican (Lc 11,28).
-Vengan, benditos
de mi Padre, reciban el Reino…
preparado para ustedes, porque me dieron
de comer…
(Mt 25,31ss).
En esta 1ª JMP, el Papa nos pide seguir
el ejemplo de Jesús:
*No
amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras…
El que quiere amar como Jesús ama, ha de hacer suyo su ejemplo;
especialmente cuando se trata de amar a los pobres (n.1).
*Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario
que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres (n.3).
*Esta Jornada tiene como objetivo: -Reaccionar
con la cultura del encuentro, ante la
cultura del descarte y derroche.
-Invitar
a las personas de buena voluntad a compartir con los pobres,
cualquier acción de solidaridad, como
signo de fraternidad (n.6).
*Es mi
deseo -insiste el Papa- que las
comunidades cristianas
inviten a los pobres y a los voluntarios a participar en la Eucaristía.
Si entre los vecinos viven pobres que solicitan protección y ayuda,
acerquémonos a ellos, solo así encontraremos al Dios que buscamos.
Sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor, para que
sean
maestros que nos ayuden
a vivir la fe (n 7).
*No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres.
La petición del pan expresa la confianza en Dios
sobre las necesidades básicas de nuestra
vida
(n.8).
Sigamos a Jesús, construyendo una Iglesia
pobre entre los pobres.
Solo
entonces, un día, Jesús nos dirá: Muy
bien, servidor bueno y fiel,
como has sido fiel en lo poco, te voy a
dar un cargo importante,
entra a compartir el banquete de tu Señor.
J. Castillo A.
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