miércoles, 15 de noviembre de 2017

Servidores que dan vida

33º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Prov 31,10-31  -  1Tes 5,1-6  -  Mt 25,14-30

   Hoy en día, hay hombres y mujeres que son como peces muertos,
viven arrastrados por la corriente del egoísmo, bienestar, fama, poder;
llevan una vida mediocre, sin meta… Son servidores malos y flojos.
   Muy diferente, compartir los dones recibidos de Dios,
para dar vida a los que sufren… Son servidores buenos y fieles,
pues, como peces vivos, luchan contra la corriente de la indiferencia.

Escondí el don que me diste
   El servidor que recibió un talento (don de Dios), se acerca y dice:
Señor, tuve miedo y escondí tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
Ese servidor, en vez de poner su capacidad al servicio de los demás,
prefiere instalarse en un bienestar superficial, no se complica la vida,
no asume responsabilidades, es incapaz de crecer como persona libre.
Además, ese servidor malo y flojo tiene una falsa idea de su señor,
piensa que es un patrón exigente, a quien se le debe tener miedo
   Hay “creyentes” que tienen la falsa idea de un dios-castigador,
y para aplacar su ira, multiplican prácticas religiosas rutinarias.
Además, no reconocen el grave pecado de omisión, por eso:
-no dan de comer a las personas que viven en la pobreza (Lc 16,20s),
-no sanan a los enfermos abandonados en el camino (Lc 10,30ss),
-prefieren conservar costumbres y leyes que esclavizan (Mc 7,1ss).
   Las consecuencias están a la vista. Lo dice el Papa Francisco,
con motivo de la 1ª Jornada Mundial de los Pobres (1ª JMP):
La pobreza nos desafía todos los días con sus muchos rostros,
marcados por el dolor, marginación, opresión, violencia, tortura,
encarcelamiento, guerra, privación de la libertad y de la dignidad,
ignorancia, analfabetismo… falta de trabajo, tráfico de personas,
esclavitud, exilio, miseria, migración forzada.
La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados…
La pobreza es fruto de: -la injusticia social, -la miseria moral,
-la codicia de unos pocos, -la indiferencia generalizada (n.5).

Iglesia pobre entre los pobres
   Los dones que Dios nos da, son para producir buenos frutos.
Un ejemplo concreto está en la primera lectura de este domingo,
donde una esposa y madre ejemplar: -Hace el bien y nunca el mal…
-Se levanta cuando aún es de noche, para dar comida a su familia…
-Abre su mano al pobre y acoge al necesitado…
-Es fuerte y digna, y mira confiada el porvenir…
-Habla siempre con sabiduría y enseña con amor…
-Se preocupa por la buena marcha de su casa y nunca está ociosa
   Jesús -el hijo de María- anuncia la verdadera felicidad, diciendo:
-Felices los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece (Lc 6,20).
-Felices los que oyen la Palabra de Dios y la practican (Lc 11,28).
-Vengan, benditos de mi Padre, reciban el Reino…
preparado para ustedes, porque me dieron de comer… (Mt 25,31ss).
   En esta 1ª JMP, el Papa nos pide seguir el ejemplo de Jesús:
*No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras
El que quiere amar como Jesús ama, ha de hacer suyo su ejemplo;
especialmente cuando se trata de amar a los pobres (n.1).
*Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario
que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres (n.3).
*Esta Jornada tiene como objetivo: -Reaccionar
con la cultura del encuentro, ante la cultura del descarte y derroche.
-Invitar a las personas de buena voluntad a compartir con los pobres,
cualquier acción de solidaridad, como signo  de fraternidad (n.6).
*Es mi deseo -insiste el Papa- que las comunidades cristianas
inviten a los pobres y a los voluntarios a participar en la Eucaristía.
Si entre los vecinos viven pobres que solicitan protección y ayuda,
acerquémonos a ellos, solo así encontraremos al Dios que buscamos.
Sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor, para que
sean maestros que nos ayuden a vivir la fe (n 7).
*No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres.
La petición del pan expresa la confianza en Dios
sobre las necesidades básicas de nuestra vida (n.8).
   Sigamos a Jesús, construyendo una Iglesia pobre entre los pobres.
Solo entonces, un día, Jesús nos dirá: Muy bien, servidor bueno y fiel,
como has sido fiel en lo poco, te voy a dar un cargo importante,
entra a compartir el banquete de tu Señor. 
J. Castillo A.

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