miércoles, 29 de marzo de 2017

Volver a nacer

5º Domingo de Cuaresma, ciclo A
Ez 37,12-14  -  Rom 8,8-11  -  Jn 11,1-45

   Recordemos que el Evangelio de Juan fue escrito a fines del siglo I,
con un estilo propio y lleno de vitalidad, para creer en Jesús.
   En el texto de hoy se habla de la enfermedad… y de la muerte
pero siempre en relación a la Vida plena que Jesús nos ofrece, pues:
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13).
  
Jesús dialoga con sus discípulos
   Jesús se ha retirado a la parte oriental del río Jordán (Jn 10,40),
por las continuas amenazas de las autoridades religiosas de Jerusalén.
   Entre tanto, en Betania (que significa casa del pobre),
un amigo de Jesús que se llama Lázaro (=Dios ayuda) está enfermo;
y sus hermanas le mandan avisar: Señor, tu amigo está enfermo.
   Jesús aprovecha esta oportunidad para decir a sus discípulos:
Esta enfermedad no ha de terminar en la muerte,
ha de servir para mostrar la gloria de Dios y la gloria de su Hijo.
   Sabiendo que la gloria de Dios consiste en que el ser humano viva,
es lamentable ver que actualmente hay “entidades” y  “expertos”,
que comercializan con la enfermedad y también con los difuntos.
Jesús no tiene nada que ver con esos negocios… todo lo contrario,
denuncia a quienes devoran los bienes de los pobres (Mc 12,40).
   Por eso, cuando Jesús dice a sus discípulos: Lázaro ha muerto,
de inmediato añade: Me alegro por ustedes para que crean.
Luego, decide ir a Betania, arriesgando su propia vida.
Como sus discípulos tienen miedo, Tomás anima a sus compañeros,
diciéndoles: Vamos también nosotros a morir con Él.
   Antes de su asesinato, 24 marzo 1980, Mons. Oscar Romero dijo:
He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que,
como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección.
Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño
Si llegan a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios
mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador

Jesús y sus discípulos llegan a Betania
   Cuando Jesús llega a Betania, Lázaro lleva cuatro días sepultado;
y muchos judíos consuelan a Marta y María… no pueden hacer más.
   La llegada del Profeta de Nazaret es diferente. Él viene a dar Vida.
*Al saber que Jesús llega, Marta (=señora) sale a recibirlo y le dice:
Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Sin embargo, hablando con un corazón lleno de esperanza, añade:
Pero cualquier cosa que pidas a Dios, yo sé que Dios te la dará.
Luego dice: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
*María (=amada de Dios), al saber que Jesús le llama: se levanta
va de prisave a Jesússe postra a sus pies… llora…
*Jesús (=Dios salva), al ver llorar… se conmueve… y llora
Sobre el llanto, el Papa Francisco dice: Somos una sociedad
que ha olvidado la experiencia de llorar, de “sufrir con”.
La globalización de la indiferencia nos quitó la capacidad de llorar...
Pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia,
de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros,
también en aquellos -que en el anonimato- toman decisiones
socioeconómicas que hacen posibles dramas como éste (8/07/2013).
   A continuación, Jesús va al sepulcro y desde allí nos sigue diciendo:
*Quiten la piedraQuiten los muros de la injusticia y corrupción…
  quiten el abismo que hay entre el rico y el pobre Lázaro (Lc 16,19ss).
*Ora: Te doy gracias, Padre, porque siempre me escuchas…
  Lo digo ahora para que la gente crea que Tú me enviaste.
*¡Lázaro, sal afuera!... Salir de nuestro egoísmo… salir del negocio
  que hacemos con las personas enfermas o con los fieles difuntos…
  salir de la industrialización salvaje que mata la tierra y a los pobres.
*Cuando Lázaro sale con las manos y los pies atados, Jesús dice:
  Desátenlo y déjenlo caminar: Desatar las ataduras de la indiferencia
  para dar comida… bebida… a los hermanos de Jesús (Mt 25,31ss).
Para todo esto debemos volver a nacer del agua y del Espíritu (Jn 3,3ss).

Las autoridades religiosas deciden matar a Jesús
   Mientras Jesús da Vida, las autoridades religiosas deciden matarlo
y ordenan denunciar su paradero para arrestarlo (Jn 11,46-57).
   Hay instituciones y personas que matan a los profetas (Lc 13,34),
por eso Jesús, al ver la ciudad de Jerusalén, llora por ella y dice:
Ojalá comprendas hoy los caminos de la paz (Lc 19,41ss).
J. Castillo A.

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