miércoles, 22 de marzo de 2017

Ciegos: ayer y hoy

4º Domingo de Cuaresma, ciclo A
1Sam 16,1-13  -  Ef 5,8-14  -  Jn 9,1-41

   El autor del cuarto Evangelio, utilizando un lenguaje simbólico,
presenta el camino de fe que recorre un joven ciego de nacimiento.
   Al recuperar la capacidad de ver, el joven dará testimonio de Jesús,
hasta ser expulsado por los fariseos que se creen dueños de la verdad.
   Jesús no actúa así. Él es la verdadera luz que ilumina y lo acoge.
  
Yo soy la luz del mundo
   En Jerusalén, -sede del poder político, económico y religioso-
nadie tiene piedad de aquel ciego que sobrevive fuera de la ciudad.
Creyentes (de ayer y de hoy) lo ven, pero siguen su camino al templo.
Los seguidores de Jesús tampoco se comprometen por darle la mano,
andan preocupados por saber quién tiene la culpa de su desgracia,
pues, para muchos la enfermedad y pobreza son castigo de un pecado.
   Pero Jesús -que es la Luz del mundo- lo ve… se compadece…
le pone barro en los ojos… y le pide lavarse en la piscina de Siloé.
Empezar a ver es un don divino… y también una tarea humana
El joven que ahora ve, ¿llevará una vida normal sin ser marginado?
Lamentablemente, los parásitos de siempre que adoran al dios-dinero,
no permiten que los pobres se levanten, caminen, vean, oigan, hablen.
   Jesús, en cambio, al saber que ha sido expulsado por los fariseos,
va a buscarlo y le pregunta: ¿Crees en el Hijo del Hombre?
El joven, al reconocer la voz amiga que le había dicho: ve a lavarte
lleno de confianza le contesta: ¿Quién es, Señor, para creer en él?
Jesús le dice: Lo estás viendo, el que te está hablando, ese es.
Fue entonces cuando el joven exclama: Creo, Señor.
   Así es, los caminos de Dios no son como los nuestros (Is 54,8).
Por eso Jesús -que nace vive y muerte pobre- exclama:
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21).
   ¡Felices los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios!

Yo era ciego y ahora veo
   Aquel ciego: es pobre… vive marginado… es mayor de edad…
Por miedo, sus padres lo abandonan… Los fariseos lo excomulgan…
Sin embargo, el encuentro personal con Jesús cambia su vida.
Se levanta y habla de igual a igual con diversos grupos de personas.
   Ante las habladurías de sus vecinos, aquel joven les dice: Soy yo.
Él es la misma persona marginada por la sociedad y la religión,
pero, gracias a un hombre que se llama Jesús, puede ver.
Por ahora, aquel joven solo conoce a Jesús de una manera vaga,
pero esta experiencia es punto de partida para seguir avanzando.
   Más adelante cuando los fariseos le preguntan: ¿qué piensas de Él?,
el joven les da este testimonio: Es un profeta. En otras palabras,
Jesús puede realizar tales obras porque viene de parte de Dios.
   Según los fariseos hubiera sido mejor que diga: Es un pecador.
Sin embargo, el que antes era ciego dice: Si es un pecador no lo sé.
Solo sé una cosa, que yo antes era ciego y ahora veo.
   Luego, al verlos tan preocupados, el joven les pregunta con ironía:
¿Acaso ustedes también quieren hacerse discípulos de Él?
De inmediato, los expertos en materia religiosa lo excomulgan,
actúan así, porque sus obras son malas y prefieren las tinieblas.

¿Acaso nosotros somos ciegos?
   Al final, Jesús se dirige a los “fariseos hipócritas” para decirles:
Los ciegos van a ver… y los que ven, van a quedar ciegos…
   Hay personas que “ven”, pero “son ciegas” porque están al servicio
del capitalismo salvaje que destruye la tierra y explota a los pobres.
Frente a esta injusta realidad que clama al cielo: Qué pueden hacer:
-los trabajadores sin derecho laboral que apenas ganan para comer…
-los campesinos y los indígenas privados de sus tierras…
-los jóvenes desorientados sin ninguna solución para sus problemas…
   Pueden hacer mucho, como lo dice el papa Francisco: Ustedes
los más humildes, explotados, excluidos, pueden y hacen mucho.
Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está,
en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse.
Luego les pide: promover alternativas creativas, por ejemplo,
comprometerse cada día con las “tres T”: Trabajo, Techo y Tierra.
Para todo esto, deben participar: en los grandes procesos de cambio
(II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, 9 de julio del 2015).
J. Castillo A.

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