3º Domingo de Cuaresma, ciclo A
Ex 17,3-7 - Rom
5,1-2. 5-8 - Jn 4,5-42
En aquella época, las mujeres eran
marginadas y despreciadas…
Jesús no actúa así (cf. Jn 2,5; 4,39; 8,11; 11,27; 12,3; 19,26s; 20,18);
valora
como nadie la dignidad de todos, en
especial de las mujeres.
En
este contexto, el papa Francisco dice: Muchas
mujeres
comparten responsabilidades pastorales
junto con los sacerdotes…
Sin
embargo, añade: Todavía es necesario
ampliar los espacios
para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia (EG, 103).
Jesús
dialoga con una mujer Samaritana
Cansado por la caminata, Jesús descansa
junto al pozo de Jacob,
y,
al ver llegar a una mujer samaritana, le dice: Dame de beber…
Más
adelante, sus discípulos le dirán: Maestro, come…
Comer
y beber son necesidades vitales de todo ser humano.
Por
eso, mientras las industrias extractivas contaminan
el agua,
y
pocos ricos amontonan riquezas a costa del hambre
de los pobres;
seguiremos
viviendo en una sociedad injusta, corrupta,
violenta…
Es
necesario pasar de condiciones de vida
menos humanas…
a condiciones más humanas (PP 21), y
también anunciar como Jesús:
*El agua viva que voy a dar es un manantial
que da vida eterna.
*Mi comida es hacer la voluntad del Padre que
me ha enviado.
Luego
la samaritana le pregunta: dónde se debe
adorar a Dios.
Jesús
da una respuesta revolucionaria, pues no se trata de un lugar:
Para encontrarnos con Dios no es
necesario ir a Roma o a Jerusalén.
No hace falta entrar a una capilla o
visitar una catedral.
Desde: la cárcel… un hospital… una
cocina… o el lugar de trabajo,
podemos elevar nuestro corazón hacia
Dios
(J. A, Pagola, 2011).
Así
lo dice Jesús: Llega la hora, en que los verdaderos adoradores
adorarán
al Padre en espíritu y verdad, porque Dios es Espíritu.
Por
su parte, la mujer samaritana hace un
camino personal de fe,
reconoce
que Jesús no solo es un judío o un profeta, sino el Mesías.
Y,
una vez evangelizada por Jesús, evangeliza a la gente de Sicar.
Jesús
dialoga con sus discípulos
Mientras tanto sus discípulos -que fueron
a comprar alimento-
le
dicen: Maestro, come. Jesús que tuvo hambre de pan y sed de agua,
les
responde: Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre…
Debemos
trabajar y comprometernos no solo por el
pan de cada día,
sino
por el alimento que permanece y nos da
vida eterna (Jn 6,26ss).
Luego
Jesús les dice: Uno es el que siembra y otro el que cosecha.
Yo les he enviado a cosechar donde
ustedes no han trabajado.
Otros se han fatigado y ustedes cosechan
el fruto de sus esfuerzos.
La
siembra y la cosecha se realizan en tiempos diferentes,
sin
embargo, el sembrador participa en la
misma alegría del segador.
Hoy,
¿nuestra labor pastoral sigue el
modelo pastoral de Jesús?
¿Nuestros proyectos tienen objetivos
concretos o son improvisados?
¿Hay
diálogo
entre las experiencias de unos y las esperanzas de otros?
¿Cómo anunciar la Buena Noticia del
Reino de vida, justicia y paz,
a
los hombres y mujeres que injustamente sufren hambre y sed?
¿Somos testigos, con palabras y obras,
del amor que Jesús nos tiene?
Jesús
y sus discípulos se quedan en Samaría
Después de permanecer algunos días en el pequeño
pueblo de Sicar,
sus
habitantes dicen a la mujer: Nosotros
mismos le hemos oído
y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo.
Mientras
los fariseos rechazan a Jesús, los despreciados se convierten.
Siguiendo
el ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe,
anunciemos
el mensaje de Jesús, sobre todo, de
persona a persona,
como
nos lo recuerda e insiste el papa Francisco:
Se trata de llevar el Evangelio a las
personas que cada uno trata…
Es la predicación informal realizada en
medio de una conversación
y es también la que realiza un misionero
cuando visita un hogar.
Luego,
el Papa nos pide evangelizar siempre y
en todo lugar:
Ser discípulo es tener la disposición
permanente
de llevar a otros el amor de Jesús y eso
se realiza espontáneamente
en cualquier lugar: en la plaza, en el
trabajo, en el camino.
Para
evitar un estancamiento infecundo de la
Iglesia, el Papa dice:
No hay que pensar que el anuncio del
Evangelio
deba transmitirse siempre con
determinadas fórmulas aprendidas,
o con palabras precisas que expresen un
contenido invariable.
El
Evangelio se transmite de formas muy
diversas (EG, 127ss).
J. Castillo A.
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