2º Domingo de Cuaresma, ciclo A
Gen 12,1-4 - 2Tim
1,8-10 -
Mt 17,1-9
*¿Puede
un creyente vivir cómodamente instalado, sin solidarizarse
con
las personas que tienen rostros desfigurados por las
injusticias?
*¿Escuchamos
las enseñanzas de Jesús y las ponemos en práctica?
*¿Qué
nos impide levantarnos para salvar la
vida de un ser humano,
y
para luchar por una sociedad más justa, humana y fraterna?
Señor,
¡qué bien estamos aquí!
Jesús llama a Pedro, a Santiago y a Juan, los lleva a una montaña,
allí
se transfigura; y aparecen Moisés y Elías conversando con Él.
Fue
entonces cuando Pedro dice: Señor, ¡qué bien estamos aquí!
En
realidad, Pedro tiene miedo y no sabe lo
que dice (Mc 9,6).
También
hoy, muchos preferimos vivir instalados en
nuestra orilla.
En
cambio, si pasamos a la otra orilla
veremos a muchas personas
que
llevan en sus hombros el peso intolerable
de la miseria (SRS 13).
*Allí
están los hermanos preferidos de Jesús que tienen hambre y
sed,
son forasteros porque fueron despojados
de la tierra en que nacieron,
y
viven desnudos, enfermos, perseguidos,
encarcelados (Mt 25).
*En
el Perú, el sueldo mínimo vital es
de unos $ 260 dólares,
mientras
el sueldo mensual de un congresista
supera los $ 9,000,
y algunos empresarios acumulan $ 125,000
dólares mensuales.
La
raíz de este escandaloso abismo es el ansia de dinero (1Tim 6,10),
y
para disimular se multiplican programas
sociales paliativos.
*Se
sigue reduciendo las exigencias del cuidado
de la madre tierra,
para
favorecer la industrialización salvaje y
descontrolada (DA 473).
*Hay
medios de comunicación que están al
servicio del gran capital,
y
hacen propaganda para consumir, adormecer y esclavizar a la gente.
Ante
estas y otras injusticias, producto de una estructura económica,
podemos
decir como Pedro: Señor, ¡qué bien estamos aquí!
Ojalá
los responsables “creyentes” puedan escuchar la voz de Dios:
Caín, ¿qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano
Abel,
que has derramado en la tierra, pide
justicia
(Gen 4,9ss).
Este
es mi Hijo amado. Escúchenle
Mientras Pedro está hablando, una nube
luminosa los cubre
y
desde el interior de la nube se oye la voz del Padre que dice:
Éste
es mi Hijo muy amado, mi predilecto. Escúchenle.
Ahora bien, ¿bastará oír la Palabra de Dios,
en la Misa dominical
y,
después, durante la semana olvidarnos… o hacer lo contrario…?
Al
respecto, escuchemos al mismo Jesús que nos sigue diciendo:
Quien escucha mis palabras y las
pone en práctica
es como el hombre sabio que edifica su
casa sobre la roca…
En cambio, quien escucha mis palabras y no
las pone en práctica,
es como el hombre necio que edifica su
casa sobre arena
(Mt 7,24ss).
Meditemos
también en la parábola del sembrador (Mt 13,18ss).
Escuchando
y practicando las enseñanzas del Maestro Jesús,
formaremos
parte -como Él mismo lo dice- de su nueva familia:
Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios
y la
ponen en práctica (Lc 8,21). Y algo más, llama felices, dichosos,
a
quienes escuchan la Palabra de Dios
y la practican (Lc 11,28).
¡Levántense,
no tengan miedo!
Al oír la voz del Padre, los discípulos caen al suelo llenos de miedo.
Jesús
se acerca, les toca y les dice: ¡Levántense, no tengan miedo!
No
nos instalemos en las alturas,
debemos caminar con Jesús,
porque
el amor más grande es dar la vida por los
amigos (Jn 15,13)
*Es
necesario levantarnos para salvar
una vida, como lo hace José:
se
levanta, toma al niño y
a su madre y huye a Egipto (Mt 2,13ss).
*Así
también hace la suegra de Pedro, después de recuperar la salud,
se
levanta y comienza a
servir a Jesús
(Mt 8,14ss).
*Lo
mismo sucede con Mateo, se levanta y sigue a Jesús (Mt 9,9).
*En
Getsemaní, Jesús toma a Pedro, a
Santiago y Juan, y les dice:
Siento una tristeza de muerte, quédense
aquí y oren conmigo…
Después se acerca a ellos y les dice: Levántense, vámonos,
ya se acerca el que me va a traicionar (Mt 26,36ss).
Sobre
el miedo, escuchemos a San Juan Crisóstomo (350-407),
su
testimonio tiene actualidad: Díganme, ¿qué podemos temer?
¿La
muerte? -Para mí la
vida es Cristo y una ganancia el morir.
¿El
destierro? -Del Señor es
la tierra y cuanto la llena.
¿La
confiscación de los bienes? -Sin nada
venimos al mundo
y sin nada nos iremos (Homilía antes
de partir al exilio).
J. Castillo A.
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