miércoles, 31 de octubre de 2012

Lo importante es amar


Domingo XXXI, Tiempo Ordinario, ciclo B
Deut 6,2-6  -  Heb 7,23-28  -   Mc 12,28-34

El mandamiento más importante
Cuando Dios se aparece a Moisés, en una zarza ardiente, le dice:
He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus lamentos,
he bajado para liberarlo y llevarlo a una tierra nueva (Ex 3,7-10).
Camino a la tierra prometida, Dios hace una alianza con su pueblo:
Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo. Desde entonces, este pueblo
se compromete cumplir con los diez mandamientos (Ex 20,1-17).
En la época de Jesús, habían más de seiscientos preceptos o normas
que se debían observar, dejando de lado el mandamiento de Dios.
Por ejemplo: -el descanso del sábado (Mc 2,23-28;  3,1-6);
-comer con las manos impuras, es decir, sin lavárselas (Mc 7,1-5);
-dejar de lado el amor al padre y a la madre (Mc 7,8-13);
-no comer la carne de animales impuros (Mc 7,14-23);
-ir al templo de Jerusalén al menos una vez al año; etc.
Éstas y otras normas eran pesadas cargas para el pueblo (Mt 23,4).
Ahora bien, Jesús después de ingresar a la ciudad de Jerusalén:
-denuncia a los que convirtieron el templo y la religión en un negocio,
-desenmascara las intenciones homicidas de las autoridades religiosas,
-discute con fariseos y herodianos sobre el tributo del César,
  y con los saduceos sobre la resurrección (Mc 11,1 - 12,27).
En este contexto, un maestro de la Ley que había escuchado aquellas
discusiones y viendo que las respuestas de Jesús eran perfectas,
se acerca y le pregunta: ¿Cuál es el mandamiento más importante?
Jesús le responde a partir de dos textos de la Sagrada Escritura:
El más importante es: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (Dt 6,4ss).
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lev 19,18.34).
Luego, Jesús añade: No hay mandamiento más importante que éstos.
¿Qué espacio ocupa Dios y el prójimo en nuestros corazones?

No estás lejos del Reino de Dios
El maestro de la Ley, que ha tomado distancia de los grupos religiosos,
se muestra totalmente de acuerdo con Jesús y reconoce que
el amor a Dios y al prójimo vale más que todos los sacrificios.
Es por eso que Jesús le dice: No estás lejos del Reino de Dios.
En efecto, Dios no acepta los sacrificios de los malvados
que privan a los pobres del pan que necesitan,
y niegan a su prójimo el justo salario (Eclo 34,18-22).
Refiriéndose al ayuno que Dios quiere, el profeta Isaías dice:
Romper las cadenas de las injusticias, dejar libres a los oprimidos,
compartir tu pan con el hambriento, acoger al pobre sin techo,
vestir al que veas desnudo, no despreocuparte de tu prójimo (Is 58).
¿En nuestras celebraciones religiosas vemos el rostro misericordioso
de Dios que ama a buenos y malos, y hace salir el sol para todos?
Los siguientes textos son el mejor comentario del Evangelio de hoy:
*Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero.
Si uno dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso.
¿Puede amar a Dios a quien no ve, y no amar al hermano a quien ve?
El mandato que Jesucristo nos ha dado es el siguiente:
quien ama a Dios que ame también a su hermano (1Jn 4,19-21).
*El amor es paciente y servicial, no es envidioso ni busca aparentar,
no es orgulloso, ni actúa con bajeza, no busca su interés, ni se irrita,
sino que deja atrás las ofensas y las perdona,
nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad.
Todo lo aguanta y lo cree, todo lo espera y lo soporta (1Cor 13).
San Agustín (354-430) nos dice que para elevarnos hacia Dios
debemos utilizar dos alas: el amor a Dios y el amor a los hermanos.
Si quieres saber lo que vale tu amor, mira a dónde te conduce.
No les hemos dicho: no amen, sino no se aten a las cosas terrenales;
solo así amarán con toda libertad al Creador de todas las cosas.
Si tú te hallas muy atado a alguna cosa de este mundo,
es como si tuvieras goma en las alas, no eres capaz de volar.
Al contrario, si te encuentras desprendido de las cosas terrenales,
tus alas estarán libres de todo aquello que te paraliza, y tú tomarás
vuelo con la ayuda de dos mandamientos: el amor a Dios y el amor
a tu prójimo. ¿A dónde ir sino hacia Dios? Tú te remontas volando,
porque tú subes amando (Comentario al Salmo 121,1).  
J. Castillo A

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