Domingo, 1º de enero del 2017
Num 6,22-27
- Gal 4,4-7 - Lc
2,16-21
Al octavo
día, circuncidan al Niño y le ponen por
nombre Jesús.
Aquella
celebración coincide, hoy, con el inicio
de un Año Nuevo
y, desde
el 1º de enero de 1968, con la Jornada
Mundial de la Paz.
Sigamos
el ejemplo de José y María quienes: acogen
a los pobres…
observan y meditan en su corazón… hacen la voluntad de Dios…
Los
pastores van de prisa a Belén
José y
María son jóvenes y humildes esposos, sin poder ni prestigio.
Sin
embargo, desde su pobreza acogen a unos
pastores despreciados,
que
tienen el privilegio de ver al Niño, al
Salvador, al Señor.
Luego, vuelven alabando a Dios por todo lo que han
visto y oído.
Ciertamente,
como dice Jesús: Felices los ojos que ven (Lc 10,23).
Pasa
el tiempo y aquel Niño crece en edad,
gracia y sabiduría,
sin
olvidar su nacimiento pobre en Belén, ni la visita de los pastores.
Por eso,
años después, a un gran número de discípulos, les anuncia:
Felices
ustedes los pobres, el Reino de Dios les pertenece (Lc 6,20).
Teniendo
presente que los pobres son los privilegiados de Jesús,
jamás
debemos marginarlos, ellos son producto de un sistema injusto:
Supongamos -escribe Santiago- que cuando ustedes están reunidos,
entra uno con anillos de oro y vestido
elegante,
y entra también un pobre con ropas sucias.
Y ustedes fijando la mirada en el que tiene
vestidos lujosos le dicen:
siéntate aquí en este lugar reservado.
Y al pobre: tú quédate de pie, o siéntate allí
en el suelo.
Al actuar así, ¿no están juzgando con pésimos
criterios?
¿Acaso no escogió Dios a los pobres para
hacerlos ricos en la fe,
y herederos del Reino que prometió a quienes le
aman?
¿No son los ricos los que oprimen y hablan mal
de Jesús?
(2,1-7).
Cuando
los discípulos discuten sobre quién es el más importante,
Jesús
toma a un niño, lo pone en medio de ellos, y les dice:
Quien
recibe a este niño en mi nombre, a mí me recibe (Lc 9,46ss).
María
observa y medita en su corazón
Muchos de
nosotros, arrastrados por tanta propaganda comercial,
hemos
perdido la capacidad de ver el
sufrimiento de los pobres.
Muy
diferente lo que dice Dios, Padre misericordioso, a Moisés:
He visto
la opresión de mi pueblo y he bajado a liberarlo (Ex 3,7s).
Lo
mismo hace María, la madre de Jesús, al acoger a los pastores.
Recordemos
que en esa época, los pastores eran personas marginadas,
pues al
vivir junto con los animales, eran despreciados como impuros;
además,
nadie les hubiera invitado a visitar a un recién nacido.
Pero
allí están, contando lo que el ángel les ha dicho sobre el Niño.
Es por
eso que María observa estas cosas y las
medita en su corazón.
Y
nosotros, ¿sabemos ver los signos de los
tiempos? (Mt 16,1ss).
Para
cumplir con su misión evangelizadora -dice el Conc. Vaticano II-
la
Iglesia debe observar a fondo los signos de la época
e
interpretarlos a la luz del Evangelio. Solo así podrá responder
a las
interrogantes sobre el sentido de la vida presente y futura (GS 4).
Circuncidan
al Niño y le ponen por nombre Jesús
Los
jóvenes esposos José y María hacen la
voluntad de Dios.
Ocho
días después de su nacimiento, circuncidan al Niño:
consiste
en una señal para pertenecer al pueblo de Dios (Gen 17,12).
Además,
ese mismo día, le ponen por nombre Jesús, Dios salva.
Felices los que escuchan la Palabra de Dios y
la cumplen (Lc
11,28).
Lo
que dijo Juan Pablo I (obispo de Roma solo durante 33 días),
viene a
ser un buen comentario de lo que hoy estamos celebrando:
Todos los hombres tienen hambre y sed de paz.
La tienen sobre todo los pobres que son los que más pierden y sufren
en los conflictos y las guerras…
Los que estamos aquí tenemos los mismos
sentimientos,
somos
objeto de un amor sin fin de parte de Dios.
Sabemos que Él siempre tiene los ojos fijos en
nosotros,
también cuando nos parece que es de noche.
Dios es
Padre, más aún, es Madre.
No quiere nuestro mal, solo quiere hacernos
bien, a todos.
Y los hijos enfermos tienen mayor motivo para
que la madre los ame,
también nosotros, si estamos enfermos de maldad
o fuera de camino,
tenemos un título más para ser amados por el Señor (10/09/1978).
¡FELIZ AÑO NUEVO!, les deseo a todos ustedes.
J. Castillo A.
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