miércoles, 4 de enero de 2017

Vimos su estrella en Oriente

Epifanía del Señor
Is 60,1-6  -  Ef 3,2-6  -  Mt 2,1-12

   El Niño Jesús es mala noticia para unos y buena noticia para otros,
es rechazado por los que están dentro y aceptado por los que están fuera.
*El rey Herodes quiere saber dónde está el Niño, pero para matarlo.
*Los sacerdotes y los maestros de la ley, saben que el Mesías
ha de nacer en Belén (Miq 5,1s), pero permanecen indiferentes.
*Sin embargo, unos magos de Oriente guiados por una estrella:
Buscan y hallan al Niño… Le adoran y le ofrecen sus dones

En Jerusalén, Jesús es rechazado por las autoridades
   *Herodes es un “rey” extranjero, al servicio del imperio romano.
Para mantenerse en el poder, no solo asesina a sus enemigos,
sino también a sus propios familiares: cuñado, suegra, esposa e hijos.
   Cuando Herodes escucha que unos magos de Oriente preguntan:
¿dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?,
se pone nervioso, teme a ese Niño pobre que ha nacido en Belén,
y para acabar con Él, ordena matar a los niños menores de dos años.
   También, hoy, los pocos privilegiados que nadan en la abundancia,
temen perder sus palacios, privilegios, riquezas, manera de vivir…
Al respecto, el papa Francisco hace esta denuncia (en EG, n.53):
Hoy, todo entra dentro del juego de la competitividad
y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil.
Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población
se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.
   *En Jerusalén, también están las máximas autoridades religiosas,
ellos han hecho del templo un lugar para ganar dinero (Mt 21,12s).
   *Los maestros de la ley y fariseos son expertos en la Escritura,
pero no hacen nada para seguir el ejemplo de los magos de Oriente.
Refiriéndose a estos especialistas, más tarde, Jesús les dirá:
Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado,
porque esperan encontrar en ellas la vida eterna…
pero ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida (Jn 5,39ss).

En Belén, Jesús es adorado por unos magos extranjeros
   El texto de Mateo no dice que son tres reyes de razas diferentes.
Todo eso es imaginación de la tradición cristiana (G. Gutiérrez).
   El mérito de los magos está en que guiados por una estrella,
lo dejan todo y buscan al que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6).
En ellos se cumple lo que dice el profeta Isaías (9,1):
Habitaban en una tierra de sombras y una luz brilló ante sus ojos.
   Después de haber estado en Jerusalén, los magos llegan a Belén:
Entran en la casa. Ven al Niño con María, su madre. Se arrodillan.
Le adoran. Abren sus cofres y le ofrecen: oro, incienso y mirra.
Desde la época de los Santos Padres (siglo 4º) se dice que ofrecen:
oro porque es Rey, incienso porque es Dios, mirra porque padecerá.
Sin embargo, lo que dice Santo Tomás de Aquino es más acertado:
Oro, porque son pobres… Incienso, por el mal olor del establo
Mirra, para la salud del niño… (Lectura, n.201).
   Reflexionemos sobre la pobreza…el mal olor…las enfermedades…
*¿Hasta cuándo los pobres nativos de nuestra Sierra y Selva,
seguirán siendo expulsados de la tierra donde han nacido?
¿Por qué se permite a quienes buscan y adoran el becerro de oro,
destruir la naturaleza y explotar a los pobres con salarios miserables?
*Sobre el mal olor, escuchemos al Papa Francisco (Laudato si, n.21):
La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más
en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta,
los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven
inundados de basura… Muchas veces se toman medidas solo cuando
se ha producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
*Siendo el hambre la causa principal de enfermedades y muertes:
¿Es justo que los fabricantes y traficantes de armas amontonen dinero,
causando enfermedad y muerte a millones de personas indefensas?
¿Qué nos impide seguir los pasos de Jesús, Profeta de la misericordia,
que durante su vida se interesa y hace el bien a los que sufren?
¿Por qué damos preferencia a ciertas fiestas en honor del Niño Jesús,
y dejamos de lado (por no decir en el olvido) sus enseñanzas:
Quiero que sean compasivos y no que ofrezcan sacrificios? (Mt 9,13). 
   Teniendo presente el ejemplo de aquellos magos “extranjeros”,
ojalá los seguidores de Jesús, con el testimonio de nuestra vida,
podamos decir: Señor, te he buscado y te he encontrado.
J. Castillo A.

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