3º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 9,1-4
- 1Cor 1,10-13.17 - Mt
4,12-23
Los poderosos han encarcelado a Juan
Bautista para acallar su voz.
Fue
entonces cuando Jesús se retira a Galilea y, desde allí,
empieza
a predicar: Conviértanse, está cerca el reinado de Dios.
Para
que esta Buena Noticia llegue a todos los pueblos,
Jesús
llama a sus primeros discípulos, personas que viven de la pesca.
Conviértanse,
está cerca el reinado de Dios
El Reino que Jesús
anuncia no es como los reinos de este mundo,
donde
los gobernantes de las naciones someten a
sus súbditos,
y los poderosos abusan imponiendo su
autoridad
(Mt 20,25).
Tampoco
tiene que ver con la actuación de los
escribas y fariseos,
que
buscan exhibirse y ocupar los primeros
puestos (Mt 23,5ss);
y
menos aún con la manera de vivir de los
sumos sacerdotes,
que
han hecho del templo una cueva de
ladrones (Mt 21,13).
Reflexionando
en estos textos, todos necesitamos convertirnos,
es
decir, cambiar el rumbo de nuestra vida y de nuestro corazón.
Para
ello imploremos la ayuda de Dios, como dice el papa Francisco:
A quien le gusta el dinero, los
banquetes exuberantes,
las mansiones suntuosas, los trajes
refinados, los autos de lujo,
le
aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón
y
rece para que Dios lo libere de esas ataduras (Roma,
5/11/2016).
Siguiendo
las enseñanzas de Jesús, la conversión debe llevarnos
a
vivir como hijos de Dios y como hermanos entre nosotros:
No se hagan llamar maestro, porque uno
solo es su Maestro,
y todos
ustedes son hermanos… El primero entre ustedes
que se haga servidor de los demás (Mt 23,8ss).
Solo
así, tendrá pleno significado orar como Jesús nos enseña:
Venga
a nosotros tu Reino de vida, justicia y paz… Para esto,
debemos
solidarizarnos con las personas explotadas y deprimidas.
Danos
hoy nuestro pan de cada día, haciendo
todo para que no falte
este pan de cada día porque es un
derecho
(Juan Pablo II, Lima
1985).
Seguir
a Jesús
Anunciar el
reinado de Dios,
no es tarea de una sola persona.
Es
por eso que Jesús, mientras camina a orillas del lago de Galilea,
llama
a los hermanos Pedro y Andrés, Santiago
y Juan.
Ellos,
que son expertos en la pesca, comprenderán mejor
la
misión que Jesús les va a confiar: ser pescadores de personas;
y,
al seguir a Jesús, vivirán como vive
Él, pobre entre los pobres.
Nosotros, como individuos y como miembros
de una comunidad,
debemos
tener una meta que dé pleno sentido a nuestra existencia…
caminar hacia esa meta…
tener un sólido punto de apoyo…
emplear
los recursos necesarios… utilizar la estrategia adecuada.
Todo
esto, según el texto de Mateo, está presente en la vida de Jesús.
*Meta. Para Jesús el reinado de Dios viene a ser el
ideal de su vida,
la meta por la que
lucha, la causa por la que morirá
crucificado.
Por
eso, cuando Jesús envía en misión a sus discípulos,
no
es para que la gente siga practicando ciertas costumbres religiosas;
sino
para anunciar, con palabras y obras, esta Buena Noticia:
Proclamen que el reinado de Dios está cerca. Sanen a los enfermos,
resuciten a los muertos, limpien
de su enfermedad a los leprosos,
expulsen a los demonios. Den gratis lo que gratis recibieron (Mt 10).
*Camino. Jesús nos muestra un camino que
Él mismo ha recorrido:
El que quiera llegar a ser grande que se
haga servidor de los demás,
como
el Hijo del Hombre que vino no
para que le sirvan,
sino para servir y para entregar su vida (Mt 20,26ss).
*Punto de apoyo. Para Jesús y sus
seguidores este punto de apoyo
son
los insignificantes, los despreciados por la sociedad y la religión:
Jesús llama a un niño, lo pone en medio
de sus discípulos y dice:
Les aseguro que si no se convierten y se
hacen como los niños,
no entrarán en el Reino de Dios… El que reciba en mi nombre
a
un niño como éste, a mí me recibe (Mt 18,1ss; cf. Mt 25,31ss).
*Recurso. Jesús pide que sus seguidores
sean “ligeros de equipaje”:
No lleven oro ni plata ni cobre ni
provisiones para el camino.
No lleven ropa de repuesto ni sandalias
ni bastón,
porque el trabajador tiene derecho a su
alimento
(Mt 10,9s).
*Estrategia. Al respecto escuchemos a
Jesús que nos sigue diciendo:
Miren, yo les envío a ustedes como
ovejas en medio de lobos,
sean astutos como serpientes y sencillos
como palomas
(Mt 10,16).
Reflexionar
también sobre el impuesto al César (Mt 22,15ss).
J. Castillo A.
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