31º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Sab 11,23-12,2 - 2Tes
1,11-2,2 - Lc 19,1-10
Para San Jerónimo (342-400) las riquezas
son injustas,
porque
todo rico o es ladrón, o heredero de
ladrones.
Teniendo
presente estas palabras, ¿un rico puede cambiar
su vida?
Mientras
aquel joven se va triste porque es muy rico (Mc 10,22),
Zaqueo
que también es muy rico se convierte,
cambia su vida.
Zaqueo
busca ver a Jesús
Zaqueo es jefe de los que cobran
impuestos para el imperio invasor,
usa
el cargo que tiene para enriquecerse explotando a los demás.
A
ellos Juan Bautista les dice: No cobren
más de lo debido (Lc 3,13).
Zaqueo
será muy
rico, pero es odiado y despreciado como “pecador”.
Además
es “de baja estatura” no solo física sino moralmente.
Consecuencia:
los pobres cargan sobre sus espaldas esas opresiones.
Hoy,
ante tanta corrupción e injusticia, nacional e internacional,
lo
que dijo Eduardo Galeano (1940-2015) tiene mucha actualidad:
*Es imposible encontrar a un político que
tenga el coraje de decir
lo que robará, o que a viva voz confiese
lo que ya robó…
*Por mucho que los países pobres paguen, no
hay manera de calmar
la sed de la gran vasija agujereada que
es la deuda externa (eterna).
Cuánto más pagan, más deben…Viven
pagando y mueren debiendo…
*Sobre
las inversiones que hacen las empresas transnacionales, dice:
El dinero de los países ricos viaja
hacia los países pobres
atraído por los jornales de un dólar, y
por las jornadas sin horarios...
El dinero viaja sin aduanas. En cambio
los trabajadores que emigran
emprenden una odisea que a veces termina
en las profundidades
del mar Mediterráneo o del mar Caribe (Patas arriba,
1998).
A
pesar de llevar una vida mediocre, Zaqueo busca ver a Jesús.
Quizás
como todo judío, ha oído hablar de Jesús pero no le conoce.
Ahora,
se humilla y, como si fuera un niño, sube a un árbol.
Y
por primera vez, logra ver a Jesús -pobre entre los pobres-
que
camina a Jerusalén acompañado de una multitud de gente pobre.
Hoy
ha llegado la salvación a esta casa
Al llegar a ese lugar, Jesús
levanta los ojos y le dice:
Zaqueo
baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Así
es Jesús: -Camina por ciudades y
pueblos anunciando el Reino.
-Sana a los ciegos, sordos, mudos, paralíticos, leprosos…
-Llama “hermanos”
a los hambrientos, sedientos, desnudos...
-Como
Buen Pastor busca y salva a las
ovejas perdidas,
y
por eso acoge a publicanos y
pecadores, y come con ellos.
-Quita el miedo de un “dios
castigador”…y quiere que todos vivamos
como
hijos de un Padre compasivo y como hermanos entre nosotros.
En
Jesús, el Servidor fiel del Padre, se cumple la profecía de Isaías:
Sobre Él pondré mi Espíritu y anunciará
la justicia a las naciones…
No
quebrará la caña débil, ni apagará la vela que todavía humea,
hasta
que haga triunfar la justicia (Mt
12,17ss; Is 42,1ss).
Para
seguir a Jesús, pongamos en práctica esa profecía, porque:
Dios
sostiene a los que caen y levanta a los que se doblan (Sal 145).
Ahora
bien, gracias al encuentro personal con
Jesús,
hay
un cambio profundo en la vida de Zaqueo…se levanta y exclama:
Mira,
Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres,
y
a quien le he robado, le devolveré cuatro veces más.
Cuando Jesús acoge a los ricos es para
que: -dejen de ser injustos,
-vean a los pobres con los ojos de Dios,
-oigan sus gritos y lamentos,
-los liberen de toda opresión,
marginación y exclusión (cf. Ex 3,7ss),
Solo
así, la salvación llega también hoy a la casa de los ricos,
pues
el
Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que está perdido.
Si
un camello pasa por el ojo de una aguja, ya no es camello,
y
si un rico entra al Reino de los cielos, entonces ya no es rico:
En el Evangelio aprendemos la sublime
lección de ser pobres
siguiendo
a Jesús pobre, y la de
anunciar el Evangelio de la paz
sin bolsa ni alforja, sin poner nuestra
confianza en el dinero
ni en el poder de este mundo (DA, 2007, n.30).
Para
convertirnos necesitamos un encuentro personal con Jesús,
como
lo hicieron: -Nicodemo y su ansia de vida eterna (Jn 3,1-21),
-la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (Jn 4,1-42),
-el joven ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (Jn 9),
-Zaqueo y sus ganas de ser diferente (Evangelio de hoy).
Todos
ellos, gracias al encuentro personal con Jesús, se abrieron
a
la experiencia de la misericordia del
Padre (cf. DA, n.249).
J. Castillo A.
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