miércoles, 17 de agosto de 2016

La salvación es para todos

21º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 66,18-21  -  Heb 12,5-13  -  Lc 13,22-30

   Jesús siendo de condición divina, se hace semejante a los hombres,
se humilla y obedece hasta morir crucificado (Flp 2,6ss).
En la cena de despedida, se arrodilla y lava los pies a sus discípulos,
para que nadie domine a otro ni pisotee sus derechos (Jn 13,4ss).
   Desde esta experiencia, de ser el último y el servidor de todos,
Jesús dice: Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará (Jn 10,9).

Entren por la puerta angosta
   Mientras Jesús se dirige a Jerusalén, sede de los poderosos…
alguien le pregunta: Señor, ¿serán pocos los que se van a salvar?
   Lo importante para Jesús no es “la cantidad”, pocos o muchos,
sino saber que la salvación es un don que Dios da gratuitamente,
y también es una tarea, una respuesta libre de nuestra parte.
   Por eso Jesús responde: Procuren entrar por la puerta angosta,
que significa: conversión…seguir a Jesús…practicar sus enseñanzas.
*Si el sacerdote o el levita del templo de Jerusalén quieren salvarse,
deben seguir el ejemplo del samaritano: ser misericordioso (Lc 10).
*No basta invitar a Jesús para decir: hemos comido y bebido contigo.
La verdadera felicidad está en acoger a pobres, mancos, cojos, ciegos;
y compartir con ellos el pan, sin utilizarlos para figurar (Lc 14,1ss).
*De nada sirve orar en el templo como el fariseo que se cree justo…
Basta decir como el publicano: Señor, ten piedad de mí, soy pecador.
Éste vuelve a su casa justificado, pero el fariseo no (Lc 18,9ss).
*Haber “cumplido” los mandamientos desde la niñez,
no es un boleto de entrada para heredar la vida eterna.
Al joven rico le falta: vender lo que tiene y repartirlo a los pobres,
así tendrá un tesoro en el cielo; y luego seguir a Jesús (Lc 18,18ss).
*Cuando Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos y muy rico:
-acoge a Jesús… -da a los pobres la mitad de todo lo que tiene…
y -devuelve cuatro veces más a quien le ha robado…
Jesús le dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,1ss).

Los últimos serán los primeros
   Jesús lleva a cabo su misión salvadora, sin que nada lo detenga,
ni siquiera las amenazas de muerte de Herodes Antipas (Lc 13,31ss).
El Profeta de Nazaret vive en una sociedad de injustas desigualdades;
allí, sacerdotes, escribas, fariseos, terratenientes, comerciantes ricos…
creen ser los mejores, los primeros; pero sus obras dicen lo contrario.
   El mensaje de salvación que Jesús anuncia está destinado a todos:
judíos y extranjeros, autoridades y pueblo en general, pobres y ricos…
   Sin embargo, lo que más impresiona en la vida de Jesús
es el trato que da a los despreciados: los acoge y come con ellos.
Ahora bien, desde este servicio humilde, Jesús nos sigue diciendo:
Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
   Teniendo presente que los preferidos de Dios son los pobres,  
sigamos reflexionando en los siguientes textos del Nuevo Testamento:
*Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21).
*Sepan que esta salvación de Dios va a ser anunciada a los paganos,
ellos sí la van a escuchar (Hch 28,28).
*Miren, hermanos, quiénes han sido llamados.
Entre ustedes no hay muchos sabios humanamente hablando,
ni muchos poderosos, ni muchas personas importantes.
Dios ha elegido a la gente sencilla, para humillar a los sabios.
Dios ha elegido a los débiles del mundo, para humillar a los fuertes.
Dios ha elegido a gente despreciada y sin importancia del mundo,
es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo.
Y así nadie podrá gloriarse ante Dios (1Cor 1,26ss).
*Hermanos, ustedes que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo,
no deben hacer diferencias entre las personas.
Supongamos que cuando ustedes están reunidos,
entra un rico con anillos de oro y ropa elegante, y le dicen:
-siéntate aquí en el primer lugar.
Y, al mismo tiempo, entra un pobre vestido con ropa sucia, y le dicen:
-quédate allá de pie o siéntate en el suelo.
Al actuar así, hacen diferencias y juzgan con pésimas intenciones.
Hermanos, Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres,
para que sean ricos en la fe y para que hereden el Reino
que Él ha prometido a los que le aman (Stgo 2,1ss).
J. Castillo A.

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