21º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 66,18-21 - Heb
12,5-13 - Lc 13,22-30
Jesús siendo de condición divina, se hace
semejante a los hombres,
se
humilla y obedece hasta morir crucificado (Flp 2,6ss).
En
la cena de despedida, se arrodilla y lava los pies a sus discípulos,
para
que nadie domine a otro ni pisotee sus derechos (Jn 13,4ss).
Desde
esta experiencia, de ser el último y el servidor de todos,
Jesús
dice: Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará (Jn 10,9).
Entren
por la puerta angosta
Mientras Jesús se dirige a Jerusalén,
sede de los poderosos…
alguien
le pregunta: Señor, ¿serán pocos los que se van a salvar?
Lo
importante para Jesús no es “la cantidad”, pocos o muchos,
sino
saber que la salvación es un don que
Dios da gratuitamente,
y
también es una tarea, una respuesta
libre de nuestra parte.
Por
eso Jesús responde: Procuren entrar por la puerta angosta,
que
significa: conversión…seguir a
Jesús…practicar sus enseñanzas.
*Si
el sacerdote o el levita del templo de Jerusalén quieren salvarse,
deben
seguir el ejemplo del samaritano: ser
misericordioso (Lc 10).
*No
basta invitar a Jesús para decir: hemos
comido y bebido contigo.
La
verdadera felicidad está en acoger
a pobres, mancos, cojos, ciegos;
y compartir con ellos el pan, sin
utilizarlos para figurar (Lc 14,1ss).
*De
nada sirve orar en el templo como el fariseo que se cree justo…
Basta
decir como el publicano: Señor, ten
piedad de mí, soy pecador.
Éste
vuelve a su casa justificado, pero el fariseo no (Lc 18,9ss).
*Haber
“cumplido” los mandamientos desde la niñez,
no
es un boleto de entrada para heredar la vida eterna.
Al
joven rico le falta: vender lo que tiene y repartirlo a los pobres,
así
tendrá un tesoro en el cielo; y luego
seguir
a Jesús (Lc 18,18ss).
*Cuando
Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos y muy rico:
-acoge a Jesús… -da a los pobres la mitad de todo lo que tiene…
y
-devuelve cuatro veces más a quien le
ha robado…
Jesús
le dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,1ss).
Los
últimos serán los primeros
Jesús lleva a cabo su misión salvadora,
sin que nada lo detenga,
ni
siquiera las amenazas de muerte de Herodes Antipas (Lc 13,31ss).
El
Profeta de Nazaret vive en una sociedad de injustas desigualdades;
allí,
sacerdotes, escribas, fariseos, terratenientes, comerciantes ricos…
creen
ser los mejores, los primeros; pero sus obras dicen lo contrario.
El
mensaje de salvación que Jesús anuncia está destinado a todos:
judíos
y extranjeros, autoridades y pueblo en general, pobres y ricos…
Sin
embargo, lo que más impresiona en la vida de Jesús
es
el trato que da a los despreciados: los
acoge y come con ellos.
Ahora
bien, desde este servicio humilde, Jesús nos sigue diciendo:
Los
últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
Teniendo presente que los preferidos de
Dios son los pobres,
sigamos
reflexionando en los siguientes textos del Nuevo Testamento:
*Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21).
*Sepan que esta salvación de Dios va a ser
anunciada a los paganos,
ellos sí la van a escuchar (Hch 28,28).
*Miren, hermanos, quiénes han sido llamados.
Entre ustedes no hay muchos sabios humanamente hablando,
ni muchos poderosos, ni muchas personas
importantes.
Dios ha elegido a la gente sencilla, para humillar a los sabios.
Dios ha elegido a los débiles del mundo, para humillar a los fuertes.
Dios ha elegido a gente despreciada y sin importancia del mundo,
es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo.
Y así nadie podrá gloriarse ante Dios (1Cor 1,26ss).
*Hermanos, ustedes que creen en nuestro
glorioso Señor Jesucristo,
no
deben hacer diferencias entre las personas.
Supongamos que cuando ustedes están
reunidos,
entra un rico con anillos de oro y ropa elegante, y le dicen:
-siéntate aquí en el primer lugar.
Y, al mismo tiempo, entra un pobre vestido con ropa sucia, y le
dicen:
-quédate allá de pie o siéntate en el
suelo.
Al actuar así, hacen diferencias y
juzgan con pésimas intenciones.
Hermanos, Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres,
para que sean ricos en la fe y para que
hereden el Reino
que Él ha prometido a los que le aman (Stgo
2,1ss).J. Castillo A.
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