Domingo de Pentecostés, ciclo C
He 2,1-11 - Rom
8,8-17 -
Jn 14,15-16. 23b-26
En el Evangelio de este domingo, Jesús
dice a sus discípulos:
Si
ustedes me aman, pongan en práctica mis mandamientos.
Luego
añade: el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre,
les
enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho.
Amar
a Jesús, haciendo su voluntad
La Cena del
Señor… la Fracción del pan… la Eucaristía…
se
relacionan con: la acogida…el amor
fraterno… el agradecimiento.
Muy
diferente las “misas” realizadas por rutina, negocio, espectáculo.
Al
respecto, reflexionemos en las palabras del Papa Juan Pablo II:
*No es casual que en el Evangelio de Juan no
se encuentre el relato
de la institución eucarística, pero sí
el “lavatorio de los pies” (Jn 13).
Jesús, inclinándose para lavar los pies
a sus discípulos, explica
de
modo inequívoco el sentido de la Eucaristía.
A su vez, San Pablo
reitera con vigor que no es lícita una
celebración eucarística en la
cual no brille la caridad, que se expresa
al compartir efectivamente
los
bienes con los más pobres (1Cor 11,17-22.
27-34).
*Después, el Papa pide a las comunidades
diocesanas y parroquiales
afrontar,
con generosidad fraterna, algunos problemas de pobreza:
Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones
de seres humanos… en las enfermedades que flagelan a los Países
en desarrollo… en la soledad de los ancianos… en
el malestar
de los desempleados… en el desconcierto de los emigrantes.
*A continuación, el Papa nos invita a
hacer un examen de conciencia:
No podemos hacernos ilusiones. Por el
amor mutuo y, en particular,
por la atención a los necesitados se nos
reconocerá como verdaderos
discípulos de Cristo (Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio,
se comprobará la autenticidad de nuestra celebración eucarística.
(Carta
“Quédate con nosotros, Señor”, MND,
2004, n. 28).
En
nuestros días: ¿Ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús,
o
seguimos indiferentes como el “rico malvado”? (Lc 16,19ss).
El
Espíritu Santo nos recuerda lo que Jesús ha dicho
Jesús anuncia a sus discípulos: El
Espíritu Santo que el Padre
enviará,
les enseñará todo y les recordará lo que he dicho.
*Ven, Espíritu Santo, Padre amoroso del pobre…
Pidamos
perdón, porque con ciertos proyectos convertimos al pobre
en
“objeto” de ayuda, en vez que sea “sujeto” de su propia liberación.
En
el Mensaje para la JMJ, enero del 2014, el Papa Francisco dice:
No
nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres.
Acerquémonos a ellos, mirémosles a los
ojos, escuchémosles.
Los
pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar
al
mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.
Pero los pobres no solo son personas a
las que les podemos dar algo.
También ellos tienen algo que
ofrecernos, que enseñarnos.
¡Tenemos
tanto que aprender de la sabiduría de
los pobres!
*Ven, Espíritu Santo, riega lo que es árido…
Que
el anuncio de la Palabra de Dios no sea un simple rito rutinario.
Debemos
tomar conciencia que: En los Libros
Sagrados, el Padre
sale
amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos.
Y que es tan grande el poder y la fuerza
de la Palabra de Dios,
que viene a ser: -apoyo de la Iglesia,
-fortaleza de la fe de sus hijos,
-alimento del alma, -fuente de vida
espiritual
(DV, n.21).
*Ven, Espíritu Santo, lava lo que está
manchado…
Que
las ofrendas del pan y del vino no sean fruto de una tierra
contaminada
y del trabajo de personas explotadas.
Hoy, lo dice el Papa Francisco, no podemos dejar de reconocer
que un verdadero planteo ecológico se
convierte siempre
en un planteo social, que debe integrar
la justicia en las discusiones
sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra
como
el clamor de los pobres (Alabado seas,
24 mayo 2015, n.49).
*Ven, Espíritu Santo, guía al que tuerce el
camino...
Que
la administración de los sacramentos no sea un instrumento
de
control y de poder. Esta actitud contradice el ejemplo de Jesús que
vino
a servir (Lc 22,26s). Una vez más escuchemos al Papa Francisco:
La
Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso
remedio
y un alimento para los débiles…A
menudo nos comportamos
como controladores de la gracia y no
como facilitadores.
La
Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar
para
cada uno con su vida a cuestas (EG, 2013, n. 47).
J. Castillo A.
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