miércoles, 11 de mayo de 2016

Ven, Espíritu Santo



Domingo de Pentecostés, ciclo C
He 2,1-11  -  Rom 8,8-17  -  Jn 14,15-16. 23b-26


   En el Evangelio de este domingo, Jesús dice a sus discípulos:
Si ustedes me aman, pongan en práctica mis mandamientos.
  Luego añade: el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre,
les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho.

Amar a Jesús, haciendo su voluntad
   La Cena del Señor… la Fracción del pan… la Eucaristía

se relacionan con: la acogida…el amor fraterno… el agradecimiento.

Muy diferente las “misas” realizadas por rutina, negocio, espectáculo.

   Al respecto, reflexionemos en las palabras del Papa Juan Pablo II:

*No es casual que en el Evangelio de Juan no se encuentre el relato

de la institución eucarística, pero sí el “lavatorio de los pies” (Jn 13).

Jesús, inclinándose para lavar los pies a sus discípulos, explica

de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía. A su vez, San Pablo

reitera con vigor que no es lícita una celebración eucarística en la

cual no brille la caridad, que se  expresa al compartir efectivamente

los bienes con los más pobres (1Cor 11,17-22. 27-34).

*Después, el Papa pide a las comunidades diocesanas y parroquiales

afrontar, con generosidad fraterna, algunos problemas de pobreza:

Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones

de seres humanos… en las enfermedades que flagelan a los Países

en desarrollo… en la soledad de los ancianos… en el malestar

de los desempleados… en el desconcierto de los emigrantes.

*A continuación, el Papa nos invita a hacer un examen de conciencia:

No podemos hacernos ilusiones. Por el amor mutuo y, en particular,

por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos

discípulos de Cristo (Jn 13,35;  Mt 25,31-46). En base a este criterio,

se comprobará la autenticidad de nuestra celebración eucarística.

(Carta “Quédate con nosotros, Señor”, MND, 2004, n. 28).

   En nuestros días: ¿Ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús,

o seguimos indiferentes como el “rico malvado”? (Lc 16,19ss).

El Espíritu Santo nos recuerda lo que Jesús ha dicho
   Jesús anuncia a sus discípulos: El Espíritu Santo que el Padre

enviará, les enseñará todo y les recordará lo que he dicho.

   *Ven, Espíritu Santo, Padre amoroso del pobre

   Pidamos perdón, porque con ciertos proyectos convertimos al pobre

en “objeto” de ayuda, en vez que sea “sujeto” de su propia liberación.

En el Mensaje para la JMJ, enero del 2014, el Papa Francisco dice:

No nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres.

Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles.

Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar

al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.

Pero los pobres no solo son personas a las que les podemos dar algo.

También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos.

¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría  de los pobres!

   *Ven, Espíritu Santo, riega lo que es árido

   Que el anuncio de la Palabra de Dios no sea un simple rito rutinario.

Debemos tomar conciencia que: En los Libros Sagrados, el Padre

sale amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos.

Y que es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios,

que viene a ser: -apoyo de la Iglesia, -fortaleza de la fe de sus hijos,

-alimento del alma, -fuente de vida espiritual (DV, n.21).

   *Ven, Espíritu Santo, lava lo que está manchado…

   Que las ofrendas del pan y del vino no sean fruto de una tierra

contaminada y del trabajo de personas explotadas.

Hoy, lo dice el Papa Francisco, no podemos dejar de reconocer

que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre

en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones

sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra

como el clamor de los pobres (Alabado seas, 24 mayo 2015, n.49).

   *Ven, Espíritu Santo, guía al que tuerce el camino...

   Que la administración de los sacramentos no sea un instrumento

de control y de poder. Esta actitud contradice el ejemplo de Jesús que

vino a servir (Lc 22,26s). Una vez más escuchemos al Papa Francisco:

La Eucaristía no es un premio para los perfectos sino un generoso

remedio y un alimento para los débiles…A menudo nos comportamos

como controladores de la gracia y no como facilitadores.

La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar

para cada uno con su vida a cuestas (EG, 2013, n. 47). 
J. Castillo A.

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