miércoles, 25 de mayo de 2016

Denles ustedes de comer



Cuerpo y Sangre de Cristo, ciclo C
Gen 14,18-20  -  1Cor 11,23-26  -  Lc 9,11-17

   Mientras Jesús y sus discípulos se retiran a la ciudad de Betsaida,
una gran multitud de hombres y mujeres van a su encuentro.
Jesús, como Buen Pastor, los acogeles anuncia el Reino de Dios…
sana a los enfermos… y pide a sus apóstoles darles de comer

Pan y vino: fruto de la tierra y del trabajo de hombres y mujeres
   Mons. Vallejos, 37º arzobispo del Cusco, dice a los campesinos:
Te doy las gracias por el pan que como… por el vino que bebo…
por la lana de mi ropa… por el alimento que me mantiene…
Todo esto ha hecho sudar tu frente.
Para nosotros es demasiado fácil ir a una feria o al mercado
para adquirir las cosas que necesitamos,
mientras olvidamos las manos que las trabajaron (…).
   Más adelante, renueva su agradecimiento diciendo:
Hermano campesino: Te doy gracias por tu ejemplo y tu trabajo.
Te doy gracias porque no desesperas ni decaes.
Y, especialmente, te agradezco por el pan y el vino,
fruto de la tierra y de tu trabajo diario.
Ellos son el Cuerpo y la Sangre de tu vida.
Creo que si Dios tuviera profesión, sería campesino.
(Carta Pastoral -1982- al cumplir 25 años de ordenación sacerdotal).
   Hoy en día, mientras vivimos esclavizados por el “consumismo”,
la tierra se va convirtiendo en un inmenso depósito de porquería,
poniendo en serio peligro la existencia del ser humano (LS, 21).
   Muy diferente las enseñanzas y las obras de Jesús de Nazaret.
Él nos invita a contemplar la hermosura de la naturaleza (Lc 12,27s),
y nos sigue diciendo que vino a darnos vida en abundancia (Jn 10,10).
Por eso, acoge a los pobres que andan como ovejas sin pastor…
les anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios que es vida…  
sana a los enfermos… y pide a sus seguidores darles de comer,
compartiendo el pan: fruto de la tierra y del trabajo del ser humano.

El pan compartido hace posible una sociedad justa y fraterna
   *Ya es tarde… y, además, están en un lugar despoblado
Por ambos motivos, los discípulos se acercan a Jesús y le dicen:
Despide a la gente para que vayan a buscar alojamiento y comida.
Lamentablemente, tanto ayer como hoy, ésa es la solución más fácil:
-despedir a la trabajadora de casa particular porque está embarazada,
-despedir a los obreros porque se han organizado en un sindicato,
-despedir a los campesinos que han sido despojados de sus tierras, etc.
Quienes decimos que somos cristianos, meditemos en este texto:
Robar algo a los pobres para presentar una ofrenda a Dios,
es como matar un hijo ante los ojos de su madre (Eclo 34,20).
   *En vez de despedir, Jesús les contesta: Denles ustedes de comer.
Al respecto, que no sea letra muerta lo que nos dijo Juan Pablo II:
El “denles de comer” ha de resonar en sus oídos y conciencias.
Denles de comer, hagan todo lo posible por dar dignidad, educación,
trabajo, casa, asistencia sanitaria… (Lima, 5 de febrero de 1985).
   *A continuación, los discípulos entregan a Jesús todo lo que tienen.
-Jesús toma en sus manos los cinco panes y los dos pescados
No olvidemos que Jesús usa sus manos para acoger, sanar, bendecir.
-Luego, levanta los ojos al cielo y agradece a Dios
porque da a conocer estas cosas a la gente sencilla (Lc 10,21).
-Los parte y los da a sus discípulos para que los sirvan a la gente.
Estos gestos, Jesús los vuelve a realizar en la Última Cena (Lc 22,19),
y también en la comida con los discípulos de Emaús (Lc 24,30).
Ahora bien, el problema del hambre tiene solución: compartir el pan.
Para ello, que la Cena del Señor no sea repetición rutinaria de un rito,
sino el encuentro fraterno para que no haya ningún necesitado (Hch 4,34).
   *Al final, todos comieron hasta saciarse y sobraron doce canastas.
A Jesús no le interesa el templo convertido en cueva de ladrones
Él nos sigue diciendo: misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9,13).
Es por eso que a un fariseo importante que le invitó a comer le dice:
Cuando ofrezcas una comida, una cena o un banquete,
invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos, a los ciegos.
Y tú serás feliz porque ellos no tienen con qué pagarte (Lc 14,13s).
¿De qué sirve reunirnos para “celebrar una misa”, cuando después,
mientras unos pasan hambre otros están borrachos? (1Cor 11,20ss).
Los que practican costumbres y tradiciones humanas, pierden su vida.
Los que dan de comer…a los hermanos de Jesús, salvan su vida.
J. Castillo A.

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