miércoles, 4 de mayo de 2016

La vida vence a la muerte



Ascensión del Señor, ciclo C
He 1,1-11  -  Ef 1,17-23  -  Lc 24,46-53

   Jesús se presenta a sus discípulos y les dice: Así estaba escrito:
El Mesías (Cristo) sufrirá y resucitará al tercer día, y en su Nombre
se anunciará la conversión y la misericordia, a todas las naciones.
   Luego añade: Ustedes deben dar testimonio de esto y, para ello,      
les enviaré la fuerza del Espíritu Santo que mi Padre ha prometido.
   Después, cerca de Betania, mientras los bendice, se separa de ellos.

Según la Sagrada Escritura, Jesús debía sufrir y resucitar
   Para no ser predicadores vacíos de la Palabra de Dios, porque
no la escuchamos con el corazón; necesitamos estudiar y meditar la
Sagrada Escritura para anunciarla de tal manera que: oyendo crean
creyendo espereny esperando amen… (Vaticano II, DV, n.1 y 25).
   Sigamos el ejemplo de Jesús, reflexionando en los siguientes textos:
*Un sábado Jesús va a la sinagoga de Nazaret y lee el texto de Isaías:
He sido ungido para anunciar la Buena Noticia: a los pobres…
a los presos… a los ciegos… a los oprimidos… (Lc 4,16ss).
Desde entonces, por comprometerse con los pobres tiene  problemas,
las autoridades políticas y religiosas buscan la manera de matarlo.
*Los fariseos, escribas y funcionarios del templo son expertos
en materia religiosa; sin embargo, prefieren defender sus tradiciones
y costumbres, dejando de lado la Palabra de Dios (Mc 7,13).
Cierto día, Jesús les narra una parábola donde un sacerdote y un levita
no hacen nada por un hombre herido. En cambio, un samaritano
tiene compasión y actúa con entrañas de misericordia (Lc 10,25ss).
*Jesús camina con los discípulos de Emaús y los reconcilia a partir
de la Escritura: Comenzando por Moisés y continuando por todos
los profetas, les explica los textos que hablan de Él (Lc 24,13ss).
*Antes de separarse de sus discípulos, Jesús les dice:
Tenía que cumplirse en mí todo lo escrito en la ley de Moisés,
en los profetas y en los salmos. Luego les abre la inteligencia
para que comprendan la Escritura (Lc 24,44s).

Ustedes deben dar testimonio de esto
   Actualmente, el primer medio de evangelización es el testimonio
de vida cristiana, centrado en el amor a Dios y en el amor al prójimo.
Al respecto, Paulo VI dice: El hombre contemporáneo escucha
más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan…
y si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio (EN, n.41).
   Un día,  Jesús sube a una montaña… llama a los que quiso… elige
de entre ellos a Doce  para que le acompañen y enviarlos a predicar…
(Mc 3,13s). Más adelante, sus seguidores se incrementarán (Lc 8,1ss).
   Todos ellos, hombres y mujeres: -Conocen personalmente a Jesús.
-Oyen sus enseñanzas sobre el Reino de Dios y su justicia.
-Saben que tiene autoridad moral para hablar de los pobres, porque
  vive pobre entre los pobres, con un corazón lleno de misericordia.
-Ven las obras que hace dando vida plena a las personas que sufren.
   Por todo esto, antes de subir al cielo, Jesús pide a sus discípulos:
ser testigos, incluso en medio de las persecuciones y calumnias…
pues quien les mate creerá que está dando culto a Dios (Jn 16,2).

Mientras los bendice, Jesús se separa de sus discípulos
   Los malvados usan las manos para: -Cambiar los linderos…
-Apacentar rebaños robados… -Llevarse el burro del huérfano…
-Tomar en prenda el buey de la viuda… -Arrancar al huérfano del
  pecho materno… -Tomar en prenda al hijo del pobre… (Job 24).
   Las obras de Jesús son diferentes, usa las manos para dar vida:
-Pone sus manos sobre los enfermos y los sana (Lucas 4,40).
-Lo mismo hace con los leprosos, y los reintegra a la sociedad (5,13).
-Bendice los panes y da de comer a las personas hambrientas (9,12ss).
-Toma de la mano a una joven mujer y le devuelve la vida (8,54).
-Amigo de publicanos y pecadores, los acoge y come con ellos (15,1s).
-En la última cena toma el pan, da gracias, lo parte y se lo da (22,19s).
-En Emaús, toma el pan, lo bendice, lo parte y se lo da (24,30).
-En Betania, Jesús levanta las manos, bendice a sus discípulos
  y, mientras los bendice, se separa de ellos (sube hacia el cielo).
   La ascensión de Jesús es el comienzo de su nueva presencia
entre nosotros: Voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido
y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo,
para que donde yo esté, estén también ustedes (Jn 14,2s). Todos
tenemos un lugar preparado por Jesús en el corazón de Dios.
J. Castillo A.

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