miércoles, 3 de febrero de 2016

Lo dejan todo y siguen a Jesús

5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 6,1-8  -  1Cor 15,1-11  -  Lc 5,1-11

   La Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que espada de dos
filos. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo
de la persona para discernir los deseos y pensamientos del corazón.
No hay criatura que escape a su vista (Heb 4,12s). Por esta Palabra
de Dios, hay hombres y mujeres que lo dejan todo y siguen a Jesús.

Desde las orillas del lago… Desde una barca…
   Después del rechazo que tuvo en Nazaret, Jesús sigue su camino
Un día, llega a las orillas del lago de Genesaret, región de Galilea,
donde se reunió muchísima gente para oír la Palabra de Dios.
   Allí, desde las orillas del lago… y desde una barca…
Jesús les anuncia lo que siente en su corazón: Dios Padre nos ama,
y quiere que todos sus hijos e hijas tengan vida en abundancia.
Usa palabras y comparaciones sencillas, que todos comprenden.
Quizás algunos no estarán de acuerdo con sus enseñanzas, pero nadie
dirá que no le han entendido… ¿Qué diremos del lenguaje litúrgico?
   Años más tarde, los que se han convertido y fueron bautizados
se reúnen para escuchar la enseñanza de los apóstoles (Hch 2,42).
Cuando les prohíben enseñar en nombre de Jesús, Pedro y Juan
responden: No podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,20).
Incluso, en medio de las persecuciones, no cesan de orar diciendo:
Señor, concede a tus siervos anunciar tu Palabra sin miedo (4,29).
   ¿Qvemos, hoy, en las orillas de los lagos y en las frágiles barcas?
¿Somos capaces de oír el grito de la tierra y el grito de los pobres?
*Lamentablemente, seguimos contaminando lagunas, ríos y mares…
destruimos la tierra, sin pensar en las próximas generaciones…
Jesús que enseña desde las orillas del lago… ¿qué nos diría?
*Habiendo saqueado los recursos naturales en África y América
Latina, los países ricos cierran sus fronteras a los miles de migrantes
que huyen del hambre, de la guerra, de la muerte… en frágiles barcas.
¿Qué nos diría Jesús que enseña a la gente desde una barca…?

Maestro, por tu palabra, echaré las redes
   Después de enseñar, Jesús dice a Pedro: Rema mar adentro y echa
las redes para pescar. Pedro “experto” en las tareas del mar responde:
Maestro, hemos trabajado toda la noche sin pescar nada.
Desde su experiencia, Pedro sabe que Jesús le pide algo imposible,
sin embargo, cree y responde: por tu Palabra, voy a echar las redes.
   Habiendo realizado una pesca abundante que las redes se rompían,
Pedro se arroja a los pies de Jesús y exclama: Señor, apártate de mí
que soy un pecador. Jesús le responde: No temas, en adelante serás
pescador de personas, es decir, librarás a quienes están en peligro.
   En nuestra sociedad que se asemeja a una noche oscura:
-hay explotación de las personas pobres, débiles, indefensas…
-hay guerras ocasionadas por el armamentismo, gran crimen actual…
-hay violencia indiscriminada pues la vida no vale nada…
   Pero, sabiendo que para cada noche oscura hay un claro amanecer,
confiemos en Jesús que vino: -a buscar y salvar lo que está perdido,
-a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,
 a guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 19,10 y 1,78s)

Lo dejan todo y siguen a Jesús
   Al final de esta jornada “bien ocupada”, Pedro y sus compañeros
llevan sus barcas a tierralo dejan todoy siguen a Jesús
   Seguir a Jesús es una gracia… y también una respuesta libre…
Pedro, Santiago y Juan saben echar y reparar las redes, ellos viven
de su trabajo y saben lo que dejan. Más tarde, desde esta experiencia,
al anunciar la Buena Noticia del Reino, sabrán lo que significa:
El Reino de los cielos es semejante a una red que se echa al mar
   Actualmente, los cristianos y personas de buena voluntad estamos
llamados a construir (Mt 7,21ss) una sociedad más humana y fraterna.
Para ello, debemos dejar todo lo que nos impide tener vida plena:
consumismo… explotación humana… destrucción de la tierra… etc.
Si por esta causa, debemos dar la vida, oigamos a S. Juan Crisóstomo
(350-407) quien, antes al partir al exilio, dice: ¿Qué podemos temer?:
-¿La muerte?, para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir.
-¿El destierro?, del Señor es la tierra y cuanto la llena.
-¿La confiscación de bienes?, sin nada venimos al mundo y sin nada
nos iremos. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo…
No tengo deseos de vivir, si no es para el bien de ustedes.
J. Castillo A.

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