5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 6,1-8
- 1Cor 15,1-11 - Lc
5,1-11
La Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que
espada de dos
filos. Penetra hasta la raíz del alma y
del espíritu, hasta lo más íntimo
de la persona para discernir los deseos
y pensamientos del corazón.
No hay criatura que escape a su vista (Heb 4,12s).
Por esta Palabra
de Dios, hay hombres y
mujeres que lo dejan todo y siguen a
Jesús.
Desde
las orillas del lago… Desde una barca…
Después del rechazo que tuvo en Nazaret, Jesús sigue su camino…
Un
día, llega a las orillas del lago de Genesaret, región de Galilea,
donde
se reunió muchísima gente para oír la Palabra de Dios.
Allí,
desde las orillas del lago… y desde una
barca…
Jesús
les anuncia lo que siente en su corazón: Dios Padre nos ama,
y
quiere que todos sus hijos e hijas tengan
vida en abundancia.
Usa
palabras y comparaciones sencillas, que todos comprenden.
Quizás
algunos no estarán de acuerdo con sus enseñanzas, pero nadie
dirá
que no le han entendido… ¿Qué diremos del lenguaje litúrgico?
Años
más tarde, los que se han convertido y fueron bautizados
se reúnen para escuchar la enseñanza de los apóstoles (Hch 2,42).
Cuando
les prohíben enseñar en nombre de Jesús, Pedro y Juan
responden:
No
podemos callar lo que hemos visto
y oído (Hch 4,20).
Incluso,
en medio de las persecuciones, no cesan de orar diciendo:
Señor, concede a tus siervos anunciar tu Palabra sin miedo (4,29).
¿Qué
vemos, hoy, en las orillas de los
lagos y en las frágiles barcas?
¿Somos
capaces de oír el grito de la tierra y el grito de los pobres?
*Lamentablemente, seguimos contaminando
lagunas, ríos y mares…
destruimos
la tierra, sin pensar en las próximas generaciones…
Jesús
que enseña
desde las orillas del lago… ¿qué nos diría?
*Habiendo saqueado los recursos
naturales en África y América
Latina,
los países ricos cierran sus fronteras a los miles de migrantes
que
huyen del hambre, de la guerra, de la muerte… en frágiles barcas.
¿Qué nos diría Jesús que enseña
a la gente desde una barca…?
Maestro,
por tu palabra, echaré las redes
Después de enseñar, Jesús dice a Pedro: Rema
mar adentro y echa
las
redes para pescar.
Pedro “experto” en las tareas del mar responde:
Maestro,
hemos trabajado toda la noche sin pescar nada.
Desde
su experiencia, Pedro sabe que Jesús le pide algo imposible,
sin
embargo, cree y responde: por tu Palabra, voy a echar las redes.
Habiendo
realizado una pesca abundante que las redes se rompían,
Pedro
se arroja a los pies de Jesús y exclama: Señor, apártate de mí
que
soy un pecador.
Jesús le responde: No temas, en adelante serás
pescador
de personas,
es decir, librarás a quienes están en peligro.
En
nuestra sociedad que se asemeja a una noche oscura:
-hay
explotación de las personas pobres, débiles, indefensas…
-hay
guerras ocasionadas por el armamentismo, gran crimen actual…
-hay
violencia indiscriminada pues la vida no vale nada…
Pero,
sabiendo que para cada noche oscura hay un claro amanecer,
confiemos
en Jesús que vino: -a buscar y salvar lo
que está perdido,
-a iluminar a los que viven en tinieblas y en
sombras de muerte,
a
guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 19,10 y 1,78s)
Lo
dejan todo y siguen a Jesús
Al final de esta jornada “bien ocupada”,
Pedro y sus compañeros
llevan
sus barcas a tierra… lo dejan todo… y siguen a Jesús…
Seguir
a Jesús es una gracia… y también una respuesta libre…
Pedro,
Santiago y Juan saben echar y reparar las redes, ellos viven
de
su trabajo y saben lo que dejan. Más tarde, desde esta experiencia,
al
anunciar la Buena Noticia del Reino, sabrán lo que significa:
El Reino de los cielos es semejante a
una red que se echa al mar…
Actualmente,
los cristianos y personas de buena voluntad estamos
llamados
a construir (Mt 7,21ss) una sociedad
más humana y fraterna.
Para
ello, debemos dejar todo lo que nos impide tener vida plena:
consumismo…
explotación humana… destrucción de la tierra… etc.
Si
por esta causa, debemos dar la vida, oigamos a S. Juan
Crisóstomo
(350-407)
quien, antes al partir al exilio, dice: ¿Qué
podemos temer?:
-¿La muerte?, para mí la vida es Cristo
y una ganancia el morir.
-¿El destierro?, del Señor es la tierra
y cuanto la llena.
-¿La confiscación de bienes?, sin nada
venimos al mundo y sin nada
nos iremos. Yo me río de todo lo que es
temible en este mundo…
No tengo deseos de vivir, si no es para
el bien de ustedes.
J. Castillo A.
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