4º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Jer 1,4-5. 17-19 - 1Cor
12,31--13,13 - Lc 4,21-30
¿Los cristianos podemos permanecer ciegos… sordos… mudos…
en
una sociedad donde hay injusticia, violencia, corrupción… y donde
se
rechaza los valores del Reino: verdad,
libertad, justicia, paz…?
¿Qué
nos impide tomar en serio las enseñanzas y obras de Jesús?
¿Por
qué Jesús es despreciado… perseguido… crucificado…?
Hoy
se cumple esta Escritura que acaban de oír
En la sinagoga de
Nazaret, después de leer el texto del profeta Isaías,
Jesús
dice: Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír.
“Hoy” atraviesa el Evangelio de
Lucas… y tiene mucha actualidad.
*Al oír que el ángel les dice: Hoy ha nacido para ustedes el Salvador,
aquellos
pastores, pobres y despreciados, van a Belén y, en un establo,
encuentran
al niño Jesús… Dios se revela a la gente sencilla (Lc 10,21).
*Jesús que anuncia Buena Noticia a los
pobres y libera a los cautivos,
nos
dice: Hoy se cumple esta
Escritura que acaban de oír. También
hoy los pobres deben tener un sitio
preferencial en nuestros corazones.
*Cuando Jesús sana a un paralítico, la
gente exclama: Hoy hemos
visto cosas increíbles (Lc 5,17-26).
En cambio, los maestros de la ley
y
los fariseos buscan la manera de acabar con Jesús (Lc 6,6-11).
*El camino de Jesús es dar vida, por eso
dice: Hoy y mañana expulso
demonios y sano enfermos… Hoy, mañana y pasado mañana tengo
que seguir mi viaje. Herodes
Antipas, por el contrario, es un asesino:
¡Jerusalén, Jerusalén que matas a los
profetas…! (Lc 13,31-35).
*Zaqueo es rico pero despreciado. Sin
embargo, acoge a Jesús que
le
dice: Hoy tengo que hospedarme
en tu casa. Gracias al encuentro
con
Jesús, Zaqueo se convierte, da la mitad de sus bienes a los pobres,
y
a quienes ha robado les devuelve cuatro veces más. Jesús que vino a
salvar,
le dice: Hoy ha llegado la
salvación a esta casa (Lc 19,1-10).
*Uno de los malhechores confía en Jesús
y le suplica: Acuérdate de mí
cuando llegues a tu Reino. Jesús que
acoge a publicanos y pecadores
le
responde: Hoy estarás conmigo en el
paraíso (Lc 23,39-43).
Ningún
profeta es aceptado en su tierra
Comprometerse con los pobres, ciegos,
oprimidos, paganos…
-como
lo hace Jesús en la sinagoga de Nazaret- trae serios problemas.
Curiosamente,
los habitantes de aquella pequeña aldea de Nazaret
conocen
a Jesús
como el hijo de José, lo han visto
crecer y trabajar;
pero
son incapaces de reconocerlo como el
Profeta enviado por Dios.
Solo
quieren que haga en su tierra lo que hizo en Cafarnaún, es decir,
quieren
ver en Jesús, no al Profeta de Dios
que viene a liberarlos,
sino
a un “mago o curandero” que dé prestigio a su pequeño pueblo.
Por
eso, Jesús les dice: Ningún profeta es aceptado en su tierra.
¿Por
qué muchas veces los pobres excluidos actúan de esa manera,
y
muchos de ellos sueñan con llegar a ser como los ricos?
Ciertamente,
los pobres no son unos santos y, por eso mismo,
tampoco
es justo decir que solo ellos son culpables de su pobreza.
La
verdad es que los pobres son producto
del capitalismo salvaje,
que
desde hace varios siglos los “fabrica” por cientos de millones.
Tampoco
debemos olvidar que el capitalismo salvaje crece sin parar,
con
la complicidad de “gente buena”… y de autoridades corruptas.
Jesús
pasa en medio de ellos y sigue su camino
Los judíos esperaban un Mesías que los
libraría de la opresión
romana,
y se habían olvidado de acoger al extranjero (Lev 19,33s).
Cuando
Jesús les recuerda que Elías es
enviado a una viuda extranjera
para
salvarle del hambre y devolver la vida a su hijo (1Re 17)…
y
que Eliseo sana a Naamán extranjero
y enfermo de lepra (2Re 5)…
sus
paisanos se enfurecen y lo arrastran a un barranco para arrojarlo.
Pero
Jesús responde sin violencia, se abre paso y sigue su camino.
Más
tarde, en un llano, al ver una multitud, levanta los ojos y dice:
Amen a sus enemigos. Hagan el bien a los
que les odian. Bendigan
a los que les maldicen. Oren por los que
les calumnian
(Lc 6,27s).
Antes
de morir, Jesús sigue ofreciendo amor, paz, perdón… y dice:
Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen
(Lc 23,34).
Pablo,
ya convertido, nos habla sobre el amor cristiano (2ª lectura):
El amor es paciente, es servicial, no es
envidioso ni busca aparentar.
No es orgulloso ni actúa con bajeza. No
busca su interés. No se irrita.
Deja atrás las ofensas y las perdona.
Nunca se alegra de la injusticia,
sino de la verdad. Todo lo disculpa,
todo lo espera, todo lo soporta…
Ahora tenemos: fe, esperanza y amor; el
más grande es el amor.
J. Castillo A.
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