miércoles, 17 de febrero de 2016

Este es mi Hijo, escúchenle

2º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Gen 15,5-12. 17-18  -  Fil 3,17-4,1  -  Lc 9,28-36

   Como siempre, los que poseen poder político y económico,
tienen miedo cuando los pobres son capaces de ver… oír… hablar
En estos casos, como dice el Papa Francisco a los obispos mexicanos,
no debemos dejarnos corromper por el materialismo trivial ni por las
ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa (13 feb.2016).
   Al contrario, los cristianos debemos reconocer a Jesús sufriente,
en los rostros de quienes soportan el peso intolerable de la miseria.

Maestro, ¡qué bien estamos aquí!
   Mientras los discípulos “sueñan” con un Mesías poderoso…
Jesús les dice que será condenado a muerte y resucitará al tercer día.
Luego, para anunciarles la victoria de la vida sobre la muerte, sube
a un monte, con Pedro, Santiago y Juan (ellos no aceptan la muerte
de Jesús en Jerusalén… piensan como los hombres no como Dios).
   Pues bien, mientras Jesús ora, su rostro cambia de aspecto. 
Fue entonces, cuando Pedro dice: Maestro, ¡qué bien estamos aquí!;
con esta tentación, Pedro quiere alcanzar la meta sin pasar por la cruz,
dejando allá abajo con sus sufrimientos a los niños, jóvenes y adultos.
*Cuando -en nuestros días- muchos niños y niñas son golpeados
por la pobreza desde antes de nacer… son víctimas de la prostitución,
pornografía, violencia y trabajo infantil… viven abandonados
caminando por las calles… podemos decir: ¡qué bien estamos aquí!
*Cuando muchos jóvenes viven desorientados y frustrados al recibir
una educación de baja calidad… sin oportunidades de progresar
ni de encontrar trabajo… podemos decir: ¡qué bien estamos aquí!
*Cuando muchos hombres y mujeres son privados de sus tierras…
sobreviven con salarios de hambre… están sometidos a fríos cálculos
económicos… con dificultades para organizarse y defender
sus derechos… y al ser ancianos son abandonados y excluidos
del sistema consumista… podemos decir: ¡qué bien estamos aquí!
(Cf. Puebla, n.31-39; Santo Domingo, n.178; Aparecida, n.65 y 402).

Este es mi Hijo elegido, escúchenle
   Lo que se dice de México, vale también para otros países cristianos…
El 2006 -dice Mons. Raúl Vera L.- un grupo de obispos mexicanos
presentamos al Papa Benedicto XVI un informe sobre la situación
de la Iglesia en México, diciéndole que había: injusticia, pobreza,
desigualdad, violencia, crimen organizado infiltrado en las estructuras
del gobierno, sufrimiento de la gente. Él nos respondió: Explíquenme,
cómo es que habiendo tantos millones de católicos en México, están
ocurriendo estas cosas…cómo los están formando ustedes… qué está
haciendo la Iglesia… (Cf. El Economista, 15 febrero 2016).
  Hace más de veinte siglos, Jesús se transfiguró en un monte. Desde
entonces, Dios Padre nos dice: Este es mi Hijo elegido, escúchenle.
Pero, ¿qué hemos hecho de las enseñanzas y obras de Jesús?
¿Bastará realizar ciertos ritos rutinarios solo por “cumplo-y-miento”?
¿Seguimos el ejemplo de Jesús al tratar con niños, jóvenes y adultos?
*Un día, le traen unos niños para que los bendiga, pero sus discípulos
reprenden a esas personas. Viendo esto, Jesús les dice: Dejen que los
niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios
pertenece a los que son como ellos. Les aseguro, el que no recibe
el Reino de Dios como un niño, no entrará en él (Lc 18,15ss).
*Tratándose de los jóvenes… cierto día, en la ciudad de Naín, llevan
a enterrar al hijo único de una madre viuda. Jesús ve, se compadece,
toca el ataúd y dice: Joven, a ti te digo, levántate (Lc 7,11ss).
-En casa de Jairo, Jesús dice: Ella no ha muerto, está dormida. Luego,
tomándola de la mano, le ordena: Muchacha, levántate (8,49ss).
-En la parábola del Padre misericordioso, el hijo menor que vive en la
miseria dice: Me levantaré e iré a la casa de mi padre…(Lc 15,11ss).
*El programa que Jesús anuncia en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,18s)
es Buena Noticia para hombres y mujeres pobres, ciegos, oprimidos.
Ahora bien, lo que Jesús anuncia, lo pone en práctica. Al respecto,
reflexionemos en la respuesta de Jesús a los discípulos del Bautista:
Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven,
los cojos andan, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida,
a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. Y felices aquellos
que no dudan de mí después de haberme visto (Lc 7,21ss). 
   Si escuchamos las enseñanzas de Jesús y las ponemos en práctica,
seremos felices (Lc 11,28) y diremos: ¡Qué bien estamos aquí!
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog