miércoles, 8 de julio de 2015

Iglesia pobre y misionera

Domingo XV, Tiempo Ordinario, ciclo B
Am 7,12-15  -  Ef 1,3-14  -  Mc 6,7-13

   Los que buscan poder económico, político, prestigio, seguridad…
son incapaces de construir una sociedad  justa, humana y fraterna;
porque la pobreza no se elimina con limosna sino con justicia.
   Muy diferente el testimonio de quienes: -viven ligeros de equipaje,
-disfrutan la verdadera felicidad compartiendo con generosidad, y
-buscan introducir en este mundo conversión y cambio de vida.

No lleven pan, alforja, ni dinero
   Jesús no se desanima por el desprecio que recibe en Nazaret.
Sigue enseñando en los pueblos vecinos y, para esta misión,
envía a sus discípulos con indicaciones precisas que valen para hoy:
anunciar la Buena Noticia del Reino desde la pobreza y sencillez.
   Al respecto, en nov. de 1965, 40 obispos del Concilio Vaticano II
firmaron: El pacto de las catacumbas. He aquí algunos compromisos:
*Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población
 en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción
*Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad
 de la riqueza, especialmente, en el vestir (ricas vestimentas,
 colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos
*Rechazamos que… nos llamen con nombres y títulos que expresen
 grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor)
   En consecuencia: -Donde hay desigualdad, hace falta una Iglesia
 que sea Pueblo de Dios, germen de vida, dignidad, justicia, paz…
-Donde los ricos se imponen con violencia, hace falta una Iglesia
 que camine en medio del pueblo, con misericordia y olor a oveja.
-Donde hay gastos en cosas superfluas, hace falta una Iglesia pobre
 entre los pobres, servidora, y con voz profética ante las injusticias.
-Donde hay corrupción, hace falta una Iglesia que tome su distancia
 del sistema económico y político vigente, que opte por las víctimas,
 denunciando por su nombre a los responsables de tanta marginación.
Nosotros, no podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,20).

Quédense en la casa donde entren
   Jesús deja de lado el lujoso templo de Jerusalén y las sinagogas,
y da más importancia a la casa, al hogar, a la familia. Él nos dice:
Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen
Pues bien, en nuestros días, ¿damos prioridad a la pastoral familiar?
¿Bastará realizar ciertas visitas improvisadas de cumplimiento?
   Sobre la familia, el Papa Juan Pablo II -en Puebla- dijo lo siguiente:
Haced todos los esfuerzos para que haya una pastoral familiar.
Luego insiste en dar prioridad a esta pastoral, pues la evangelización
en el futuro depende en gran parte de la Iglesia doméstica (1979).
   Teniendo en cuenta estas palabras, el Documento de Puebla afirma:   
Urge un diligente cuidado pastoral para evitar los males provenientes
de la falta de educación en el amor, la falta de preparación
al matrimonio, el descuido de la evangelización de la familia y de la
formación de los esposos para la paternidad responsable (n.578).
También dicen que la Pastoral Familiar es evangelizadora, profética 
y liberadora… Busca caminos para que las parejas y las familias
puedan avanzar en su vocación al amor y en su misión de formar
personas, educar en la fe, contribuir al desarrollo (n.591ss).
   Sobre el medio ambiente y la vida humana, el Papa Francisco dice:
-Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra
 oprimida y devastada tierra (LS, n.2). Y más adelante añade: 
-En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado
de la vida como, por ejemplo, el uso correcto de las cosas, el orden
y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos
los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral…
y de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir
permiso sin avasallar, a decir gracias como expresión de una sentida
valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad
o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos
pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura
de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea (LS, n.213).
   En Guayaquil, durante su homilía el Papa Francisco dijo: La familia
también forma una pequeña Iglesia, una Iglesia doméstica que, junto
con la vida, encauza la ternura y la misericordia divina. En la familia
la fe se mezcla con la leche materna: experimentando el amor de los
padres se siente cercano el amor de Dios (6, julio, 2015).  
J. Castillo A.

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