domingo, 23 de diciembre de 2012

Paz en la tierra


Nacimiento de Jesús (ciclo C)
Is 9,1-6  -  Tito 2,11-14  -  Lc 2,1-14

Y dio a luz a su hijo primogénito
Después de haber recorrido, aproximadamente, unos 140 kilómetros,
José y María se encuentran en Belén que significa ‘casa de pan’.
Fue en estas circunstancias, nos dice el evangelista San Lucas, que:
*A María le llegó la hora del parto: Ya podemos imaginarnos
lo riesgoso que fue para María y para el niño que llevaba en su seno,
hacer un largo viaje, estando ella en avanzado estado de embarazo.
*Dio a luz a su hijo primogénito: Dios está presente entre nosotros
en la fragilidad de un niño débil y en la ternura de un recién nacido.
Y sigue estando presente en sus hermanos más pobres: hambrientos,
sedientos, emigrantes, desnudos, enfermos, encarcelados (Mt 25).
*Lo envolvió en pañales: Desde siempre, los primeros cuidados que
se tenían con un recién nacido eran: -cortar el cordón, -lavar con agua
-frotar con sal y, finalmente, -envolverlo en pañales (Ez 16,4).
Así mismo, envolver en pañales es el símbolo de todos los cuidados:
Al nacer, yo también respiré el aire común; y al caer en la tierra 
que todos pisan, mi primera voz, como la de todos, fue el llanto.
Me crié entre pañales y con cuidados (Sab 7,3-4).
Los pañales serán el signo para que los pastores reconozcan al Señor.
Y pensar que años después, José de Arimatea -hombre bueno y justo-
pedirá a Pilato el cuerpo de Jesús, lo envolverá en una sábana
y lo depositará en un sepulcro cavado en la roca (Lc 23,50-53).
*Lo acostó en un pesebre, porque no había alojamiento en la posada:
En los primeros instantes de su vida terrenal, en la ciudad de Belén,
Jesús no encontró acogida en la sociedad de aquella época:
vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1,11);
excepto los brazos amorosos de María y de José.
Esta será la condición de vida de Jesús: Las zorras tienen guaridas 
y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene 
donde reclinar la cabeza (Lc 9,57-58).

Hoy ha nacido para ustedes el Salvador
Es Dios quien toma la iniciativa de anunciar esta Buena Noticia
a unos pastores pobres, considerados como ladrones y gente impura.
Todos ellos serán testigos privilegiados del nacimiento del Salvador.
Pues bien, cuando la gloria de Dios los envuelve con su luz,
aquellos pastores sienten un gran temor. Quizás, tienen miedo
no a las tinieblas, sino a la luz. También nosotros, muchas veces,
preferimos no la luz de la verdad, sino las tinieblas de la corrupción:
La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, 
porque sus obras eran malas. Todo aquel que obra mal odia la luz 
y no se acerca a la luz, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, 
para que se vea que sus obras son hechas según Dios (Jn 3,19-21).
El ángel del Señor continúa diciendo: No tengan miedo. Les anuncio 
una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo.
Esta Buena Noticia es la misma persona de Jesús y, por eso mismo,
es motivo de alegría inconfundible para todo el pueblo,
preferentemente, para todos los que sufren y viven tristes.
Si la persona de Jesús ya no es Buena Noticia,
si sus enseñanzas y sus obras no nos dicen nada,
si no conocemos la alegría que solo nos puede llegar de Dios,
si reducimos Navidad solo a disfrutar nuestro propio bienestar…etc.
entonces, estaremos celebrando cualquier cosa, menos Navidad.
A continuación, el mensajero de Dios dice a los pastores:
Hoy les ha nacido -en Belén- el Salvador, que es Cristo, el Señor.
Desde entonces, la venida de Dios es una gracia para todos aquellos
que viven explotados, mientras se convierte en una amenaza
para los culpables de tantos desprecios, injusticias y marginaciones.
Probablemente, aquellos pastores no eran mejores que los poderosos
que los oprimían, pues también ellos abusaban de los más débiles.
Si Dios está de su parte, no es porque se lo merezcan, sino porque
lo necesitan. Dios, Padre misericordioso de todos, no puede reinar
sino haciendo justicia a los que nadie se la hace. Este es el motivo
del anuncio de una Buena Noticia que es también una gran alegría.
Por eso, sigamos anunciando: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra 
paz a los hombres que Dios ama. ¡FELIZ NAVIDAD!  
J. Castillo A.

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