miércoles, 4 de diciembre de 2019

La misión del profeta

2º Domingo de Adviento, ciclo A
Is 11,1-10  -  Rom 15,4-9  -  Mt 3,1-12

   Cuando nace Juan Bautista, su padre Zacarías dice: A ti, hijito mío,
te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
preparando sus caminos, y anunciando a su pueblo que Dios
les da la salvación y les perdona sus pecados (Lc 1,76s).
   Años después, Juan: -Renuncia a una vida cómoda y va al desierto.
-Denuncia la hipocresía e inmoralidad de ciertas autoridades.
-Anuncia la venida de Jesús que bautizará con el Espíritu Santo.

Juan Bautista se presenta en el desierto
   Juan Bautista tiene una misión: preparar el camino del Señor.
Para ello, como todo profeta, lo primero que hace es renunciar.
*Renuncia a vivir en la ciudad de Jerusalén, donde está el templo
con sus riquezas, negocios, ceremonias… También allí están
los sacerdotes, los maestros de la ley, los escribas y fariseos que:
matan a los profetas y apedrean a los enviados de Dios (Mt 23,37).
*La Palabra de Dios vino sobre Juan que está en el desierto.
Esa misma Palabra vino sobre la Virgen María que vive en Nazaret.
*La sencillez -en su vestido y alimento- es una característica de Juan.
*Al final de su vida, Juan da este valioso testimonio sobre Jesús:
Ahora mi gozo es perfecto, Él debe crecer y yo disminuir (Jn 3,30).
   En países de larga tradición cristiana… la Iglesia debe renunciar:
a la ambición terrenal, a las ataduras temporales, a la adulación,
al prestigio ambiguo, a los vínculos con la riqueza. Solo así, la Iglesia
será más transparente, y fuerte su misión de servicio (DM, 14º, n.18).
   Para ser una Iglesia -comunidad cristiana- pobre entre los pobres,
en el Pacto de las catacumbas (1965, n. 6 y 8), 40 obispos dijeron:
*Evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios,
primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos; por
ejemplo, en banquetes ofrecidos o aceptados, y en servicios religiosos.
*Apoyaremos a laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor
llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida.

¡Raza de víboras! Den frutos de una sincera conversión
   Juan denuncia a los fariseos y saduceos que piden bautizarse,
diciéndoles: ¡Raza de víboras! Den fruto de una sincera conversión,
y no se hagan ilusiones diciendo: Somos descendientes de Abraham,
porque Dios puede hacer de estas piedras descendientes de Abraham.
   Más tarde, denunciará las inmoralidades de Herodes Antipas,
diciéndole: No te es lícito tener la mujer de tu hermano Filipo.
Herodes, en vez de oír aquella voz, convertirse y cambiar su vida,
hace encarcelar al profeta Juan… después ordena matarlo (Mt 14,1ss).
Denunciar tiene un costo: calumnia, persecución, muerte (Mt 5,11s).
   Ojalá los responsables del grito de los pobres y de la tierra, oigan
la denuncia que (en dic. de 1511) hizo Fr. Antonio de Montesinos,
en la actual República Dominicana: ¿Con qué derecho y justicia
tienen en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?
¿Con qué autoridad han hecho tan detestables guerras
a estas gentes que estaban en sus tierras, mansas y pacíficas?
¿Cómo los tienen tan oprimidos y fatigados,
sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades,
que de los excesivos trabajos que les dan incurren y se mueren,
o por mejor decir, los matan, por sacar y adquirir oro cada día?

Detrás de mí viene uno con más autoridad que yo
   Juan prepara el camino de Jesús, anunciando esta Buena Noticia:
Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos…
Yo les bautizo con agua para que ustedes se conviertan,
pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo;
Él les bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
   Como Juan, anunciemos a Jesús con el testimonio de nuestra vida,
a saber, con palabras y obras que expresen amor a Dios y al prójimo.
   Así lo dice el Papa Paulo VI: El hombre contemporáneo
escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan;
o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio.
Y añade: Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida,
como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir,
mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo,
de pobreza y despego de los bienes materiales,
de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra:
de santidad (“Anuncio del Evangelio”, 1975, n.41).
J. Castillo A.

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