27º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Hab 1,2-3; 2,2-4
- 2Tim 1,6-8. 13-14
- Lc 17,5-10
No es fácil anunciar el Reino de Dios y
su justicia como hace Jesús.
Es
por eso que sus discípulos le suplican: Señor, auméntanos la fe.
Jesús
nos pide amarnos los unos a los otros
(Jn 13,34), es decir,
amar y estar al servicio de las personas
pobres y necesitadas, pues
somos
simples servidores… solo hacemos lo que debemos hacer.
Señor,
auméntanos la fe
Después que Jesús termina de orar, sus
discípulos le dicen: Señor,
enséñanos a orar (Lc 11,1).
Ahora le piden: Señor, auméntanos la fe.
También
nosotros -desde el fondo del corazón- supliquemos:
*Señor,
auméntanos la fe. Hagamos realidad entre nosotros,
el
proyecto del Reino: de amor, de verdad, de
justicia, de paz…
teniendo
misericordia y compasión como hace el Profeta de Nazaret.
Jesús
viendo
la fe de ellos… dice al paralítico: Levántate (Lc 5,17ss).
*Señor,
auméntanos la fe. Conozcamos a
Jesús, escuchemos y
practiquemos
sus enseñanzas, como hacen quienes son despreciados.
Al leproso samaritano que vuelve
alabando a Dios, Jesús le dice:
Levántate
y vete, tu fe te ha salvado (Lc 17,19).
*Señor,
auméntanos la fe… la esperanza… y el amor fraterno…
-La fe
que no va acompañada de obras, está muerta (Stgo 2,14-17).
-El amor es paciente y servicial, no es
envidioso ni busca aparentar,
no es orgulloso ni actúa con bajeza, no
busca su interés ni se irrita,
olvida las ofensas y las perdona…
siempre se alegra de la verdad.
Tenemos fe, esperanza y amor; el más grande es el amor (1Cor 13).
*La fe es un don de Dios: Rogué para que tu fe no falle (Lc
22,32),
y
también es una respuesta libre:
creer que Jesús puede sanar.
-Jesús dice a la pecadora: Tu fe
te ha salvado, vete en paz (Lc 7,50).
-Con idénticas palabras, Jesús alaba la
fe de una mujer enferma:
Hija,
tu fe te ha salvado, vete en paz (Lc 8,48).
-Jesús dice al ciego de Jericó: Recobra
la vista, tu fe te ha salvado,
luego,
el que era ciego sigue a Jesús
alabando a Dios (Lc 18,35-43).
Somos
simples servidores
Jesús anuncia: Cuando hayan hecho la voluntad del Padre, digan:
Somos
simples servidores, solo hacemos lo que debemos hacer.
Jesús
no quiere que sus discípulos sean
esclavos del dinero injusto,
sino
personas libres, servidores
(=diaconía) del Reino de Dios.
Por
eso, jamás debemos descuidar el anuncio
de la Buena Noticia,
ni
abandonar el servicio a quienes sufren hambre, sed, desnudez…
Recordemos
que en la Cena Pascual, a sus discípulos que discuten
para
ver quién debe ser considerado el más importante, Jesús les dice:
¿Quién es el más importante? ¿El que
está a la mesa o el que sirve?
¿No lo es, acaso, el que está sentado a
la mesa?, sin embargo
yo
estoy en medio de ustedes como el que sirve (Lc 22,24ss)
Al
respecto, Charles de Foucauld (1858-1916) dice lo siguiente:
-Nuestro Maestro es despreciado, el servidor no debe ser alabado.
-Nuestro Maestro es pobre, el servidor no debe ser rico.
-Nuestro Maestro vive con el trabajo de sus
manos,
el servidor
no debe vivir de sus rentas.
-El Maestro anda a pie, el servidor no debe ir en caballo.
-El Maestro está en compañía de los pequeños,
de los pobres,
de los trabajadores; el servidor no debe ser un gran personaje.
-El Maestro es calumniado, el servidor no debe ser elogiado
(…).
-Amémosle como Él nos ama, de la misma manera
imitémosle,
es decir, sufriendo por declararle nuestro
amor,
como Él sufre declarándonos el suyo (Cf. Retiro en
Nazaret, 1897).
Ciertamente,
para Jesús el discípulo no
está por encima del
maestro,
ni el servidor por encima de su amo.
Al
discípulo le basta ser
como su maestro y al servidor como
su amo.
Si al dueño de casa le han llamado
Demonio,
¿qué no dirán de los miembros de su
familia?
(Mt 10,24s)
Sigamos
reflexionando en el siguiente texto de Puebla (n.1145):
Acercándonos
al pobre para acompañarlo y servirlo,
hacemos lo que Cristo nos enseña,
al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros.
Por eso, el servicio a los pobres es la medida privilegiada,
aunque no excluyente, de nuestro
seguimiento a Cristo.
El
mejor servicio al hermano es la
evangelización
que lo dispone a realizarse como hijo de
Dios,
lo libera de las injusticias y lo
promueve integralmente.
J. Castillo A.
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