miércoles, 2 de octubre de 2019

Crecer en la fe y en el servicio

27º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Hab 1,2-3;  2,2-4  -  2Tim 1,6-8.  13-14  -  Lc 17,5-10

   No es fácil anunciar el Reino de Dios y su justicia como hace Jesús.
Es por eso que sus discípulos le suplican: Señor, auméntanos la fe.
   Jesús nos pide amarnos los unos a los otros (Jn 13,34), es decir,
amar y estar al servicio de las personas pobres y necesitadas, pues
somos simples servidores… solo hacemos lo que debemos hacer.

Señor, auméntanos la fe
   Después que Jesús termina de orar, sus discípulos le dicen: Señor,
enséñanos a orar (Lc 11,1). Ahora le piden: Señor, auméntanos la fe.
   También nosotros -desde el fondo del corazón- supliquemos:
*Señor, auméntanos la fe. Hagamos realidad entre nosotros,
el proyecto del Reino: de amor, de verdad, de justicia, de paz
teniendo misericordia y compasión como hace el Profeta de Nazaret.
Jesús viendo la fe de ellos… dice al paralítico: Levántate (Lc 5,17ss).
*Señor, auméntanos la fe.  Conozcamos a Jesús, escuchemos y
practiquemos sus enseñanzas, como hacen quienes son despreciados.
Al leproso samaritano que vuelve alabando a Dios, Jesús le dice:
Levántate y vete, tu fe te ha salvado (Lc 17,19).
*Señor, auméntanos la fe… la esperanza… y el amor fraterno…
-La fe que no va acompañada de obras, está muerta (Stgo 2,14-17).
-El amor es paciente y servicial, no es envidioso ni busca aparentar,
no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés ni se irrita,
olvida las ofensas y las perdona… siempre se alegra de la verdad.
Tenemos fe, esperanza y amor; el más grande es el amor (1Cor 13).
*La fe es un don de Dios: Rogué para que tu fe no falle (Lc 22,32),
y también es una respuesta libre: creer que Jesús puede sanar.
-Jesús dice a la pecadora: Tu fe te ha salvado, vete en paz (Lc 7,50).
-Con idénticas palabras, Jesús alaba la fe de una mujer enferma:
Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz (Lc 8,48).
-Jesús dice al ciego de Jericó: Recobra la vista, tu fe te ha salvado
luego, el que era ciego sigue a Jesús alabando a Dios (Lc 18,35-43).

Somos simples servidores
   Jesús anuncia: Cuando hayan hecho la voluntad del Padre, digan:
Somos simples servidores, solo hacemos lo que debemos hacer.
Jesús no quiere que sus discípulos sean esclavos del dinero injusto,
sino personas libres, servidores (=diaconía) del Reino de Dios.
Por eso, jamás debemos descuidar el anuncio de la Buena Noticia,
ni abandonar el servicio a quienes sufren hambre, sed, desnudez
   Recordemos que en la Cena Pascual, a sus discípulos que discuten
para ver quién debe ser considerado el más importante, Jesús les dice:
¿Quién es el más importante? ¿El que está a la mesa o el que sirve?
¿No lo es, acaso, el que está sentado a la mesa?, sin embargo
yo estoy en medio de ustedes como el que sirve (Lc 22,24ss)
   Al respecto, Charles de Foucauld (1858-1916) dice lo siguiente:
-Nuestro Maestro es despreciado, el servidor no debe ser alabado.
-Nuestro Maestro es pobre, el servidor no debe ser rico.
-Nuestro Maestro vive con el trabajo de sus manos,
 el servidor no debe vivir de sus rentas.
-El Maestro anda a pie, el servidor no debe ir en caballo.
-El Maestro está en compañía de los pequeños, de los pobres,
 de los trabajadores; el servidor no debe ser un gran personaje.
-El Maestro es calumniado, el servidor no debe ser elogiado (…).
-Amémosle como Él nos ama, de la misma manera imitémosle,
 es decir, sufriendo por declararle nuestro amor,
 como Él sufre declarándonos el suyo (Cf. Retiro en Nazaret, 1897).
   Ciertamente, para Jesús el discípulo no está por encima del maestro,
ni el servidor por encima de su amo.
Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su amo.
Si al dueño de casa le han llamado Demonio,
¿qué no dirán de los miembros de su familia? (Mt 10,24s)
   Sigamos reflexionando en el siguiente texto de Puebla (n.1145):
Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo,
hacemos lo que Cristo nos enseña,
al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros.
Por eso, el servicio a los pobres es la medida privilegiada,
aunque no excluyente, de nuestro seguimiento a Cristo.
El mejor servicio al hermano es la evangelización
que lo dispone a realizarse como hijo de Dios,
lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente.
J. Castillo A.

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