miércoles, 16 de enero de 2019

Una boda en Caná de Galilea

2º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 62,1-5  -  1Cor 12,4-11  -  Jn 2,1-11

   En aquella boda, Jesús manifiesta la gloria de Dios,
expresada simbólicamente en el abundante y mejor vino.
Se trata de que todos sus hijos e hijas tengan vida plena (Jn 10,10).
   También en esa boda se ve que el ritualismo de la religión judía,
se asemeja a las seis tinajas de piedra que están vacías.

La Madre de Jesús está allí
   Los especialistas de la religión judía habían impuesto a la gente,
normas y prácticas religiosas basadas en el temor.
Un ejemplo concreto son los ritos de purificación,
que solo benefician a los funcionarios del templo de Jerusalén.
   En este contexto, María -mujer pobre, llena de fe y amor- se dirige,
no al mayordomo de la fiesta, ni al novio, sino a su Hijo Jesús,
y le dice: No tienen vino, es decir, no tienen vida, ni amor, ni alegría.
Al mismo tiempo, pide a los servidores: Hacer lo que Él les diga.
   Hoy, vemos con preocupación el fracaso de muchos matrimonios,
y el abandonado en que viven los hijos de padres separados.
Vemos también que en muchos hogares y en la sociedad faltan:
amor y vida, gracia y santidad, verdad y libertad, justicia y paz.
   La madre de Jesús sigue mirando atenta nuestras necesidades,
y se preocupa cuando en nuestros hogares falta amor, vida, alegría.
Además, María lleva a Jesús nuestras carencias, principalmente,
nuestra falta: de amor a Dios… y de amor al prójimo
En la Anunciación, María exclama: Hágase en mí según tu palabra,
ahora nos sigue diciendo: Hagan todo lo que mi Hijo les dice.
Actuando así, la madre de Jesús sigue alabando a Dios porque:
Enaltece a los humildes… Colma de bienes a los hambrientos
   María, mujer y madre que simboliza la Comunidad cristiana,
está presente -al inicio y al final- de la vida pública de Jesús:
En Caná, Jesús le dice: Mujer, todavía no ha llegado mi hora.
En el Calvario, Jesús le dirá: Mujer, ahí tienes a tu hijo (Jn 19,26s).

Jesús y sus discípulos están invitados
   Jesús dice a los servidores: Llenen de agua las tinajas.
Luego añade: Saquen ahora y llévenlo al mayordomo de la fiesta.
*Llenar. Recordemos que las seis tinajas de piedra están vacías
Con Jesús llega la hora de introducir en la sociedad algo nuevo,
vivir los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio propio (Gal 5,22s).
*Sacar. Se relaciona con la conversión, con el cambio de vida.  
Al respecto meditemos en las siguientes palabras de Jesús (Mt 13,52):
Todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del Reino de Dios,
se parece al dueño que saca de su tesoro cosas nuevas y antiguas.
*Llevar. Necesitamos poner vino nuevo en vasijas nuevas (Mc 9,22).
Para ello, hacen falta  mensajeros que salgan y lleven por todas partes
la Buena Noticia que es la misma persona de Jesús:
Conocer a Jesús es el mejor regalo que podemos recibir,
haberlo encontrado es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y
darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo (DA 32).

En Caná de Galilea, Jesús comienza sus signos,
manifiesta su gloria  y sus discípulos creen en Él
   Tengamos presente que la gloria de Jesús consiste en dar vida,
como se ve en los siguientes signos que realiza en varios lugares.
*Jesús va de nuevo a Caná de Galilea, donde un funcionario le dice:
Señor, ven pronto antes de que mi hijo muera.
Jesús le contesta: Puedes volver, tu hijo está vivo (Jn 4,46ss).
*Después, Jesús va a Jerusalén y -en la piscina de Betsaida-
le dice al paralítico: Levántate, toma tu camilla y camina (Jn 5,1ss).
*Es de noche y Jesús camina sobre las aguas agitadas del lago.
Al notar el miedo de sus discípulos, dice: Soy yo, no teman (Jn 6,16ss).
*En Galilea, Jesús comparte el pan con más de cinco mil personas…
Y cuando muchos de sus discípulos le abandonan, Pedro dice: Señor,
¿a quién acudiremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68).
*En Jerusalén, después de sanar a un joven ciego de nacimiento,
Jesús dice a los fariseos: He venido a este mundo para un juicio,
para que los ciegos vean...  y los que ven, queden ciegos (Jn 9,39).
*En Betania, Jesús dice a Marta: Yo soy la resurrección y la vida,
el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; luego resucita a Lázaro.
Muchos judíos al ver lo que hace Jesús, creen en Él (Jn 11).
J. Castillo A.

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