Sagrada Familia, ciclo B
Eclo 3,2-14 - Col
3,12-21 - Lc 2,22-40
Cuando la experiencia de los
adultos y la esperanza de los jóvenes
caminan
juntos… es más fácil construir un mundo fraterno.
En
efecto: La juventud no es solo la
falta de arrugas y de canas…
La
vejez no es solo la
edad avanzada… Ser joven es tener
una causa
a la que consagrar la propia vida (Mons. Helder
Cámara, en 1968).
La
experiencia de Simeón y Ana, personas mayores
En el diálogo con la samaritana, Jesús
dice a sus discípulos:
Yo les he enviado a cosechar donde otros han trabajado,
ahora ustedes recogen el fruto del esfuerzo de ellos (Jn 4,38).
¿Qué
frutos ofrecemos los adultos/as a las próximas generaciones?
Simeón
no es funcionario del templo. Es un hombre justo, piadoso;
y
-siendo de edad avanzada- espera la liberación
de su pueblo.
Por
eso, cuando José y María llegan al templo llevando al niño Jesús,
Simeón
-conducido por el Espíritu Santo- va al encuentro de ellos…
toma
al niño Jesús en sus brazos… y bendice a Dios diciendo:
Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz,
porque mis ojos han visto la salvación… Luego, le dice
a María:
Mira, este niño será acogido por unos y rechazado
por otros.
Y
añade: En cuanto a ti, una espada de
dolor atravesará tu corazón.
En
el Calvario, María está junto a su hijo Jesús crucificado (Jn 19,25).
Ana es
viuda, anciana de ochenta y cuatro años,
y profetisa.
Ella
también va al templo y, desde que ve al niño Jesús, alaba a Dios
y habla
del niño a todos los que esperan la liberación de Jerusalén.
Recordemos:
Jesús acoge a varias mujeres como discípulas (Lc 8,1s),
y
son mujeres las que proclaman a Jesús resucitado (Mt 28,5ss).
Hoy
hacen falta profetas y profetisas que
anuncien el Reino de Dios:
-Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa… (Rom 16).
-Saluden a Prisca y Áquila y a la iglesia que se reúne en su casa…
-Dios ha querido que en la Iglesia haya en
primer lugar apóstoles,
en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros… (1Cor 12,28).
La
esperanza de José y María, jóvenes esposos
Después que María de Nazaret acepta ser la madre de
Jesús,
va
de prisa a las montañas de Judea para visitar a su prima Isabel.
Desde
aquel humilde hogar, ambas mujeres gestantes elevan su voz:
*Para
defender la dignidad de la mujer,
frecuentemente pisoteada
por
una sociedad machista: Bendita eres entre las mujeres…
*Para
valorar el don de la vida de los más
indefensos, a saber,
los
que están en el seno materno: Bendito es el fruto de tu vientre…
*Para
anunciar la liberación que Dios nos
ofrece desde los pobres:
Dios
derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes,
colma
de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos…
Más
tarde, Jesús retomará estas palabras de María, su madre,
y
anunciará un mensaje liberador a los
pobres y hambrientos,
a los que lloran y son odiados, a los
excluidos y despreciados (Lc 6).
Meses
después, José y María -jóvenes esposos- van a Belén.
Allí,
en un establo, María da a luz a Jesús su hijo primogénito;
y,
en ese establo, reciben la visita de unos pastores despreciados.
Cuarenta
días después José y María, van al templo de Jerusalén
para
el rito de la purificación de la madre (Lev 12),
y
para la
presentación de Jesús, hijo primogénito de María (Ex 13).
Días antes de su pasión y muerte, Jesús
ingresa en Jerusalén,
y purifica
el templo convertido en un lugar de negocios, exclamando:
Mi casa es casa de oración y no cueva de
ladrones
(Lc 19,45s).
Jesús
de Nazaret crece en edad, sabiduría y gracia
Jesús, que ha recorrido las etapas de
vida de toda persona humana,
es el Camino, la Verdad y la Vida para niños… jóvenes… adultos…
Al
respecto, escuchemos el mensaje a los jóvenes del Vaticano II:
Ustedes jóvenes van a recibir la
antorcha de manos de sus mayores
y van a vivir en el mundo en el momento
de sus más gigantescas transformaciones
de su historia.
Ustedes, recogiendo lo mejor del ejemplo
y de las enseñanzas
de sus padres y maestros, van a formar
la sociedad de mañana;
se
salvarán o perecerán con ella… Luego, los obispos dicen:
Sobre todo para ustedes jóvenes, la
Iglesia acaba de alumbrar
en su Concilio una luz, luz que alumbrará el porvenir…Y terminan:
Miren
el rostro de Jesús, el héroe
verdadero, humano y sabio,
el Profeta de la verdad, del amor, el
amigo de los jóvenes.
J. Castillo A.
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