miércoles, 7 de junio de 2017

Dios nos ama

Santísima Trinidad, ciclo A
Ex 34,4-9  -  2Cor 13,11-13  -  Jn 3,16-18

   Sobre la Santísima Trinidad no basta repetir palabras filosóficas,
tales como: substancia, persona, relación, (CCE,251s).
Lo importante es: -Amar a Dios Padre, porque Él nos amó primero.
-Seguir a Jesús, el Hijo de Dios, que vino a salvar y dar vida plena.
-Volver a nacer del agua y del Espíritu Santo (Jn 3,3ss).

Tanto amó Dios al mundo
   A Nicodemo, un fariseo importante entre los judíos, Jesús le dice:
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único.
*Creemos en Dios, Padre misericordioso y compasivo (1ª lectura),
porque Él nos ha creado a su imagen y semejanza (Gen 1,26s).
Jamás debemos olvidar que a Dios le agrada, no los adornos y ritos,
sino que los seres humanos tengan vida, allí está su verdadera gloria.
Por eso, movido de amor, Dios habla a los hombres como amigos,
trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía (DV, 2).
   Jesús, en la última cena, nos pide amarnos como Él nos ama;
luego dice: Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando…
Les llamo amigos, pues les di a conocer lo que oí al Padre (Jn 15,14).
*En el corazón de Dios rico en bondad, ocupa un lugar privilegiado:
los forasteros, huérfanos y viudas (Ex 22,20s;  Deut 24,17;  Is 1,17).
   También Jesús, que vino a darnos vida plena, llama mis hermanos:
a los que no tienen el pan de cada día… a los sedientos… (Mt 25).
*Cuando nace el Bautista, su padre Zacarías alaba a Dios que actúa
con entrañas de misericordia y nos trae el sol de un nuevo día,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1,78s).
   Jesús al narrar la vuelta del hijo menor a la casa paterna, dice:
Cuando su padre lo ve, se le remueven las entrañas,
sale corriendo a su encuentro, le abraza y le besa (Lc 15,11ss).
   Con razón, Juan Pablo I dice: Dios es Padre, más aún, es Madre.
No quiere nuestro mal, solo quiere hacernos el bien a todos (1978).

Jesús, el Hijo de Dios, viene a salvar
   En el diálogo con Nicodemo, Jesús le anuncia esta Buena Noticia:
Dios envió a su Hijo al mundo no para condenar, sino para salvar.
La salvación que Dios nos ofrece, podemos acogerla o rechazarla;
eso depende si aceptamos la luz de la verdad, o preferimos la tiniebla.
   Jesús cumple la misión que el Padre le confió, anunciando el Reino.
Y para que su misión continúe, llama y forma discípulos, seguidores,
quienes deben anunciar el Reino de Dios, llevando una vida sencilla.
   Al respecto, recordemos el seguimiento de sus primeros discípulos.
Al ver que Andrés y Juan le siguen, Jesús pregunta: ¿Qué buscan?;
contestan: Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dice: Vengan y lo verán.
Ellos fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él (Jn 1,35ss).
   Tiempo después, en el lago de Galilea, Jesús le dice a Pedro:
Cuando eras más joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías;
cuando seas viejo, otro te atará y te llevará a donde no quieras.
Le decía esto, indicándole con qué muerte iba a glorificar a Dios.
Luego, Jesús le dice: ¡Sígueme! (Jn 21,18ss); se trata de seguirle,
desde su nacimiento en un establo… hasta su muerte en una cruz.

Volver a nacer del agua y del Espíritu
   Sobre el bautismo, Jesús dice a Nicodemo: Nadie puede entrar
en el Reino de Dios, si no vuelve a nacer del agua y del Espíritu.
*Volver a nacer, significa que llegó la hora de adorar a Dios,
ya no en el monte de Samaría ni en el templo de Jerusalén,
sino en espíritu y verdad, pues Dios es espíritu y verdad (Jn 4,21ss).
*Volver a nacer, como dice el profeta Isaías, es el camino para:
romper las cadenas injustas… dejar libres a los oprimidos…
acabar con toda tiranía…compartir nuestro pan con el hambriento…
hospedar al forastero… vestir al desnudo… (Is 58,6ss; cf. Mt 25).
*En países “cristianos” como el nuestro, hace falta volver a nacer,
es decir, convertirnos, cambiar nuestra manera de pensar y de vivir;
solo así habrá: justicia y paz, verdad y libertad, amor y vida.
*Volver a nacer, nos compromete a respetar: -la vida del universo
-la vida de nuestra madre tierra… -la vida de los hombres y mujeres.
Pero, ¿es justo que los dueños de las empresas transnacionales,
destruyan la vida, dejando en la miseria a millones de seres humanos?
¿Por qué hay “creyentes” que dicen con la boca: ¡Señor, Señor!;
pero su corazón está lejos de Dios? (Mt 7,21;  Mc 7,6).
J. Castillo A.

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