17º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Gen 18,20-32 - Col
2,12-14 - Lc 11,1-13
En la vida de Jesús, la oración ocupa un
lugar fundamental.
Recordemos
que en medio de tantas actividades, Jesús se retira a orar.
Por
eso sus discípulos se acercan y le dicen: Señor, enséñanos a orar.
Gracias
a esta petición, Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro,
que
se puede resumir en dos frases: amar a
Dios… amar al prójimo…
Cuando
oren digan: Padre
El alimento de Jesús es hacer la voluntad del Padre (Jn 4,34).
Recordemos
que, en Jerusalén, la primera palabra de Jesús es Padre:
Debo de ocuparme en las cosas de mi Padre (Lc 2,49).
Y
antes de morir crucificado, Padre
será su última invocación:
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46).
Desde
esta experiencia, Jesús nos enseña amar a Dios: nuestro Padre,
e
imitarlo en su bondad… compasión… misericordia…
Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes (Lc 6,36).
Para
invocar a Dios no necesitamos: dinero, templos, ceremonias...
pues,
cualquier lugar y cualquier momento son buenos para orar.
Supliquemos
a Dios, como hacen los pobres que se acercan a Jesús:
-Señor, si quieres puedes limpiarme… (Lc
5,12ss).
-Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros…
(Lc 17,11ss).
-Jesús, hijo de David, te piedad de mí… Haz
que vea… (Lc 18,35ss).
Ahora
bien, si somos hijos de un mismo Padre
(filiación),
todos
debemos vivir como verdaderos hermanos
(fraternidad).
Sin
embargo, nuestra realidad nos dice otra cosa.
Los
cristianos, ¿qué hemos hecho del Proyecto de Vida de Jesús?
¿Por
qué damos más importancia a tradiciones y costumbres humanas,
dejando
de lado el llamado de Jesús que nos dice: Ven y sígueme?
Al
proclamar: Venga a nosotros tu Reino, ¿lo ponemos en práctica?
¿Qué
hacemos para que haya amor y vida, donde hay odio y
muerte?
¿Somos
testigos de la verdad y libertad, donde hay corrupción?
¿Nos
comprometemos con la justicia y paz, donde hay
explotación?
Padre,
danos el pan de cada día
El grave problema del hambre está
presente en la vida de Jesús.
Es
por eso que nos enseña a orar: Padre, danos el pan de cada día.
Al
respecto, meditemos en los siguientes textos de Lucas:
*María, la madre de Jesús, alaba a Dios
diciendo:
Su nombre es santo y su misericordia
llega a sus fieles…
Derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes.
Colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los
ricos
(Lc 1).
*Jesús, al proclamar las
bienaventuranzas, dice:
Felices los que ahora tienen hambre porque serán saciados (Lc 6).
*Al ver a más de cinco mil personas,
Jesús dice a sus discípulos:
Denles
ustedes de comer… Todos comieron hasta saciarse (Lc 9).
*A un jefe de los fariseos que le ha
invitado a comer, Jesús le dice:
Cuando des una comida, invita a los pobres, mancos, cojos, ciegos;
y tú serás feliz porque ellos no pueden
pagarte (Lc
14).
*La situación del hijo menor, la
encontramos actualmente
en
aquellas personas que buscan en la basura algo que tenga valor:
Deseaba
llenarse el estómago con lo que
daban a los cerdos,
pero nadie le daba nada (Lc 15).
*Sobre el abismo que hay entre ricos y
pobres, Jesús nos dice:
Había un hombre rico que vestía con ropa
fina y comía regiamente.
Echado a la puerta del rico estaba un
pobre llamado Lázaro,
cubierto de llagas, quería saciarse con lo que caía de la mesa del
rico
y hasta los perros se acercaban para
lamerle las heridas
(Lc 16).
*Habiendo anunciado el Reino de Dios,
Jesús celebra una cena y dice:
Cuánto he deseado comer con ustedes esta cena de Pascua (Lc 22).
Después
de veinte siglos, hay “comunidades cristianas” que:
-alaban
a Dios con los labios pero sus corazones están lejos de Él…
-dan
más importancia a los objetos preciosos de los templos…
-se
preocupan de adornar imágenes, en vez de vestir
al desnudo…
-son
indiferentes ante el sufrimiento de las personas despreciadas…
Al
ver éstas y otras desviaciones, bueno sería preguntarnos:
¿Qué
lugar ocupa en nuestra vida las enseñanzas y obras de Jesús?
¿Escuchamos
su voz que nos sigue diciendo: Tengo hambre?
Una
vez más, recordemos las palabras del Papa Juan Pablo II:
Por el bien del Perú no puede faltar el pan de cada día…
Es
un derecho expresado en
nuestra oración cuando rogamos:
Padre,
danos hoy el pan de cada día (Lima, 5 febrero 1985).
J. Castillo A.
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