XI Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Ez 17,22-24 - 2Cor
5,6-10 -
Mc 4,26-34
Lo central en la vida de Jesús es hacer
realidad el Reino de Dios:
vida… amor… gracia… santidad… verdad…
libertad… justicia…paz.
Por
esta causa Jesús es perseguido y crucificado como un delincuente.
Sus
seguidores, de ayer y de hoy, debemos comprometernos,
no
con proyectos paliativos: “cambiar algo para que nada cambie”;
sino
anunciando el Reino de Dios y su justicia como lo hace Jesús.
El
Reino de Dios es como una semilla
En una ocasión, Jesús enseña a la gente
diciendo: El Reino de Dios
es semejante a la semilla que el hombre
siembra en la tierra.
En
la semilla hay una fuerza interior que
es vida, crece poco a poco;
pero
necesita la participación humana: sembrar… cultivar… cosechar.
El
Reino de Dios es un don, un regalo
gratuito de Dios… y también
una tarea, pues depende
de nosotros aceptarlo y hacerlo fructificar.
El
Reino es don de Dios, pues tanto amó
Dios al mundo, que nos
envió a su Hijo único, no para juzgar al
mundo sino para salvarlo.
Para
ello, como toda semilla, Jesús realiza un camino muy humilde:
-Nace
pobre en un establo… y vive en Nazaret un pueblo despreciado.
-Recorre
los pueblos sanando enfermos y acogiendo a los marginados.
-Pasa
su vida haciendo el bien. Sin embargo
es asesinado muy pronto:
Si así tratan al árbol verde, ¿qué no
harán con el árbol seco? (Lc 23).
El
Reino de Dios es tarea de la persona que lo acoge libremente.
Por
eso, Jesús llama a un grupo de seguidores para que vivan con Él
y,
después, los envía a anunciar el Reino de Dios, diciéndoles:
No lleven nada fuera de un bastón, ni
pan, ni alforja, ni dinero…
Lo
que importa no son las cosas materiales, sino el testimonio de vida
para
anunciar y promover, con palabras y gestos, el Reino de Dios.
Tengamos
la humildad de reconocer que Dios es quien hace crecer
la
semilla del Reino, pero sin excluir la acción del ser humano:
Cuando hayan hecho todo lo que Dios les
manda, digan: somos
simples servidores, solo hemos cumplido
nuestro deber
(Lc 17,10).
El
Reino de Dios es como el grano de mostaza
Jesús no permanece indiferente: al
ver el sufrimiento de la gente
en
la región marginada de Galilea… y al oír sus quejas y lamentos…
Sus
enseñanzas no son frases teóricas para aprenderlas de memoria,
sino
que parten de la vida real de un pueblo oprimido por los ricos.
Cuando Jesús compara el Reino de Dios con el
grano de mostaza,
las
personas sencillas lo aceptan y aprueban; no así los terratenientes.
En
efecto, la mostaza de cualquier especie se multiplica con rapidez,
acabando
con las plantas útiles; además, ya convertida en arbusto,
vienen
los pajaritos, otra plaga que perjudica la agricultura.
Desde
el punto de vista de los terratenientes y poderosos en general,
el
Reino de Dios que Jesús anuncia es un mensaje que les mueve
el
piso, pues Dios humilla al árbol elevado y eleva al árbol humilde.
¿Cuál
será la reacción de aquel terrateniente
necio que acumula
riquezas
en vez de compartir (Lc 12,13-21)?... Acabar con Jesús.
Muy
diferente la actitud de los pobres. A todos ellos Jesús les dice:
Felices ustedes los pobres, porque el
Reino de Dios les pertenece.
La
gente humilde, viendo la vida que
hay en nuestra madre tierra,
descubre
fácilmente el pecado de quienes se empeñan en acaparar
oro,
plata, cobre… destruyendo la naturaleza
y privando a amplios
sectores
de nuestra población del derecho al pan
de cada día.
Ojalá
los responsables de capitalismo salvaje escuchen estas palabras:
El que quiera salvar su vida la perderá.
En cambio quien la pierda
por mí y por la Buena Noticia del Reino
de Dios, la salvará.
¿De qué le vale al hombre ganar todo el
mundo, si pierde su vida?
¿Qué precio pagará el hombre a cambio de
su vida? (Mc
8,35s).
Felizmente, hay personas que defienden la
vida de los excluidos,
y
cuestionan a los que hacen del capitalismo un objeto de culto:
Los pueblos indígenas no eligieron nacer
ni morir aquí.
Y sin embargo siguen viviendo, siguen
siendo, y lo hermoso
de su existencia es que son el vivo
ejemplo de que el neoliberalismo,
el capitalismo y el lucro individual no
son la única forma de vida
para todos y todas. Y quizá por eso los
neoliberales prefieren
su muerte bajo la forma de colonialismo,
extractivismo y dominación
cultural, pues la presencia indígena les
recuerda que otro mundo
es posible, que se puede convivir en
comunidad con una economía
por y para la comunidad (C. Cisneros,
La República 7/06/2015).
J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog