miércoles, 4 de febrero de 2015

Jesús sana, ora y predica

V Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Job 7,1-7  -  1Cor 9,16-23  -  Mc 1,29-39

 
 Después de aquella jornada en la que sanó a muchos enfermos, Jesús se levanta de madrugada y va a un lugar despoblado a orar.   Necesitamos orar para encontrarnos con Dios y con el hermano pues para hablar de Dios, hace falta primero oír a Dios que nos sigue diciendo: he visto la opresión de mi pueblo, he oído sus lamentos Solo así seguiremos a Jesús, su Hijo amado, que nos dice: Vamos a los pueblos vecinos para predicar, que para eso he venido.

De la sinagoga… a la casa de Pedro
   Jesús y sus primeros discípulos dejan la sinagoga (lugar sagrado),
y van a la casa de Pedro, donde vive su suegra que está enferma.
   Hoy, los enfermos sufren, sienten que su vida está amenazada,
peor cuando: -hay serias deficiencias en muchos hospitales estatales…
-se negocia con la enfermedad… o -se privatiza el servicio de salud.
   Ante la enfermedad de aquella mujer, Jesús realiza gestos concretos:
*Se acerca, se hace ‘prójimo’ del enfermo, le acompaña, le escucha…
*Sus manos acogen con cariño a todos, en especial a los enfermos,
  y a tantas personas pobres, humildes, marginadas, despreciadas…
*Levanta a las personas postradas, no quiere que sean simples objetos
de caridad pasajera y paternalista, sino sujetos de su propia liberación:
-Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa (Mc 2,11).
-La coge de la mano y le dice: Niña, a ti te digo, levántate (Mc 5,41).
-Lo toma de la mano, lo levanta y el joven se pone de pie (Mc 9,27).
   Tan pronto se le quita la fiebre, la suegra de Pedro se levanta, 
recupera su capacidad de servicio y actúa como auténtica discípula.
El servicio (diaconía) es un tema clave en el seguimiento de Jesús,
que vino no a ser servido, sino a servir y a dar su vida (Mc 10,45).
   Más tarde, mientras los discípulos abandonan a Jesús (Mc 14,50ss),
un grupo de mujeres que, desde Galilea, seguían y servían a Jesús,
permanecen fieles, contemplando la muerte del Maestro (Mc 15,40s).
Estas mujeres darán testimonio de su resurrección (Mc 16,1-8).

De la casa de Pedro… a un lugar solitario
   Jesús no se desgasta por la actividad agotadora de cada día…
Se levanta de madrugada, va a un lugar despoblado, se pone a orar;
luego, con nuevas fuerzas, sigue dando vida y vida en abundancia.
   Contemplemos el rostro orante de Jesús, según el texto de Marcos:
*Se levanta de madrugada y va a un lugar despoblado a orar (1,35).
*En la multiplicación de los panes, Jesús levanta los ojos al cielo,
bendice, da gracias (6,41;  8,6); y, luego, va al monte a orar (6,46).
*A la pregunta que le hacen sus discípulos, Jesús les responde:
Esta clase de espíritu solo se expulsa con la oración (9,29).
*A los negociantes del templo les dice: Mi casa es casa de oración,
pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones (11,17).
*Hablando sobre la fe y la oración, Jesús dice a sus discípulos:
Todo lo que pidan en la oración, crean que se les concederá y se les
dará. Cuando oren perdonen primero si tienen algo contra otros,
para que el Padre del cielo les perdone a ustedes sus faltas (11,24s).
*Sobre la hipocresía de los escribas, Jesús nos advierte: Ellos devoran
los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones (12,40).
*En la última Cena, celebrada en una casa, Jesús toma el pan, dice 
la bendición… Luego, toma la copa y da las gracias... (14,22-23).
*En Getsemaní se pone a orar y dice: Padre, aparta de mí este cáliz,
pero que no se haga lo que yo quiero, sino tu voluntad. Y a sus
discípulos: Velen y oren para no caer en la tentación (14,35ss).
*Antes de morir, Jesús exclama con fuerte voz: Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? (15,34; cf. Salmo 22).

De un lugar solitario… a los pueblos vecinos
   En la sinagoga de Cafarnaún Jesús liberó a la gente de un sistema
religioso pervertido, impuesto por los ‘especialistas’ de la ley.
Eso mismo lo va a realizar en las sinagogas de Galilea y, más tarde,
lo harán sus discípulos: Mientras caminen, anuncien el Reino de Dios,
sanen a los enfermos y leprosos, expulsen a los espíritus mundanos,
den gratuitamente lo que gratuitamente han recibido (Mt 10,5ss).
   Hoy, para no quedarnos prisioneros de ciertos esquemas pastorales,
debemos salir, como lo dice el papa Francisco: Prefiero mil veces
una Iglesia accidentada, y no una Iglesia enferma; pues, muchas veces,
estamos encerrados en estructuras caducas, que sirven para hacernos
esclavos y no para hacernos hijos libres de Dios (18 mayo 2013). 
J. Castillo A.

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