miércoles, 18 de febrero de 2015

Conviértanse y crean en el Evangelio

I Domingo de Cuaresma, ciclo B
Gen 9,8-15  -  1Pe 3,18-22  -  Mc 1,12-15

   
Cuaresma es tiempo de oración… de obras buenas… de ayuno… y de conversión… para celebrar la muerte y la Resurrección de Jesús.
   Tiempo privilegiado de conversión integral, mente y corazón, para defender: -la vida de todos preferentemente de los que sufren…  y -la vida de la madre tierra, sabiendo que el Perú es el cuarto país más peligroso del mundo para los defensores ambientalistas, después de Brasil, Honduras y Filipinas (cf. Global Witness, noviembre 2014).

De las aguas del Jordán… al desierto
   El Espíritu que desciende sobre Jesús en su bautismo, lo empuja
al desierto, donde es tentado por Satanás, durante cuarenta días.
   En la Biblia el número cuarenta tiene un significado simbólico:
-El diluvio dura cuarenta días, seguido de una nueva alianza (Gn 6-9).
-El pueblo de Dios camina cuarenta años por el desierto (Ex 16,35).
-Moisés permanece en la montaña cuarenta días (Ex 24,18;  34,28).
-Elías camina cuarenta días para llegar a la montaña de Dios (1Re 19).
   El desierto, incluso el ‘desierto’ de nuestros pueblos y ciudades,
es un lugar de prueba, combate, purificación, conversión… y también
de escucha y encuentro con Dios, consigo mismo, con los demás…
   Jesús vive entre animales salvajes… dando a entender los peligros
y amenazas que encontrará al anunciar el Reino de Dios y su justicia.
Sin embargo, los ángeles le sirven… se trata de seguir el ejemplo
de Jesús, que vino a servir y a dar su vida por nosotros (Mc 10,45).
   Marcos no dice nada sobre el contenido de las tentaciones,
sin embargo, las tentaciones están presente en la vida de Jesús:
-Pedro y sus compañeros buscan retener a Jesús en Cafarnaún (1,36s).
-Los fariseos tientan a Jesús, pidiéndole una señal del cielo (8,11-13).
-Jesús reprende a Pedro y le dice: Ponte detrás de mí, Satanás (8,32s).
-En Getsemaní, Jesús suplica: Padre, aparta de mí este cáliz (14,35s).
-Los sumos sacerdotes y los escribas se burlan de Jesús y dicen:
  Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos (15,31s).

Del desierto… a Galilea
Desde Galilea Jesús nos dice: Conviértanse y crean en el Evangelio.
   En el aspecto personal, conversión significa cambiar nuestro modo
de pensar y de vivir. En efecto, si descubro que voy por un camino
que me lleva al abismo, la única solución es abandonar ese camino
y emprender otra ruta. Para ello debemos pensar, vivir y actuar
siguiendo las enseñanzas, las obras y el ejemplo de Jesús.
   Nuestras comunidades cristianas necesitan convertirse de las
enfermedades y tentaciones que debilitan el amor a Dios y al prójimo:
-Sentirnos inmortales, inmunes a toda crítica, indispensables, cayendo
en la enfermedad del poder. -Excesivo activismo, descuidando  otras
dimensiones humanas necesarias. -Tener corazón de piedra que lleva
a la falta de sensibilidad humana ante los problemas de los demás, que
impide llorar con los que lloran y reír con los que ríen. -La excesiva
planificación y funcionalidad burocrática. -La mala coordinación con
otros grupos. -La disminución progresiva de las facultades espirituales
y que lleva a ser esclavos de los ídolos que nosotros hemos fabricado.
-La rivalidad y vanagloria. -Llevar doble vida, fruto de la mediocridad
e hipocresía. -Los chismes y murmuraciones de los demás. -Divinizar
a los jefes esperando su benevolencia. -Indiferencia hacia los demás,
en vez de servir y compartir. -El tratar a los otros con rigidez, dureza
y arrogancia. -Ansia de tener bienes materiales para sentirnos seguros.
-El mantener un círculo cerrado de poder. -El exhibicionismo y la
búsqueda de poder (Papa Francisco, a la Curia Romana, 22 dic. 2014).
   Es urgente una conversión ecológica, como lo dijo Benedicto XVI:
¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas como: el cambio
climático, la desertificación, el deterioro y pérdida de la producción
en amplias zonas agrícolas, la contaminación de ríos y de las aguas
subterráneas, la pérdida de la biodiversidad… la deforestación 
de las áreas ecuatoriales y tropicales? ¿Cómo descuidar el creciente
fenómeno de los llamados “prófugos ambientales”, personas que
deben abandonar el ambiente en que viven -y con frecuencia también
sus bienes- a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las
incógnitas de un desplazamiento forzado? Ha llegado el momento en
que resulta indispensable un cambio efectivo de mentalidad, que
lleve a todos a adoptar nuevos estilos de vida (Mensaje: Si quieres
promover la paz, protege la creación, 1 enero 2010).      
J. Castillo A.

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