XXX Domingo,
Tiempo Ordinario, ciclo A
Ex 22,21-27 - 1Tes
1,5-10 -
Mt 22,34-40
Para Jesús, el
amor a Dios es lo primero, es lo más importante. Sin
embargo, el amor a Dios es inseparable
del amor al prójimo, pues
nadie puede ‘decir’ que ama a Dios si ‘no hace’ su voluntad: No explotarás a
los emigrantes, a las viudas ni a los huérfanos…
¿De
qué sirven los adornos superfluos de los
templos y los objetos preciosos del
culto divino, si el mismo Cristo muere de hambre? Quien dice que
ama a Dios y odia a su hermano, miente (1Jn 4,20). Por
eso, traten a los demás como quieren que
los demás les traten.
Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
El Señor, nuestro
Dios, hizo todas las cosas con sabiduría y amor…
nos
creó a su imagen… y nos dio el universo entero para cuidarlo…
*Cuando oramos nos dirigimos a Dios
quien a través de Moisés
nos
dice: Escucha Israel, el Señor nuestro
Dios es el único Señor.
Amarás
al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón,
con toda tu alma
y con todas tus fuerzas (Deut 6,4-5).
*Jesús, el Hijo amado, busca siempre un
encuentro con Dios Padre.
En
una ocasión, sube a una montaña y pasa
toda la noche orando;
al amanecer,
llama a sus discípulos y elige entre ellos a los Doce.
En
otra ocasión, sus discípulos le dicen: Señor, enséñanos a orar…
Gracias
a esta petición, Jesús nos enseñó la oración del Padrenuestro,
que
viene a ser el resumen de todas sus enseñanzas (Lc 11; Mt 6).
*Dios es un Padre lleno de ternura,
misericordia y compasión;
ama
a todos, incluso a sus enemigos, jamás busca destruir a nadie:
Hace salir el
sol y hace llover sobre malos y buenos (Mt 5,45s).
*Dios es Amor y tanto nos amó que nos entregó a su Hijo único…
Jesús vino al
mundo no para juzgar sino para salvar (Jn 3,16s);
pues
Él es: rostro humano de Dios y rostro
divino del hombre.
*Dios, amigo de la vida, defiende los
derechos de todos sus hijos,
preferentemente,
de los hambrientos, enfermos, encarcelados…
Lo que hiciste a
ellos, que son mis hermanos, me lo hiciste a mí.
Amarás
a tu prójimo como a ti mismo
Hoy en día, la
enfermedad más grave de nuestra sociedad es:
la exclusión de
los más pobres, como sobrantes y desechables.
Para
que todos ellos sigan siendo ‘ciegos’… ‘mudos’… ‘sordos’…
el
actual sistema neocolonialista tiene el respaldo:
-Del
poder ejecutivo, legislativo,
judicial… cuyos representantes,
muchas
veces, no ven el rostro sufriente de las grandes mayorías.
-De
los medios de comunicación que,
generalmente controlados
por
el gran capital, financia la publicidad de las grandes empresas
que
solo buscan ganar a costa del consumismo esclavizador.
-Y
del sistema educativo que, en sus
diversos niveles, viene a ser
un
aparato reproductor del sistema social vigente, donde la aspiración
máxima
para sobrevivir es convertirse en ‘cola de león’.
En este contexto,
¿qué hacer para amar al prójimo?
(Lev 19,18).
¿Bastarán
las promesas incumplidas y los proyectos paliativos
que
solo fomentan: corrupción… dependencia…
mendicidad…?
Jesús
que nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano,
nos
dice: Éste es mi mandamiento: ámense los
unos a los otros como
yo les he amado.
El amor más grande es dar la vida por sus amigos.
Los
pobres, para que sean sujetos de su propia liberación, necesitan:
ver… oír… hablar…
levantarse… caminar… (Mt 11,4s; 15,31).
Capacidad de ver: Dos ciegos gritan: Señor, ten compasión…
Jesús se
detiene, los llama, tiene compasión y les toca los ojos.
Al instante
recobran la vista y le siguen (Mt 20,29-34).
Capacidad de oír: Le llevan un sordo y tartamudo, y le
suplican
que ponga sus
manos sobre él. Jesús levanta la vista al cielo y dice:
Ábrete. En
seguida se abren sus oídos y se pone a hablar (Mc 7,31ss).
Capacidad de
hablar:
Le traen a un hombre mudo y endemoniado.
Jesús expulsa al
demonio, y el mudo comienza a hablar. La multitud
admirada
exclama: Jamás hemos visto tal cosa en Israel (Mt 9,32s).
Capacidad de
levantarse: Jesús se
dirige al pueblo de Naín.
Al entrar ve que
llevan a enterrar al hijo único de una madre viuda.
Al verla, el
Señor siente compasión de ella y le dice: No llores.
Luego, toca el
ataúd y dice: Joven, a ti te digo, levántate (Lc 7,11ss)
Capacidad de
caminar:
Al ver la fe de aquellos hombres, Jesús
dice
al paralítico:
Levántate y camina… toma tu camilla y vete a tu casa.
El paralítico se levanta y se va a su casa (Mt 9,1-8).J. Castillo A.
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