miércoles, 22 de octubre de 2014

Amar a Dios y al prójimo

XXX Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Ex 22,21-27  -  1Tes 1,5-10  -  Mt 22,34-40 

   
Para Jesús, el amor a Dios es lo primero, es lo más importante.  Sin embargo, el amor a Dios es inseparable del amor al prójimopues nadie puede ‘decir’ que ama a Dios si ‘no hace’ su voluntad: No explotarás a los emigrantes, a las viudas ni a los huérfanos
   ¿De qué sirven los adornos superfluos de los templos y los objetos preciosos del culto divino, si el mismo Cristo muere de hambre? Quien dice que ama a Dios y odia a su hermano, miente (1Jn 4,20). Por eso, traten a los demás como quieren que los demás les traten.

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
   El Señor, nuestro Dios, hizo todas las cosas con sabiduría y amor…
nos creó a su imagen… y nos dio el universo entero para cuidarlo…
*Cuando oramos nos dirigimos a Dios quien a través de Moisés
nos dice: Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Deut 6,4-5).
*Jesús, el Hijo amado, busca siempre un encuentro con Dios Padre.
En una ocasión, sube a una montaña y pasa toda la noche orando;
al amanecer, llama a sus discípulos y elige entre ellos a los Doce.
En otra ocasión, sus discípulos le dicen: Señor, enséñanos a orar
Gracias a esta petición, Jesús nos enseñó la oración del Padrenuestro,
que viene a ser el resumen de todas sus enseñanzas (Lc 11; Mt 6).
*Dios es un Padre lleno de ternura, misericordia y compasión;
ama a todos, incluso a sus enemigos, jamás busca destruir a nadie:
Hace salir el sol y hace llover sobre malos y buenos (Mt 5,45s).
*Dios es Amor y tanto nos amó que nos entregó a su Hijo único…
Jesús vino al mundo no para juzgar sino para salvar (Jn 3,16s);
pues Él es: rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.
*Dios, amigo de la vida, defiende los derechos de todos sus hijos,
preferentemente, de los hambrientos, enfermos, encarcelados…
Lo que hiciste a ellos, que son mis hermanos, me lo hiciste a mí.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo
   Hoy en día, la enfermedad más grave de nuestra sociedad es:
la exclusión de los más pobres, como sobrantes y desechables.
Para que todos ellos sigan siendo ‘ciegos’… ‘mudos’… ‘sordos’…
el actual sistema neocolonialista tiene el respaldo:
-Del poder ejecutivo, legislativo, judicial… cuyos representantes,
muchas veces, no ven el rostro sufriente de las grandes mayorías.
-De los medios de comunicación que, generalmente controlados
por el gran capital, financia la publicidad de las grandes empresas
que solo buscan ganar a costa del consumismo esclavizador.
-Y del sistema educativo que, en sus diversos niveles, viene a ser
un aparato reproductor del sistema social vigente, donde la aspiración
máxima para sobrevivir es convertirse en ‘cola de león’.
   En este contexto, ¿qué hacer para amar al prójimo? (Lev 19,18).
¿Bastarán las promesas incumplidas y los proyectos paliativos
que solo fomentan: corrupción… dependencia…  mendicidad…?
  Jesús que nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano,
nos dice: Éste es mi mandamiento: ámense los unos a los otros como
yo les he amado. El amor más grande es dar la vida por sus amigos.
   Los pobres, para que sean sujetos de su propia liberación, necesitan:
ver… oír… hablar… levantarse… caminar… (Mt 11,4s;  15,31).
Capacidad de ver: Dos ciegos gritan: Señor, ten compasión…
Jesús se detiene, los llama, tiene compasión y les toca los ojos.
Al instante recobran la vista y le siguen (Mt 20,29-34).
Capacidad de oír: Le llevan un sordo y tartamudo, y le suplican
que ponga sus manos sobre él. Jesús levanta la vista al cielo y dice:
Ábrete. En seguida se abren sus oídos y se pone a hablar (Mc 7,31ss).
Capacidad de hablar: Le traen a un hombre mudo y endemoniado.
Jesús expulsa al demonio, y el mudo comienza a hablar. La multitud
admirada exclama: Jamás hemos visto tal cosa en Israel (Mt 9,32s).
Capacidad de levantarse: Jesús se dirige al pueblo de Naín.
Al entrar ve que llevan a enterrar al hijo único de una madre viuda.
Al verla, el Señor siente compasión de ella y le dice: No llores.
Luego, toca el ataúd y dice: Joven, a ti te digo, levántate (Lc 7,11ss)
Capacidad de caminar: Al ver la fe de aquellos hombres, Jesús dice
al paralítico: Levántate y camina… toma tu camilla y vete a tu casa.
El paralítico se levanta y se va a su casa (Mt 9,1-8).
J. Castillo A.      

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