XXII Domingo,
Tiempo Ordinario, ciclo A
Jer 20,7-9 - Rom
12,1-2 -
Mt 16,21-27
En una ocasión,
Jesús alaba a Dios porque la gente
sencilla,
-los
excluidos y agobiados- reciben el anuncio del Reino de Dios;
anuncio
que es rechazado por los sabios y
entendidos, es decir,
por
las autoridades políticas, económicas y religiosas (Mt 11,25).
De
estas autoridades, Jesús se lamenta y dice: ¡Jerusalén,
Jerusalén,
que matas y
apedreas a los profetas que Dios te envía! (Mt 23,37).
Jesús
toma la decisión de ir a Jerusalén
Después de la
confesión de Simón Pedro, en Cesarea de Filipo,
Jesús
explica a sus discípulos que debe ir a
Jerusalén y padecer allí
por
parte de los ancianos, jefes de los sacerdotes y maestros de la ley.
Les
dice también que lo van a matar pero que resucitará al tercer día.
Así
actúan los poderosos cuando se anuncia: vida
donde hay muerte…
verdad
donde hay corrupción… justicia donde
hay opresión…
*Los ancianos son laicos económicamente
muy ricos. Qué pensarán
cuando
Jesús dice: Es más fácil a un camello
pasar por el ojo
de una aguja que
a un rico entrar en el Reino de Dios (Mt 19,23s).
O
cuando llama ‘necios’ a los ambiciosos que buscan ganar dinero,
pues
al morir de improviso ¿para quién será sus riquezas? (Lc 12,20).
*Los jefes de los sacerdotes han hecho
del templo una fuente de riqueza,
y
llevan una vida lujosa a costa de tanta gente pobre y creyente.
Por
eso, cuando Jesús entra en el templo y ve el negocio que se hace,
exclama:
Está escrito que mi casa será casa de
oración, mientras
que ustedes la
han convertido en cueva de ladrones (Mt 21,12s).
*Los maestros de la ley son los
estudiosos e intérpretes de la ley.
Jesús
los denuncia diciendo: Hagan y cumplan lo
que ellos dicen,
pero no los
imiten, porque dicen y no hacen. Ponen pesadas cargas
sobre las
espaldas de la gente. Buscan los primeros puestos (Mt 23).
Todos
ellos, con Herodes y Pilato, conspiran para crucificar a Jesús,
actúan
de esa manera pensando que así dan culto a Dios (Jn 16,2).
En
este contexto, ¿cómo reaccionan los discípulos de Jesús?
Tú
piensas como los hombres, no como Dios
Simón Pedro se
resiste aceptar que Jesús sufra y muera en una cruz.
Como
todo ser humano, Pedro vive un gran dilema:
confiesa,
por un lado, que Jesús es el Mesías… el
Hijo de Dios vivo;
y,
al mismo tiempo, tiene miedo de aceptar las consecuencias,
pues
se trata de un Mesías que vino a servir y no a ser servido.
Por
eso, lleva aparte a Jesús y se atreve a reprenderle diciendo:
¡Dios no lo
permita, Señor, eso no te puede suceder!
La
respuesta de Jesús es muy dura: ¡Ponte detrás de mí, Satanás,
tú
piensas como los hombres, no piensas como Dios!
Jesús
rechaza la actitud de Pedro que pretende ser piedra de tropiezo,
y,
al mismo tiempo, le pide tomar su puesto de discípulo: Sígueme.
Anunciar
la Buena Noticia a los pobres y liberar a los oprimidos…
es
una misión que puede ocasionarnos: odio, persecución y muerte.
Por
eso, Jesús aprovecha todo momento para explicar a sus discípulos
que
la resurrección pasa necesariamente por
el camino de la cruz:
Si el grano de
trigo que cae en la tierra muere, da mucho fruto.
El
que quiera seguirme que cargue con su cruz
Luego, Jesús les
habla sobre las condiciones para ser su discípulo:
El
que quiera venir detrás de mí: que se niegue a sí mismo…
que
cargue con su cruz… que me siga…
Ser
discípulo de Jesús no se improvisa, es un camino de aprendizaje
que
nos lleva a vivir y practicar lo que decimos,
lo que predicamos.
Acoger
y comer con pecadores, como lo hace Jesús, es peligroso;
sin
embargo, esos gestos valen más que muchos mensajes y promesas.
He
ahí, un camino concreto para llevar nuestra cruz y seguir a Jesús.
La
vida es un don, y debemos estar dispuestos a darla, a ofrecerla.
Al
respecto Jesús nos dice: Si uno quiere salvar su vida, la perderá;
en
cambio, el que pierda su vida por mí, la conservará.
Se
‘habla’ de los derechos de la madre tierra, nuestra casa común,
pero
se ‘hace’ muy poco para no contaminar: lagunas, ríos, mares…
concretamente,
con los millones de toneladas de
desechos plásticos.
Para
frenar estos y otros graves problemas, que ponen en peligro
nuestra
vida y la vida de las próximas generaciones, hace falta:
renunciar
al consumismo esclavizador y llevar una vida sencilla,
porque,
¿de qué le vale al hombre ganar el mundo,
si pierde su vida?
J. Castillo A.
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