martes, 26 de febrero de 2013

Conversión y misericordia


III Domingo de Cuaresma (ciclo C)
Ex 3,1-8. 13-15  - 1Cor 10,1-6.10-12  - Lc 13,1-9

Las desgracias que ocurren por obra humana o por desastres naturales, no son castigos de Dios como muchas veces escuchamos decir.
Todos somos hijos de un Padre misericordioso que hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos (Mt 5,45)

Conversión: don de Dios y tarea humana
Entre los años de 1980 al 2000, los peruanos hemos vivido un tiempode vergüenza y deshonra, ocasionado por el conflicto armado interno. Fueron más de 70 mil niños, jóvenes, adultos y ancianos que fueron torturados, asesinados o desaparecidos por las organizaciones subversivas (SL y MRTA) y por agentes del Estado (FF.AA. y PNP).
También fue escandaloso que gran parte de la población peruana con su indiferencia no hizo nada por impedir esta catástrofe humana.

Siguiendo el Evangelio de hoy, escuchemos a Jesús que nos dice:
¿Acaso esas personas asesinadas eran más pecadoras que los demás?
Les digo que no. Y si ustedes no se convierten acabarán como ellos.
¿Hay voluntad política para buscar la verdad y la justicia?
El Señor dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué has hecho?
El 5 de diciembre de 1928, durante la construcción de una chimenea
en la mina María Elvira, se originó el desembalse de la laguna
Morococha (Junín), debido a un mal cálculo en las excavaciones.
En esa ocasión murieron 28 obreros en el interior de los socavones.
¿Acaso aquellos trabajadores eran más pecadores que los demás?
Les digo que no. Y si ustedes no se convierten acabarán como ellos.
La primera lectura nos habla de la esclavitud del pueblo hebreo.
Dios compasivo y misericordioso, se aparece a Moisés y le dice:
He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus lamentos 
cuando lo maltratan sus opresores, conozco sus sufrimientos. 
He bajado para liberar a mi pueblo de la opresión de los egipcios
¿De qué opresiones debemos liberarnos en la actualidad?
Todos queremos vida, sin embargo: los intereses de los grupos
económicos y tecnológicos arrasan irracionalmente las fuentes 
de vida en prejuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. 
Las generaciones que nos suceden tienen derecho a recibir: 
un mundo habitable… y no un planeta con aire contaminado, 
con aguas envenenadas y con recursos naturales agotados (DA, 471).

Señor, déjala todavía este año
Han pasado ‘tres años’ y la higuera no da frutos (cf. Is 5,1-7).
Para Jesús debió ser desalentador encontrar a muchas personas
que escuchan sus enseñanzas, pero no dan señales de conversión.
Como no cambian ni se arrepienten… ¿será mejor cortarlas?
También, en nuestros días, hay cristianos estériles que no dan frutos,
siguen ocupando inútilmente un lugar en la sociedad y en la Iglesia.
Entonces, los que creen poseer la verdad gritan: ¡Que los corten!
Mientras éstos gritan, abramos los evangelios para ver que hay:
-Leprosos que viven excluidos por la sociedad y la religión.
-Pecadores que se levantan y vuelven a la casa paterna.
-Mujeres de mala vida despreciadas y condenadas a morir apedreadas.
-Discusión entre los discípulos para saber quien es el más importante.
-Pedro que niega a Jesús… y el abandono y huida de los discípulos.
¿Será mejor cortarlos? ¿Quién de nosotros lanzará la primera piedra?
Felizmente, el viñador intercede para salvar la higuera estéril y dice:
Señor, déjala todavía este año, cavaré alrededor y le pondré abono, 
tal vez así dé frutos. Si no, el año que viene la cortarás.
Con la frase ‘tal vez’ empieza el año de gracia, el tiempo de espera,
de un Dios cuya gloria es que el hombre y la mujer tengan vida.
Al cumplir 32 años de edad, Agustín sigue buscando la verdad.
Sentado bajo una higuera llora… y empieza a dar los primeros pasos
para ser bautizado… Él mismo lo dice en sus Confesiones (VIII, 12):
¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? ¿Esperar hasta mañana?
¿Y por qué no poner fin a mis torpezas en esta misma hora?
Pero he aquí que oigo una voz como la de un niño que decía cantando
y repitiendo varias veces: ¡Toma y lee!... ¡Toma y lee!...
Entré a la sala, abrí la carta de Pablo a los romanos y leí lo siguiente:
“Actuemos decentemente como en pleno día. Basta de banquetes
y borracheras, de inmoralidades y vicios, de envidias y peleas.
Al contrario, revístanse del Señor Jesucristo” (Rom 13,13-14).
J. Castillo A.

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