miércoles, 2 de agosto de 2017

Denles ustedes de comer

18º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 55,1-3  -  Rom 8,35-39  -  Mt 14,13-21

   Al jefe de los fariseos que le había invitado a comer, Jesús le dice:
No invites a tus amigos, familiares o vecinos ricos… (Lc 14,12ss).
   Lamentablemente, hay ricos que ofrecen banquetes que matan,
son incapaces de ver el hambre de los pobres Lázaros (Lc 16,19ss).
   Muy diferente la práctica de Jesús… Sus comidas dan vida,
porque acoge a pecadores y despreciados, y come con ellos (Lc 15).  

La muerte del profeta Juan
   Juan Bautista es asesinado el día del cumpleaños del rey Herodes,
durante un banquete con jefes y personas importantes de Galilea.
También participa en ese banquete Herodías que odia a Juan,
y su hija utilizada por su madre para pedir la cabeza del Bautista.
   Durante esa abundante comida y bebida, aparece la muerte:
La cabeza de Juan el Bautista la traen en un plato,
se la dan a la joven, y ella la entrega a su madre (Mt 14,1-12).
   Jesús que recorre pueblos y ciudades para dar vida, está advertido;
los profetas de Dios son perseguidos por los poderosos de siempre.
Pero Él no retrocede… Se va en una barca a un lugar apartado,
como en muchas otras ocasiones, Jesús se retira para orar.
Al respecto, meditemos en los siguientes textos de Mateo:
*Padre nuestro… Danos hoy el pan de cada día… (Mt 6,9ss).
*Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y las diste a conocer a la gente sencilla (Mt 11,25).
*En la última Cena, mientras comen, Jesús toma en sus manos el pan
y, habiendo dado gracias a Dios, lo parte y se lo da a sus discípulos
diciendo: Toman y coman, esto es mi cuerpo (Mt 26,26s).
*Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo,
pero que no se haga lo que yo quiero, sino tu voluntad (Mt 26,39).
*Cerca de las tres de la tarde, Jesús grita con fuerza:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27,46).

No tienen necesidad de irse
  Al desembarcar, Jesús ve una multitud de hombres, mujeres y niños,
se compadece de todos ellos… y sana a los enfermos
Con su mirada de compasión y con sus manos que dan vida,
Jesús nos muestra el camino que debemos seguir en nuestros días.
Sin embargo, ¿cómo anunciar a Dios, amigo de la vida,
en una sociedad injusta donde los pobres mueren antes de tiempo?
   Al atardecer, los discípulos se acercan a Jesús y le dicen:
Estamos en un lugar despoblado y ya es tarde, despide a la gente
para que vayan a los pueblos vecinos a comprar alimentos.
   Hoy, para reactivar la economía se favorece a empresarios ricos,
quienes después de apropiarse de nuestras riquezas naturales,
“despiden” a los nativos, para que emigren a la ciudad o al extranjero.
El problema del hambre, ¿se soluciona, explotando a los pobres?
¿Puede un seguidor de Jesús vivir de espaldas ante esta realidad?
¿A quiénes beneficia la carrera armamentista… el narcotráfico…?

Jesús bendice los panes y los pescados
   Jesús en cambio va a la raíz del problema: compartir nuestro pan;
y nos dice: No tienen necesidad de irse, denles ustedes de comer.
Cinco panes y dos peces no van a solucionar el hambre de los pobres,
pero es el inicio para desencadenar una auténtica generosidad;
donde los que tienen algo para comer colaboran y comparten,
y los que no tienen nada, son acogidos en una comunidad fraterna.
   A diferencia de Herodes que invita a un grupo de gente poderosa,
Jesús acoge a las personas excluidas por la sociedad y la religión:
Toma en sus manos los cinco panes y los dos peces…
Alza la mirada al cielo… Da graciasParte el pan
Se los da a sus discípulos… Y ellos los reparten entre la gente.
Estos gestos tienen relación con la celebración de la última Cena.
   Ante el grave problema del hambre, el Concilio Vaticano II dice:
Alimenta al que tiene hambre, porque si no lo alimentas, lo matas.
Comparte tus bienes, ayuda en primer lugar a los pobres,
para que puedan ayudarse y desarrollarse por sí mismos (GS, n.69).
   ¿Es justo amontonar pan (riquezas), cuando millones de pobres
mueren de hambre, en países con mayoría de población católica?
¿Qué sentido tiene ofrecer a Dios el pan y el vino, frutos de la tierra
y del trabajo de las personas, cuando no sabemos compartir?
J. Castillo A.

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