22º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Jer 20,7-9 - Rom
12,1-2 -
Mt 16,21-27
¿Por qué hay autoridades que -usando mal el poder que tienen-
persiguen
y asesinan a quienes dan vida, arriesgando su propia vida?
¿Es
delito salvar la vida del planeta y
la vida de los seres humanos?
¿Cómo
se explica que entre nosotros hay personas “creyentes”,
que
buscan ser servidos, en lugar de servir y dar vida a los demás?
¿Qué
significa, hoy, cargar con nuestra cruz y seguir a Jesús?
Jesús
anuncia su muerte y resurrección
Jesús manifiesta a sus discípulos que va
a la ciudad de Jerusalén,
donde
va a sufrir, le van a matar, pero al tercer día resucitará.
Una
persona como Jesús de Nazaret que enseña
con autoridad…
y
pasa su vida haciendo el bien… es
peligroso para los poderosos.
A
éstos, no les conviene que: los ciegos vean…
los cojos caminen…
los
leprosos queden sanos…los sordos oigan…los muertos resuciten…
los
pobres sean evangelizados
(Mt11,2ss).
Sin
embargo, un mundo solidario,
justo, humano
y fraterno es
posible,
siempre
y cuando los cristianos tuviéramos la capacidad de:
ver…
oír… hablar… levantarnos… caminar…
seguir a Jesús.
*Ver. ¡Cuánta falta nos hace ver con el corazón a las personas
que
viven en la pobreza y miseria, y comprometernos por liberarlos!
*Oír los lamentos, quejas, súplicas… de
los débiles y oprimidos;
y,
con ellos, desautorizar a quienes
prometen pero no cumplen.
*Hablar. No se trata de ser voz de los
que no tienen voz,
sino
que las mujeres y los hombres que sufren, hablen
y denuncien.
*Levantarse. ¡Hasta cuándo viviremos esclavizados y de radillas
ante
el perverso sistema neoliberal y el consumismo desenfrenado!
*Caminar con los excluidos,
despreciados, azotados, crucificados
y
marginados como seres de segunda clase… para que tengan vida.
*Seguir a Jesús es participar en su
misión sobre el Reinado de Dios:
Maestro, ¿dónde vives?... Vieron dónde
vivía y se quedaron con Él…
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel
(Jn 1,35-51).
Ponte
detrás de mí, Tentador (Satanás)
Pedro confiesa que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios vivo;
y,
al mismo tiempo, tiene miedo de aceptar las consecuencias,
pues
se trata de un Mesías que vino a servir y a dar su vida.
Por
eso, lleva aparte a Jesús y se atreve a reprenderle diciendo:
¡Dios no lo permita, Señor, eso no te
puede suceder!
La
respuesta de Jesús es muy dura: ¡Ponte detrás de mí, Satanás,
tú
piensas como los hombres, no piensas como Dios!.
Jesús
rechaza la actitud de Pedro que pretende ser piedra de tropiezo,
pero
también le pide tomar su puesto de discípulo: Sígueme.
*Recordemos que Jesús, caminando a
orillas del lago de Galilea,
al
ver a Simón y a su hermano Andrés que son pescadores, les dice:
Síganme y yo haré de ustedes pescadores de personas (Mt 4,18ss).
*Ahora, conociendo sus defectos y sus
cualidades, Jesús le dice:
Ponte detrás de mí, es decir, sígame;
y no seas Satanás (Tentador).
*Más tarde, Jesús resucitado le dirá una
vez más: Sígame (Jn 21,20).
Y
nosotros, ¿pensamos como Dios o pensamos como los hombres?
¿Seguimos
el camino de Dios o el camino de los hombres? (Is 55,8).
El
que quiera seguirme que cargue con su cruz
A continuación, Jesús anuncia las
condiciones para ser discípulo:
El que quiera venir detrás de mí: que se niegue a sí mismo…
que
cargue con su cruz… que me siga…
Tengamos
presente que no se trata de “la cruz” como adorno material,
instrumento
de prestigio, o imagen para hacer falsos juramentos.
*Ser
discípulo de Jesús no se improvisa, es un camino de aprendizaje
que
nos lleva a vivir y practicar lo que decimos,
lo que prometemos.
Acoger
y comer con los despreciados, como hace Jesús, es peligroso;
sin
embargo, esos gestos valen más que muchos discursos y promesas.
*Seguir
a Jesús es identificarnos con Él, sin buscar fama ni poder;
es
renunciar a toda ambición personal, al individualismo, al egoísmo.
*Cargar
con la cruz es aceptar el odio y la oposición de los demás,
(familiares,
vecinos, amigos) por fidelidad al Evangelio de Jesús.
La vida es un don, y debemos estar
dispuestos a darla, a ofrecerla;
pues,
el amor más grande es dar la vida por los amigos (Jn
15,13).
Al
respecto, Jesús nos dice: Si uno quiere salvar su vida, la perderá;
en cambio, el que pierda su vida por mí, la conservará. En efecto,
¿de qué le vale al hombre ganar el
mundo, si pierde su vida?
J. Castillo A.
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