miércoles, 20 de marzo de 2013

El Señor lo necesita


Domingo de Ramos (ciclo C)
Is 50,4-7  - Flp 2,6-11  - Lc 19,28-40  - Lc 22,14-23,56

Al entrar al pueblo encontrarán un burrito

Durante la fiesta del cordero pascual, el pueblo judío celebraba su liberación de la esclavitud de Egipto (Ex 12,1-14). Sin embargo, siglos después, Egipto ha sido reemplazado por el imperio romano.
Por este motivo, Pilato -cuyas manos están manchadas de sangre- ingresa a la ciudad de Jerusalén montado en un caballo de guerra. Ciertamente, los reyes de este mundo se comportan como dueños,  y mientras oprimen al pueblo se hacen llamar bienhechores (Lc 22).
Muy diferente la actitud de Jesús que entra también a Jerusalén, pero montado en un burrito prestado: El Señor lo necesita. Jesús vino a salvarnos, entregando su propia vida por nosotros: Alégrate, Sión; grita de júbilo, Jerusalén. Mira a tu rey que llega: justo, victorioso, humilde, montado en un burrito (Zac 9,9).
Este y otros gestos son señales de su proyecto de vida y de servicio: El más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último y el que manda como el que sirve… ¿Quién es el mayor? ¿El que
está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es, acaso, el que está a la mesa? Pero yo estoy en medio de ustedes como el que sirve (Lc 22,26s).
Esto mismo lo acaba de decir el Papa Francisco, Obispo de Roma:
Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio. También 
el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese 
servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos
en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, 
abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger 
con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente, los más
pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe 
en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al
forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (Mt 25,31-46). 
Solo el que sirve con amor sabe custodiar (Homilía, 19 marzo 2013).

Si éstos callan, gritarán las piedras 
Mientras Jesús ingresa a Jerusalén, los discípulos alaban a Dios
por todos los milagros que han visto, y exclaman: Bendito sea el rey 
que viene en nombre del Señor. Paz en la tierra y gloria al Altísimo.
Algunos fariseos dicen a Jesús: Maestro, reprende a tus discípulos.
Pero Jesús les responde: Si éstos callan, gritarán las piedras.
Esta frase está tomada del profeta Habacuc que hace estas denuncias:
¡Ay del que acumula lo que no le pertenece! ¿Por cuánto tiempo? 
¡Ay de ti, que has llenado tu casa con ganancias injustas!... 
  porque las piedras de los muros gritarán en contra tuya.
¡Ay del que edifica la ciudad con sangre y la funda sobre el crimen!
¡Ay del que emborracha a su prójimo para verlo desnudo!
¡Ay de ti, que a un ídolo de madera le dices que despierte! (2,5-20).
Pero Jesús no manda callar a nadie. Al contrario, habla más alto.
*Al ver la ciudad de Jerusalén llora por ella y anuncia su destrucción.
*Entra al templo y arroja a los negociantes diciendo: Mi casa es casa
  de oración, pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones.
*Acusa a los sumos sacerdotes y maestros de la ley de ser asesinos.
*Sobre el tributo al César declara que se debe dar a Dios lo que es
  de Dios y, para quedar libres, devolver al César su moneda.
*Desenmascara el materialismo de los funcionarios de la religión.
*Denuncia la avaricia de los maestros de la ley, que devoran los bienes
  de las viudas con pretexto de largas oraciones; y denuncia también
  la falta de generosidad de los ricos que dan de lo que les sobra.
Por todo esto, los sumos sacerdotes y los maestros de la ley buscan
la manera de acabar con Jesús, pero tienen miedo al pueblo.
El día de hoy, muchos acompañan la procesión del Señor de Ramos
llevando los primeros frutos de la tierra y del trabajo del hombre.
Es una buena ocasión para reflexionar sobre los derechos humanos
y los derechos de la madre tierra: Quisiera pedir, por favor, a todos 
los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico,
político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad:
seamos ‘custodios’ de la creación, del designio de Dios inscrito en la 
naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que 
los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este 
mundo nuestro. Pero, para ‘custodiar’, también tenemos que cuidar 
de nosotros mismos (Papa Francisco, 19 marzo 2013).
J. Castillo A.

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