miércoles, 23 de enero de 2013

Anunciar la Buena Noticia a los pobres


III Domingo, Tiempo Ordinario (ciclo C)
Neh 8,2-10 - 1Cor 12,12-30 - Lc 1,1-4; 4,14-21





(Ex 3,7) He visto la opresión de mi pueblo
El pueblo de Dios, liberado de la esclavitud de Egipto,
es conducido  -a través del desierto- hacia la tierra prometida:
Tierra donde abunda las aguas en los valles y en las montañas.
Tierra donde hay trigo, cebada, viñas, higueras, olivos y miel.
Tierra donde hay pan en abundancia y nadie muere de hambre.
Tierra donde las rocas tienen hierro y las montañas cobre.
Tierra buena por la que el pueblo bendice a Dios  (Deut 8,7-10).
Siglos después el imperio romano: -invade las tierras de Palestina…
-se apropia de sus riquezas… -deja a sus habitantes en la pobreza…
Y, con la complicidad de las autoridades políticas y religiosas locales,
aumentan los impuestos, deudas, chantaje, represión, temor, terror…
Son pesadas cargas que soportan los pobres del campo y de la ciudad:
No tienen pan, están hambrientos. No tienen salud, están enfermos.
No tienen libertad, están oprimidos. No tienen paz, están divididos.
¿Hasta cuándo los malvados explotarán a los pobres? (Job 24,1-12).

¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?
Ante esta triste realidad, Jesús no permanece indiferente.
Vuelve a la región de Galilea lleno del poder del Espíritu Santo
y, después, va a Nazaret, el pueblo donde se había criado.
Allí, desde la sinagoga de un pueblo despreciado, Jesús proclama:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar: -la Buena Noticia a los pobres,
la libertad a los cautivos, -la vista a los ciegos, 
-la liberación a los oprimidos, -el año de gracia del Señor.
Estas palabras expresan las preocupaciones que tiene Jesús,
y vienen a ser su programa de vida por el que morirá crucificado.
En adelante, los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos…
serán los destinatarios principales de sus enseñanzas y gestos audaces.
Es por eso que más tarde, ante un grupo numeroso de sus discípulos
y una gran cantidad de personas que han venido de muchas partes,
Jesús llama felices: a los pobres, a los hambrientos, a los que lloran,
a los que son odiados y despreciados por causa del Hijo del Hombre;
pues donde Dios ‘reina’ ya no pueden reinar los malvados.
Jesús anuncia con autoridad moral esta Buena Noticia a los pobres,
porque les habla no desde el palacio de Herodes ni desde el barrio
residencial de los sumos sacerdotes, sino desde su propia pobreza.
Pero también denuncia a los ricos, a los satisfechos, a los que ríen,
a los que son alabados; por ser culpables de tantas injusticias (Lc 6).

Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír
Como todos los que estaban en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él,
Jesús no comenta el texto de Isaías, sino que lo actualiza diciendo:
Hoy se cumple este pasaje de la Escritura que acaban de oír.
Este ‘hoy’ de la salvación atraviesa todo el Evangelio de Lucas
(2,11;  3,22;  4,21;  5,26;  13,32-33;  19,5.9;  23,43).
*Los ángeles anuncian la Buena Noticia del nacimiento de Jesús,
no al rey Herodes ni a los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén,
sino a unos pobres pastores marginados por la sociedad y la religión:
Hoy ha nacido para ustedes, en Belén, el Salvador (Lc 2,11).
La Iglesia: o es Iglesia de los pobres, o deja de ser Iglesia de Jesús.
*Cuando Jesús -camino a Jerusalén- entra en Jericó, se aloja en casa
de Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos y muy rico.
El publicano Zaqueo es despreciado por colaborar con los romanos.
Sin embargo, gracias a la acogida de Jesús, Zaqueo se convierte…
Luego, Jesús dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (19,1-10).
Durante el año 2012, solo los cien mayores billonarios del mundo
han incrementado sus ingresos en 240 mil millones de dólares.
La cuarta parte de esa fortuna, es decir, 60 mil millones de dólares,
bastaría para acabar con la pobreza extrema en el mundo. Ahora bien,
¿alguno de esos billonarios podrá decir: Doy la mitad de mis bienes 
a los pobres; y a quien le he robado le devolveré cuatro veces más?
*Mientras uno de los malhechores crucificados insulta a Jesús,
el otro le suplica: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le dice: Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (23,39-43).
¿Los excluidos captan como Buena Noticia lo que predicamos?
J. Castillo A.

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