miércoles, 16 de enero de 2013

Desde Caná de Galilea


II Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)
Is 62,1-5  -  1Cor 12,4-11  -  Jn 2,1-11
 
Después de la ceremonia religiosa, los nuevos esposos -acompañados  de sus familiares y amigos- pasaron al salón parroquial para el brindis. Luego, se desplazaron a un local especial para la cena danzante. Los años han pasado entre gozos y esperanzas, tristezas y angustias… Hoy están al borde de una separación. Cuando suceden estos hechos, ¿qué nos puede decir el texto del Evangelio de este día?


Un matrimonio donde falta vino… y no hay agua…
Jesús y sus discípulos han sido invitados a una boda en Caná de Galilea.
Gracias a esta invitación… a la intervención de la madre de Jesús
y a la colaboración de los servidoresJesús realiza su primer signo,
devolviendo  alegría y amor, allí donde ya no había vino ni agua.
Pues ¿qué vida es ésa cuando falta el vino de la alegría? (Eclo 31,27);
¿acaso no es el vino el que alegra el corazón? (Sal 104,15).
Cuando entre los esposos ya no hay amor, alegría, fidelidad,
no nos quedemos en lamentaciones ni en acusaciones personales…
vayamos a las raíces profundas de ese fracaso matrimonial:
¿Qué rol tuvieron los padres de familia en la educación de sus hijos?
¿Por qué ciertos medios de comunicación priorizan el consumismo,
dejando de lado y menospreciando el valor de la persona humana?
El Evangelio habla también de seis tinajas de piedra destinadas
a los ritos de purificación. Además, el Evangelio de Juan presenta
seis fiestas judías (2,13;  5,1;  6,4;  7,2;  10,22;  11,55). Ahora bien,
aquellas tinajas y fiestas están vacías, pues las autoridades judías
las han ‘convertido’ en explotación y opresión de su propio pueblo.
¿Por qué hoy se exige tantos requisitos para el matrimonio religioso?
¿Hasta cuándo seguiremos conservando en tinajas de piedra
la celebración de matrimonios de diversas clases y precios?
¿Bastarán tres charlas para que los novios den ese paso definitivo?
¿Es justo que después caminen solos como ovejas sin pastor?

Tú has guardado hasta ahora el mejor vino
En aquella boda de Caná de Galilea estaba la madre de Jesús.
Ella nota que falta el vino. Se acerca a Jesús y le dice: No tienen vino.
A través de estas palabras vemos que María, la madre de Jesús,
habla de la situación de pobreza y sufrimiento de los hijos de Israel;
en otras palabras, percibe que la antigua religión ya no aporta vida.
Hoy en día es sumamente preocupante para muchas familias,
la falta no solo de alegría y amistad, sino de trabajo, salud, educación.
También es doloroso ver los rostros sufrientes de los padres de familia,
que viven sumergidos en la pobreza, enfermedades, incertidumbres…
¿Hasta cuándo en una comunidad cristiana se dirá: No tienen vino?
A continuación, entran en escena los servidores. La madre de Jesús
toma la iniciativa y les dice: Hagan todo lo que Él les diga.
Jesús se dirige a ellos para decirles: Llenen de agua las tinajas.
Después añade: Saquen un poco y llévenlo al encargado de la fiesta.
Cuando éste probó el vino, reconoce que es mejor, se acerca al novio
y le dice: Tú, en cambio, has guardado hasta ahora el mejor vino.
Con Jesús, con María su madre, y la colaboración de los servidores
ha llegado la ‘hora’ de cambiar, transformar, introducir algo nuevo.
Y, justamente, es esto lo que hace falta en muchísimos hogares.
*Es bueno pero no basta haber realizado el matrimonio religioso.
Es necesario la presencia permanente de Jesús, de María su madre,
de familiares y amigos, representados en los discípulos y servidores.
En medio de las dificultades, ¡cuánta falta nos hace una mano amiga
que nos lleve al manantial de agua viva para saciar nuestra sed de vida!
Jesús defiende la unión matrimonial (Mc 10,1-9) y, al mismo tiempo,
no lanza piedras ni condena a la mujer adúltera (Jn 8,1-11).
*Es ‘hora’ de multiplicar las pequeñas comunidades de base:
-donde la Palabra de Dios sea fuente de una espiritualidad permanente,
-donde se anuncia la Buena Noticia a la gente sencilla y alejada,
-donde una Iglesia pobre entre los pobres sea una expresión visible.
Jesús se manifiesta en lo pequeño para que sus discípulos crean en Él.
*También ha llegado la ‘hora’ de poner vino nuevo en vasijas nuevas.
En efecto, para estos tiempos nuevos necesitamos vasijas nuevas,
es decir, estructuras nuevas, corazones nuevos. A Dios nos acercamos
de manera nueva: con lazos de amor y de cariño (Os 11,4;  Mc 2,1-9).
J. Castillo A.

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