miércoles, 13 de noviembre de 2019

Dar testimonio de Jesús

33º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Mal 3,19-20  -  2Tes 3,7-12  -  Lc 21,5-19

   ¿De qué sirven los templos lujosos y los ritos religiosos rutinarios,
si somos incapaces de oír el grito de los niños, jóvenes y adultos,
que sufren las consecuencias de tanta corrupción e injusticia…?
   Que nadie nos engañe con mensajes, discursos, promesas…
ajenos a las obras y enseñanzas de Jesús, el Profeta de Nazaret.
   Cuando hay persecución, Jesús nos pide dar testimonio de Él,
y no preparar nuestra defensa, pues Él mismo estará con nosotros.
  
No quedará piedra sobre piedra, todo será destruido
   A los que admiran los adornos y riquezas del templo de Jerusalén,
Jesús les dice: Llegará un día en que todo lo que ven será destruido.
Aquel templo no es casa de oración para todas las naciones (Is 56,7),
sino una cueva de ladrones donde se enriquecen: los sacerdotes
los vendedores de animales… los que cambian la moneda romana…
Para Jesús lo más importante no es el templo sino los pobres, por eso:
-Sana a los enfermos: Los que tenían enfermos se los traían,
y Él les imponía las manos a cada uno y los sanaba (Lc 4,40).
-Da de comer a las personas que tienen hambre, y nos sigue diciendo:
Denles ustedes mismos de comer (Lc 9,13).
-Perdona a los pecadores: Hoy ha llegado la salvación a esta casa,
pues vine a buscar y a salvar lo que está perdido (Lc 19,1ss).
   Si queremos honrar a Jesús, en espíritu y en verdad (Jn 4,21),
no lo hagamos en el templo sino en sus hermanos que sufren (Mt 25):
*¿Acaso no saben ustedes que son templos de Dios,
y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?
Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él,
pues el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes (1Cor 3,16).
*¿Por qué -actualmente- hay pobres que buscan en los basureros
algo para comer o para vestirse? ¿Es justo que los pobres sean parte
de un basurero y tratados como desperdicio? ¿Los cómplices de este
escándalo tienen sentimiento de culpa? (Mensaje del Papa: 3ª JMP, n.2).

¡Cuidado, no se dejen engañar!
   Después que Jesús anuncia la destrucción del templo de Jerusalén,
sus discípulos le preguntan: Maestro, ¿cuándo sucederá todo esto?
Jesús les responde: ¡Cuidado, no se dejen engañar!
Porque muchos vendrán usando mi nombre… No vayan tras ellos.
*En algunos casos se trata de falsos profetas (falsas autoridades),
quienes se disfrazan de ovejas, pero son lobos feroces (Mt 7,15),
que vienen a robar… matar… destruir… (Jn 10,7ss).
Ciertamente, por sus frutos los conoceremos y los denunciaremos.
*Tengamos presente también las siguientes palabras de Jesús:
Aquel día, muchos me dirán: Señor, en tu nombre hemos profetizado,
en tu nombre hemos expulsado demonios y hemos hecho milagros.
Yo les diré: No los conozco, aléjense de mí, malhechores (Mt 7,21ss).
*Años más tarde, San Pablo denunciará a los falsos maestros
que son orgullosos y no siguen las enseñanzas de Jesús:
Para ellos la religión es un puro negocio (1Tim 6,3ss; y 2ª lectura).
Muy diferente lo que Jesús nos pide, desde su propia experiencia:
Den gratuitamente, lo que gratuitamente han recibido (Mt 10,8).

Al ser perseguidos, ustedes darán testimonio de mí
   Hacer realidad el Reino de Dios que es vida, verdad, justicia, paz
trae consigo calumnias, maldiciones, persecuciones… (Mt 5,10s),
por parte de los que tienen el poder político, económico y religioso,
pues sus intereses y el orden injusto establecido son amenazados. 
   Pero, ¿qué sucede en países de tradición cristiana como el nuestro?
¿Por qué se persiguen y encarcelan a los campesinos e indígenas?
¿Es delito defender la vida de los seres humanos y de la madre tierra?
En cambio, los dueños de las grandes empresas, generalmente,
son alabados y privilegiados por gobiernos… corruptos y mediocres:
Ojalá fueras frío o caliente, pero como eres tibio, ni frío ni caliente,
voy a vomitarte de mi boca, dice el Señor (Apc 3,15s).
   Muy diferente, anunciar el Reino de Dios como hace San Pablo:
Voy a Jerusalén llevado por el Espíritu, sin saber lo que me sucederá.
Solo sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me da a conocer
que me esperan prisiones y persecuciones.
Pero poco me importa la vida, con tal de terminar mi carrera
y cumplir el ministerio que he recibido del Señor Jesús: Anunciar
la Buena Noticia de la gracia de Dios (Hch 20,22ss). 
J. Castillo A.

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